El terreno ocupado por miles de familias que se convirtió en la “mini-Bolivia” de Sao Paulo
El asentamiento ilegal creció y se convirtió en un pequeño barrio popular con miles de casas y un bullicioso comercio. Ahora les han entregado el terreno a sus ocupantes.
“Llegó una amiga y me dijo: ‘Cosme, ¿quieres salir del alquiler? ¿Vamos a invadir un terreno ahí en el Parque Novo Mundo?’. Tenía cinco hijos en casa, había estado pagando el alquiler durante 20 años, mi mujer estaba desempleada y con un presupuesto ajustado. Acepté enseguida… Hubo un gran revuelo, había demasiada gente”.
El que cuenta esto es el comerciante Cosme Correa, de 59 años, quien con la esperanza de mejorar las difíciles condiciones de su familia, eligió un lote y rápidamente construyó su casa de dos pisos en el asentamiento de personas sin hogar Douglas Rodrigues, en la Zona Norte de Sao Paulo, Brasil.
Cosme y su familia forman parte de la primera ola de habitantes del asentamiento, que cuenta con 2.000 casas de ladrillo rojo, sin yeso ni pintura, que cambió el paisaje de la Marginal Tietê, una importante arteria de la ciudad formada principalmente por edificios residenciales de clase media, tiendas de decoración y garajes para transportes de carga.
El asentamiento, uno de los más grandes de Sao Paulo, con 12.000 personas, cientos de ellas inmigrantes bolivianos, cumplió diez años de existencia en 2023.
Y logró algo poco común en el mercado inmobiliario de la ciudad más grande de Brasil: la expropiación y el derecho a utilizar la propiedad privada que ocupaban ilegalmente.
El terreno, abandonado durante 22 años por la empresa propietaria, fue ocupado en 2013 por miembros del Movimiento Independiente por la Vivienda de Vila Maria (MIVM) y familias pobres de la zona norte.
El asentamiento Douglas Rodrigues lleva el nombre de un joven al que mató un agente de la policía militar en la región.
El lugar creció y se convirtió en un pequeño barrio popular con miles de casas y un bullicioso comercio, aunque los servicios públicos siguen siendo precarios: calles de tierra inundadas por las fuertes lluvias, falta de saneamiento y conexiones eléctricas ilegales.
Con la pandemia, este tipo de asentamientos se volvió aún más común en un municipio cuya lista de viviendas sociales cuenta con 219.000 personas censadas, según el Departamento de Vivienda de Brasil.
En febrero de 2020, por ejemplo, hubo 218 ocupaciones irregulares en la ciudad. Hoy en día, el Ayuntamiento supervisa 529 puntos, lo que supone un aumento del 142% en poco más de tres años.
Fue con la ocupación que la familia de Cosme finalmente logró la estabilidad financiera después de dejar Pernambuco para probar una nueva vida en Sao Paulo.
Después de años de dificultades, salir del alquiler significó mejorar los ingresos para invertir en otras necesidades familiares.
“Nada como tener un techo propio, sin que nadie toque la puerta exigiendo el alquiler. Pero te lo digo: sufrimos mucho”, dice María Aparecida Nogueira, de 56 años, y esposa de Cosme, desde un salón llena de plantas y con un enorme televisor en la pared.
"Aquí hemos tenido inundaciones, incendios, balas de goma de la policía, amenazas. No había agua ni electricidad. Hemos hecho lo que hemos podido".
El matrimonio, que prosperó económicamente en la comunidad, ahora es famoso en el asentamiento por ser dueño de un bar hecho de madera, que es punto de encuentro de los inmigrantes bolivianos que viven en el barrio.
“La gente que impulsa el comercio aquí son los bolivianos. Con su dinero construí mi casa, compré la nevera con la que soñaba, mi televisor…”, bromea Cosme.
"Cuando quieren festejar, se juntan unos 15 chicos aquí en el bar y están hasta la mañana siguiente".
Fiesta boliviana
La presencia de inmigrantes es constante en los callejones y negocios de la comunidad.
De las 2.000 familias, al menos 80 están compuestas por bolivianos, pero también hay decenas de colombianos, peruanos y haitianos. Siempre hay representantes extranjeros en la dirección del asentamiento.
Este año, uno de los elegidos es Andrés Cuarite, de 47 años, nacido en La Paz y que vive en el barrio contiguo a la Marginal Tietê desde hace ocho años.
“Si ya es difícil para los brasileños pobres conseguir vivienda, imagínense para un boliviano que llega a Brasil con las manos vacías en busca de una oportunidad en la vida, a veces incluso pasando hambre”, explica Cuarite, que dejó su país para escapar de la pobreza.
