No traicionar
No me atrevería a señalar como traidores a aquellos políticos que han cambiado de colores partidistas, sí me atrevo a cuestionarlos.
El tercer y último principio fundacional del movimiento que hoy gobierna México presentaba un atractivo y seductor postulado, no traicionar. Capturaba el desencanto mayoritario y a la vez prometía que esta alternancia sería diferente. La Real Academia Española define traición como “La falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. Sin duda alguna se requieren agallas por parte de quienes hoy gobiernan al, sin hacer gestos, repetir y defender los principios de no mentir, no robar y no traicionar.
No me atrevería a señalar como traidores a aquellos políticos que han cambiado de colores partidistas, sí me atrevo a cuestionarlos. Si su fidelidad es a principios o a reconocer que su partido de origen perdió el rumbo, aplaudo a quienes se atreven a reconocer y se declaran independientes o migran de partido político. Churchill que algo sabía de cambios de partido reflexionaba: “Algunos hombres cambian de partido por el bien de sus principios; otros cambian de principios por el bien de sus partidos”. Desafortunadamente son pocos los casos en México de personajes públicos fieles a principios.
Sí señalo la traición de quienes hoy gobiernan sin respetar o tener principio alguno, que quebrantan a diario la lealtad que juraron guardar. Traición que queda en evidencia ante el abandono de su responsabilidad de gobernar para todos, al permitir un desordenado y obscuro manejo de la hacienda pública, al haber abandonado a su suerte grandes extensiones de territorio ante organizaciones criminales, al convertir en un duopolio la facultad del uso de la fuerza y recaudar impuestos, al destruir instituciones de protección ciudadana y garantes de derechos, al socavar el frágil sistema de salud, entre otras manifestaciones y consecuencias.
Seguramente habrá apologistas que señalarán que traicionar es parte del sistema edificado a partir de la revolución. La traición de la decena trágica, la de Tlaxcalantongo, la que señalaba Cárdenas al expulsar a Calles “por traición al programa de la revolución”, la que López Portillo reclamaba “¿Tú también, Luis?”, la que López Obrador reclamaba a Cárdenas por participar en Méxicolectivo, entre otras.
Las traiciones entre la “clase” política que forman parte fundacional del sistema de partidos, al continuar estos en manos de personajes que compiten entre sí para ver quién es el último sobreviviente, esa conceptualización de la política como un juego suma cero, conlleva graves consecuencias para todos.
Tocqueville sobre Democracia en América consideraba que la participación ciudadana era fundamental para su fortalecimiento, advertía sobre el riesgo de que sin participación la democracia podría degenerar en despotismo. México durante gran parte del siglo XX se ocupó en construir aquella dictadura perfecta y posteriormente ante el rotundo fracaso del estatismo de los setenta en construir una economía de mercado bajo un régimen político cerrado. La participación ciudadana se buscó que fuera siempre bajo un esquema de corporativismo capturado y ante la apertura los esfuerzos se centraron en captura y/o acotar a las organizaciones intermedias y de sociedad civil.
La colisión entre las contradicciones de una apertura económica agresiva y una apertura política acotada por quienes soñaban y sueñan por mantener capturadas instituciones políticas, intermedias y sociales para su beneficio, nos alcanzó. Contradicciones que generaron las condiciones perfectas para lo que hoy se cosecha, una regresión de décadas en: Democracia, separación de poderes, federalismo, transparencia, finanzas públicas, competencia, salud y educación. La desaceleración económica es consecuencia.
Se podría argumentar que quienes desde las organizaciones intermedias hoy en día contra natura se han convertido en comparsa al salir a propalar y defender los intereses de los gobernantes en detrimento de sus afiliados son omisos y al igual que muchos políticos quebrantan su fidelidad y lealtad debida. No sólo miente Durazo Montaño, que afirma no estar incrementando impuestos ni endeudar, cuando es evidente que es su iniciativa presentada bajo su firma y responsabilidad, mienten sus defensores, ambos traicionan su compromiso público y fidelidad a la verdad. Utilizando el mismo rasero hay que señalar a quienes en uso de membretes de organizaciones intermedias o sociales adulan el nuevo traje del emperador traicionando a sus representados.
Dante en su exploración del infierno en el primer canto encuentra a los aduladores en el segundo recinto del octavo círculo, me temo que el castigo descrito en la Divina Comedia para esos aduladores, políticos y líderes de hoy, no sería tal, muchos de ellos se sentirían en casa. A los traidores Dante los remite al noveno y último círculo, en cuyo centro se encuentra Lucifer. En el tercer canto explora el Paraíso donde encuentra a los sabios en la cuarta esfera y la sexta esfera o cielo a los buenos gobernantes. El abandono de obligaciones por parte de quienes hoy gobiernan es la causa de que muchos mexicanos se encuentran al igual que Dante explorando los círculos del primer canto. La posibilidad de ascender al tercer canto, en base a fe, esperanza y amor me motiva a seguir elevando mi voz.
Para no continuar en el infierno de Dante hay que participar, defender principios, respetar, proponer y bajo ninguna circunstancia por el sólo hecho de pertenecer o temor de ser excluido abandonar principios y callar.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí