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Defendiendo a los hamburguesos

De nuevo esta semana López Obrador demostró su gran capacidad para bullear, dividir y crucificar, aun a los más fieles a la Cuarta Transformación

Se hamburguesaron. Otro ataque de Andrés Manuel López Obrador en contra de la comunidad de la UNAM, exigiendo que por lo menos marchen aunque sea en su contra. No hagan un paro, marchen insistió el Presidente. Este nuevo (y extraño) ataque en contra de la UNAM fue uno de los temas que opacó la agenda nacional.

Y tal vez lo que sí sabemos es que los que protesten contra el Presidente se recordarán con un raro y molesto sobrenombre: ¿Hamburgesos?.

De nuevo esta semana López Obrador demostró su gran capacidad para bullear, dividir y crucificar, aun a los más fieles a la Cuarta Transformación: La UNAM, el alma mater de López Obrador y la universidad pública y prestigiosa más importante de México y Latinoamérica.

Aunque algunos fueron sorprendidos por el agresivo ataque del Presidente en contra de la UNAM, su comportamiento refleja al López Obrador de los últimos 15 años: Un estratega que busca dividir, consumir a sus opositores y afianzar el poder destruyendo instituciones.

AMLO no controla la comunidad universitaria de la UNAM, por lo tanto hay que someter -y si es necesario, destruir-, una de las casas de estudio mas importantes del mundo.

López Obrador inicialmente se lanzó contra ex alumnos y académicos de universidades extranjeras como Harvard; después buscó destruir otros centros académicos como el CIDE, respaldó la investigación de los científicos que provienen todos de centros de excelencia mexicanos y extranjeros. Atacó a los estudiantes de doctorado, aseguró que tener conocimientos profesionales y técnicos no eran necesarios para construir carreteras.

Parece que Andrés Manuel López Obrador se siente amenazado por profesionistas, académicos e intelectuales por igual. Es un tema de control y poder. Entonces, ¿por qué no atacaría a la UNAM?

Lo más extraordinario es que, con este último enfrentamiento, el Presidente terminó cuestionando y debilitando a casi todo su gabinete y equipo de asesores, ya que son graduados de alguna universidad extranjera, alguna institución privada o de la UNAM.

Por lo tanto, el equipo y gabinete de López Obrador esta conformado por neoliberales, conservadores, fifís y ahora hamburguesos.

Lo más triste es ver cómo mujeres y hombres que rodean al Presidente, que claramente se han beneficiado de tener acceso a la educación en alguna universidad extranjera, privada o la misma UNAM, no han sido capaces de salir a defenderse.

Tal vez el más patético es el embajador Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM, o la misma doctora Claudia Sheinbaum, quien apoyo al Presidente en su cuestionamiento de la UNAM, pero incómodamente callada, ante ataques en contra de aquellos que estudiaron en el extranjero, como es el caso de ellas y su hija.

Otro ex alumno de la UNAM, el gobernador de Sonora, el doctor Alfonso Durazo, tampoco ha salido con una férrea defensa de la comunidad universitaria, ni la importancia de la independencia académica de las instituciones publicas y privadas.

El Gobernador de Sonora es probablemente uno de los políticos de Morena que cuenta con más títulos académicos, de instituciones públicas y privadas, y entiende la importancia de defender la libertad e independencia de las universidades de los vaivenes políticos y la lucha de poder entre partidos y gobernantes.

La falta de defensa de la UNAM por funcionarios y gobernantes de Morena, graduados de esa institución, abre la posibilidad de que ahora la 4T buscará controlar y debilitar la independencia académica de universidades públicas y privadas, como una forma de callar a posibles opositores que podrían cuestionar las tendencias autoritarias del Presidente y de gobernantes afines.

Y aunque yo no tengo un titulo académico de la UNAM, soy parte de los millones de mexicanos que nos hemos beneficiado de esta extraordinaria universidad.

Mi padre, el doctor Edmundo Salazar López -originario de Banámichi, Sonora-, es médico de la Facultad de Medicina y fue académico de la UNAM. Se le consideró uno de los mejores oftalmólogos del País y dedicó 50 años de su vida atendiendo pacientes y capacitando nuevos médicos en el Hospital General en Hermosillo.

No me queda la menor duda de que la histórica encomienda social de proporcionar educación gratuita abrió oportunidades que tuvieron un impacto en generaciones de graduados, sus familias y sus comunidades.

La UNAM, al igual que otras universidades públicas, ha sido una de las pocas rutas pacíficas para reducir la desigualdad y promover la transformación de México proporcionando conocimiento a todos, por igual.

Lo que debería preguntarse López Obrador es si hubiera podido ser Presidente sin su título universitario de la UNAM, el cual tardó catorce años en recibir. En parte gracias a una institución como la UNAM, López Obrador es Presidente de México.

Y ahora busca controlar la universidad para asegurar que otros jóvenes mexicanos que estudian en universidades públicas puedan aspirar a ser Presidente y a transformar el País.

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