Antes de su casa actual, Andrés sufrió un golpe: reunió todo el dinero de la familia, 20.000 reales (unos US$4.000), y compró un terreno en Itaquera, en la periferia de la Zona Este. Pero el terreno no existía y el estafador desapareció del mapa.
Con siete hijos, algunos de ellos nacidos en Brasil, la familia de Andrés vive de los ingresos de un pequeño taller de costura instalado en su casa.
El sonido de las máquinas de coser, de hecho, es constante en los callejones de Douglas Rodrigues.
Un sábado a finales de septiembre, otro ruido producido por bolivianos sacudió a la comunidad: el sonido de la Banda Murilo, especializada en música típica del país vecino.
Para celebrar los diez años de ocupación, se realizó una fiesta boliviana en la calle principal.
Además de los metales y la percusión, los inmigrantes interpretaron danzas tradicionales, como El Morenada, que representa el sufrimiento de los africanos traficados a Bolivia durante la colonización española.
Una de las participantes era Rose Mari Mammani, de 46 años, quien lleva seis años en el barrio. Dice que terminó allí porque no podía pagar el alquiler de 600 reales (US$122) teniendo tres hijos.
Preparándose para entrar en escena, habló de lo difícil que fue establecerse en Sao Paulo.
“Hay muchos prejuicios contra el pueblo boliviano, más aún porque somos gente pobre de clase trabajadora. Pero aquí, en el asentamiento, me siento a gusto”, dice Rose, ahora propietaria de un pequeño mercado que vende productos bolivianos.
“Pero no te llevaré allí porque ahora voy a bailar”, bromea.
Propiedad privada
Durante la última década, los residentes de Douglas Rodrigues también enfrentaron una batalla legal contra el propietario del terreno, una empresa llamada Ideal Empreendimentos Imobiliários SA.
En mayo, el alcalde de Sao Paulo, Ricardo Nunes, firmó un decreto que expropia el área de 50.000 metros cuadrados, allanando el camino para la regularización del suelo y la urbanización del pequeño barrio popular.
El informe constató que el inmueble, declarado de "interés social" el año pasado, fue valorado en R$ 7,5 millones (US$1.524.285) por técnicos del Ayuntamiento - y el valor debe ser deducido de la deuda que la empresa tiene con el municipio.
Ideal Empreendimentos era una filial del grupo Tenório, de Pernambuco, un conglomerado empresarial con una deuda de alrededor de 1.000 millones de reales en impuestos, según la hacienda federal.
El grupo logró mantener la posesión del terreno a través de decisiones judiciales de distintas instancias, hasta que el 33º Tribunal Federal de Pernambuco decidió colocar al movimiento de vivienda como fiel custodio del área. Esta decisión fue paralela a la expropiación ordenada por el Ayuntamiento de Sao Paulo.
BBC News Brasil contactó a la firma RPF Advogados, que representa a la empresa involucrada en el proceso.
“Agradecemos su contacto, pero lamentablemente no podemos brindar información sobre este caso, debido a los estatutos de la ley”, respondió la firma.
BBC News Brasil no pudo contactar con la familia que dirige el grupo empresarial.
“Fue la resistencia y la organización de 2.000 familias involucradas en un movimiento político lo que llevó a la ocupación y a que la zona fuera expropiada", explica Henrique Ollitta, secretario general del MIVM.
“Nuestro movimiento fue estratégico al hablar con todos los que podían ayudar, siempre teniendo como tema principal la vivienda", dice Ollitta, que forma parte de la delegación del Partido de los Trabajadores de Sao Paulo.
“Tuvimos apoyo de iglesias evangélicas y de sacerdotes, hablamos con políticos de izquierda y de derecha, con los ex alcaldes Fernando Haddad y Bruno Covas, y ahora con Ricardo Nunes”.
Aún no se sabe si en la comunidad se realizarán obras de urbanización, como pavimentación de las calles, instalación de alcantarillado y electricidad, o si los residentes tendrán que desalojar toda el área para construir viviendas sociales.
El Ayuntamiento afirma que “se está desarrollando un estudio urbanístico en la región que incluye la construcción de viviendas para las familias que allí se encuentran”, pero no detalló los planes.
A la espera de qué se hará con el barrio, los vecinos celebraron la expropiación.
“Hoy estoy bajo mi techo. Es el paraíso”, dice Cosme Correa al salir de su casa para ir a la fiesta boliviana.
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