Cuenta nueva...
Estamos en el periodo de quejas e impugnaciones, es normal y es un derecho.
BATARETE
Mañana se cumplen dos semanas de los comicios presidenciales y legislativos, más algunas gubernaturas y alcaldías. En esta ocasión asistimos a una contienda que desembocó en una victoria contundente y además anunciada por prácticamente todas las casas encuestadoras que, sin embargo, provocó sorpresa y desilusión entre una porción de los simpatizantes de la coalición Fuerza y Corazón por México.
Al parecer había un conjunto de votantes convencidos de que las estadísticas que preveían el triunfo de Claudia Sheinbaum eran falsas y mañosas, y que era totalmente previsible que Xóchitl arrasara el 2 de junio pasado, lo cual por supuesto no sucedió.
Llama la atención la capacidad que se tuvo para convencer a millones de que el camino de la candidata opositora no presentaba obstáculos de peso; impresiona la reacción de muchos que creían firmemente que se había realizado un fraude de dimensiones descomunales en contra de una aspirante que no había podido hacer crecer sus posibilidades.
Pero conviene constatar que los dirigentes de los institutos políticos coaligados en esa peculiar complicidad, de alguna manera, parecen haber conseguido una victoria, pues los tres, Alito,
Cortés y Zambrano, encabezaron las listas de su respectivo partido para resultar senadores plurinominales en los siguientes seis años. Gozarán de fuero y una entrada mensual de 120 mil pesos más lo que se acumule. Junto con ellos ingresarán a las cámaras algunos de sus colaboradores que tuvieron la suerte, o precaución, de ingresar a ese listado de aspirantes y aprovechar la acumulación de votos por su partido.
Tenemos una situación aparentemente paradójica: De una parte, la candidata a la presidencia fue derrotada, pero quienes la asesoraban y manejaban, consiguieron un puesto significativo, una especie de victoria, quizá pírrica. Un mal pensado podría cavilar que este era el verdadero objetivo de las cúpulas de esos partidos, que ya preveían la gran dificultad para modificar las intenciones de los votantes, y eligieron, al menos, un premio de consolación, no parco habría que añadir.
Estamos en el periodo de quejas e impugnaciones, es normal y es un derecho. Ahora bien, sin negar alguna posible irregularidad, difícilmente puede discutirse que el triunfo fue arrollador y sin vuelta atrás. Es previsible que poco a poco las aguas retomen su nivel y vayamos entrando en una nueva normalidad política y, espero, democrática.
Cada partido y actor político deberá evaluar sus posibilidades y las decisiones que debe tomar frente a un futuro que no está muy lejano. Es obvio que Morena y Claudia se concentrarán en gobernar de acuerdo con el mandato que recibieron y, se prepararán para una nueva contienda en tan solo seis años. Un panorama distinto enfrentarán los integrantes de la coalición: Deberán dilucidar si desean una integración más duradera y, sobre todo, si es posible con sus historias y desavenencias en pasados muy recientes.
Cuesta imaginar unas comisiones de priistas y panistas intentando diseñar una plataforma compartida que se establezca con miras que trasciendan el enfrentamiento con un enemigo común. Imaginar a priistas veteranos dialogando con panistas de viejo cuño, parece un contrasentido; quizá el camino se podrá allanar si intervienen elementos jóvenes de ambos institutos.
Y si bien resulta complicado diseñar un organismo tal, parece menos viable que el PRI renazca en solitario, pero sí es posible, aunque complicado, que el PAN se reconstituya y sea una opción en el 2030.
Podría suceder que se alíen los residuos del PRI y PRD para tratar de formar una alternativa de centro, levemente inclinada al progresismo.
Eso apuntaría a la posibilidad de que en el 2030 sean tres los partidos que la busquen. No se trata de “borrón y cuenta nueva” que la historia no se puede ignorar ni desdeñar, es volver a un camino conocido, pero desde un punto de partida complicado y pleno de retos y obstáculos, que sus propias trayectorias moldearon.
Con eso tienen que lidiar, y aprender de sus descuidos; pero urge: El País necesita una oposición sana y organizada…
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