Estados Unidos: El impacto de la deuda en el poder
La cuestión es que, de lo que se está hablando en Washington en estos días (una vez más), no es acerca de cómo pagar esa deuda o reducir el déficit, sino acerca de cómo obtener el permiso del Congreso para endeudarse más.
“La capacidad de Estados Unidos de manejar sus finanzas está directamente ligada a su capacidad de permanecer como el poder militar predominante a nivel global…Así es como los imperios caen. Todo empieza con una explosión de deuda. Termina con una inexorable reducción de los recursos disponibles para el ejército, la fuerza naval y la fuerza aérea”. Esto escribió el historiador Niall Ferguson en 2009. Doce años más tarde, cuando ese país tiene una deuda mucho mayor, cuando la superpotencia se enfrenta ante la posibilidad de incumplir con los compromisos que esa deuda genera, y cuando lo que se está discutiendo es la autorización para permitir que esa deuda siga creciendo, el análisis de las implicaciones que todo ello tiene en temas de poder y geopolítica, resulta más pertinente que nunca. De acuerdo con datos de EU, la deuda pública de ese país alcanzó los 28 billones de dólares en junio de 2021. Japón sobrepasó a China como el mayor acreedor de esa deuda el año pasado. Además, esa deuda crece a diario, pues el país opera con un gigantesco déficit. Como resultado, continuamente necesita elevar su techo de endeudamiento. Hay quienes piensan que ese tipo de deudas son administrables, y mientras se cubran los intereses y se manejen con cuidado, no hay mayor problema. Sin embargo, tanto el déficit como una deuda de ese tamaño, generan consecuencias en la toma de decisiones. Un poder global como lo es EU, tiene incontables compromisos más allá de sus fronteras, la necesidad de desplegar tropas en decenas de sitios, la carga de mantener presencia marítima en puntos estratégicos, de contar con bases aéreas, de mantener al día todo su equipo militar, de sostener a las tropas desplegadas, llevar a cabo ejercicios militares, respaldar alianzas y proyectarse como el país que no solo cuenta con la mayor fuerza del planeta, sino que está dispuesto a utilizarla. Todo lo anterior, manteniéndose, además, siempre a la vanguardia tecnológica mediante investigación y desarrollo de tecnología de punta. Esa serie de factores, sumados, tienen un costo económico brutal. Y sí, por supuesto que Estados Unidos es el país que más invierte en el rubro militar. El problema es que cuando el dinero escasea, las decisiones acerca de cómo se deben asignar los recursos necesitan tomarse de acuerdo a las prioridades. Hay rubros o regiones que sí ameritan la inversión o el gasto. Otros, en cambio, tienen que verse sacrificados. Además, cuando el país decide destinar esos recursos escasos, digamos, a una aventura militar en el exterior, entonces también requiere de sacrificar algunos rubros en política económica interna. Simplemente no alcanza para todo. O bien, está ahí la alternativa de seguir creciendo la deuda, y con ella, los intereses que hay que cubrir cada mes. Esto genera tensiones que naturalmente debilitan a esa superpotencia aún más, pero imponen preguntas ineludibles en torno a si hay o no hay capacidad para intervenciones militares o para respaldar las amenazas que a veces hace la superpotencia. Por ello, la discusión actual acerca de la deuda importa. Los dineros no son, obviamente, el único factor, pero sí cuentan. La cuestión es que, de lo que se está hablando en Washington en estos días (una vez más), no es acerca de cómo pagar esa deuda o reducir el déficit, sino acerca de cómo obtener el permiso del Congreso para endeudarse más, porque de no hacerlo, no alcanzan los recursos para cumplir con los compromisos adquiridos. En otras palabras, no estamos ante el final de la historia, sino en un episodio más de cómo las finanzas del gigante tenderán cada vez más a entorpecer sus despliegues de poder global a los que nos tenía acostumbrados.
Analista internacional.
Twitter: @maurimm
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí