La pandemia y el populismo mundial
El sábado pasado tuve una videoconferencia grupal con amigos, compañeros de la Universidad Harvard. Hace 21 años tuvimos la ceremonia de graduación y ahora platicamos largo y tendido.
El sábado pasado tuve una videoconferencia grupal con amigos, compañeros de la Universidad Harvard. Hace 21 años tuvimos la ceremonia de graduación y ahora platicamos largo y tendido.
Algunos estaban en Estados Unidos (Oregon, DC, San Francisco, Dallas, Atlanta, Boston, Los Ángeles); otros en Sudáfrica, Rumania, Dinamarca, Israel, Alemania, Perú. Todos coincidimos en el hecho de que vivimos la misma realidad, una situación global nunca antes vista. Todos en “quarantine”, todos sorprendidos, asustados.
Con el temor de un virus que está ahí en el aire y no sabemos qué hacer con él, pero con la otra gran incertidumbre: Cuándo va a acabar, de qué manera, cómo va a ser el regreso a la “vida normal”… ¿vamos a volver a esa vida normal?
Fue generalizado, con dos excepciones, el juicio contra la actitud de los gobiernos. Los norteamericanos no logran entender el “populismo” de Trump. Si la situación no es peor se debe a ciudadanos que se lo han tomado muy en serio, influidos en gran parte por el caos que emergió en Nueva York.
La postura presidencial parece que le va a costar la reelección el próximo mes de noviembre, cuando vaya contra Joe Biden.
En Rumania se vive una situación muy parecida a la de México. Platicaba Dan que es complicado entender un Gobierno que quiere minimizar los hechos, que no tienen idea de cuántos casos hay, de pruebas que tardan cinco días (la etapa crucial para el enfermo) en dar a conocer los resultados.
Y eso que él tiene la ventaja de vivir en la capital, Bucarest. Nadie sonrió cuando dije que parecía que estaba hablando de México, quizá haya algo en nuestras raíces latinas (al menos de los idiomas nativos)… quizá sea un virus que ha afectado por igual a los mandatarios de la gran mayoría de los países.
Nos preguntamos la razón de esa actitud de los políticos. Cómo entender la negación de algo tan evidente. Por qué no hablan con la verdad, si los ciudadanos estamos muy conscientes de que se trata de un problema global.
Lo que sí viene a ser su responsabilidad es la manera en que lo enfrentan y ahí se han equivocado muchos. Ocultando cifras oficiales (salió a relucir ese “Método Centinela” usado en México para decirnos que los casos oficiales los multipliquemos por 8.5) en lugar de mostrarnos la realidad para que entendamos, para que lo tomemos con la mayor seriedad, para que nos protejamos en casa y sepamos que al salir nos ponemos en riesgo nosotros y ponemos en riesgo a los demás.
En México, nuestro Presidente hace un “happening” para anunciarnos que “vamos muy bien” si nos comparamos con otros países. Además de que es mentira, ¿para qué le mueve? Los que hemos seguido de cerca el caso sabemos que inexplicablemente lo quiso minimizar, siguió con sus besos y abrazos hasta cuando estábamos en la “fase 2”, lo cual fue completamente irresponsable, y hasta envió un video invitando a salir a restaurantes al tiempo que sus “expertos” recomendaban todo lo contrario.
La llegada de la pandemia no es su responsabilidad, pero la manera en que la ha enfrentado sí. El sábado escuché que no es un problema privativo de los mexicanos, que el “populismo” domina a la clase política mundial, lo que significa que a la mayoría de los gobernantes les interesa más su estatus personal, su posición política, que los mejores intereses del pueblo.
Así como tenemos una mayoría de ciudadanos del mundo en cuarentena, asustados y decididos a seguir con el encierro, nos encontramos casos tan irresponsables como el de las personas que autorizaron una fiesta grupal de la etnia yaqui de Hermosillo, el sábado, o en Tecoripa, la noche del viernes. Mientras en Iztapalapa hacían su tradicional viacrucis (más de 170 años celebrándolo) sin público, acá se daba manga ancha a los “usos y costumbres” yaquis. Ojalá no sea fatal el desenlace, pero quién explica la impunidad de que gozan las etnias.
Volviendo al tema original. A todo el temor del momento se une el desafío del futuro. ¿Cómo va a ser nuestro regreso a la “normalidad”? ¿Lo sabrán los políticos? El Gobierno federal no supo manejar el arranque, entonces no tenemos la más remota idea si saben cuándo y cómo se va a decretar el final. Cuándo, cómo y con qué vamos a aplastar el botón del “reinicio".