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¿Qué es el síndrome Kessler? Esto hubiera pasado si el satélite ruso y americano hubieran chocado

Si el satélite ruso y el americano hubieran chocado, como estuvo a punto de suceder recientemente, habría sido un ejemplo real del síndrome de Kessler.

Poblaciones de desechos espaciales vistas desde fuera de la órbita geosíncrona (GEO). Hay dos campos de escombros principales: el anillo de objetos en GEO y la nube de objetos en órbita baja terrestre (LEO). | NASA

El síndrome de Kessler es un escenario teórico que describe el potencial peligro de la basura espacial en órbita baja terrestre. Fue propuesto por el consultor de la NASA Donald J. Kessler en la década de 1970.

El síndrome predice que la densidad de objetos en órbita baja terrestre podría llegar a ser tan alta que las colisiones entre objetos se volverían frecuentes, creando más escombros y aumentando el riesgo de más colisiones. Este efecto dominó podría resultar en una nube de escombros que haría difícil o imposible el uso de ciertas órbitas para satélites o vuelos espaciales.

Caso hipotético

Un choque entre satélites, como el que casi ocurrió entre el satélite espía ruso Cosmos 2221 (fuera de servicio) y el satélite TIMED de la NASA, habría sido una demostración catastrófica del síndrome de Kessler. Tanto que se temía que pudiese suceder una colisión entre ambos satélites.

Afortunadamente, no fue así, pero la distancia entre ellos fue mínima. Según la empresa LeoLabs, el paso fue a menos de veinte metros, con una probabilidad de colisión de casi un 10%. Las buenas noticias son que, aunque en el futuro ambos satélites volverán a encontrarse, este es el paso más cercano entre ambos.

Por suerte, la altitud a la que se encuentran está variando y, por tanto, se descarta la posibilidad de colisión. Sin embargo, esto no deja de ser un recordatorio de algo que sucede cada vez con más frecuencia.

A solo 608 kilómetros sobre la superficie, pudo haber tenido lugar un escenario temible. El aumento de lanzamientos de satélites a la órbita baja de la Tierra conlleva, naturalmente, que cada vez haya más posibilidades de que uno de estos satélites termine colisionando con otro (ya sea un satélite fuera de servicio o uno operativo).

Afortunadamente, el incidente no ocurrió, pero sirve como un recordatorio de la importancia de gestionar y minimizar la basura espacial para prevenir el síndrome de Kessler y proteger nuestra infraestructura espacial y terrestre.