¿Cómo comenzó la tradición de “La última comida” para los condenados a muerte?
Aunque la última comida es vista por algunos como un acto de compasión, no deja de ser un ritual cargado de simbolismo, que arroja luz sobre el lado más humano, y a la vez sombrío, del sistema judicial.
ESTADOS UNIDOS-. Es bien sabido que los condenados a muerte tienen el derecho de solicitar una última comida antes de enfrentar su ejecución, un gesto que para muchos simboliza un resquicio de humanidad hacia quienes están a punto de perderla por completo.
Este curioso ritual ha dado lugar a peticiones que van desde elaborados banquetes hasta los platillos más simples y significativos. Pero, ¿cómo se originó esta peculiar tradición?
Los orígenes del ritual
La práctica de conceder una última comida a los condenados a muerte tiene raíces antiguas. Se remonta al menos al mundo grecorromano, donde se creía que permitir a un prisionero compartir un último alimento simbolizaba reconciliación y expiación entre el condenado y la sociedad que lo juzgaba. En algunos contextos religiosos, el acto también tenía un componente espiritual, ofreciéndole al reo la oportunidad de estar en paz antes de enfrentar su destino.
Con el tiempo, esta tradición se extendió a otras culturas y sistemas penitenciarios, particularmente en Estados Unidos, donde permanece vigente en varios estados. Sin embargo, las reglas pueden variar: algunos lugares permiten al condenado pedir casi cualquier cosa, mientras que en otros el menú está limitado por presupuesto o disponibilidad.
Pedidos famosos de última comida
Los alimentos solicitados en estas ocasiones a menudo reflejan un deseo de consuelo, nostalgia o simplemente extravagancia. Estos son 3 ejemplos destacados:
- John Wayne Gacy – El infame asesino en serie pidió un banquete compuesto por 12 camarones empanizados, un cubo de pollo de KFC, papas fritas y una libra de fresas.
- Aileen Wuornos – La primera mujer considerada como asesina en serie en Estados Unidos pidió algo muy sencillo: una taza de café negro.
- Victor Feguer – Este condenado a muerte pidió una única aceituna con hueso, simbolizando su esperanza de que de ella naciera un árbol de paz.
Aunque la última comida es vista por algunos como un acto de compasión, no deja de ser un ritual cargado de simbolismo, que arroja luz sobre el lado más humano, y a la vez sombrío, del sistema judicial.