¿Invadimos Arizona...?
Esta entidad fronteriza fue territorio mexicano hasta 1848, cuando los afanes imperialistas norteamericanos nos arrebataron la mitad septentrional de nuestro territorio
El gobernador de Arizona es Doug Ducey, un republicano de 57 años. Fue elegido en 2014 y termina su segundo periodo en 2022. Se ha distinguido por sus continuos desencuentros con Joe Biden en asuntos como el uso de tapabocas en sitios públicos o guardar una distancia prudente para evitar contagios.
También ha desafiado las políticas fronterizas del Biden y ha definido la inmigración latina como una crisis nacional producto de la tibieza de los demócratas y el mandatario actual.
Esta entidad fronteriza fue territorio mexicano hasta 1848, cuando los afanes imperialistas norteamericanos nos arrebataron la mitad septentrional de nuestro territorio. Y en 1853, por el Tratado de la Mesilla, obligaron a Santa Ana a vender la porción sureña del actual Estado. Pero Tucson y el Sur de la entidad fueron culturalmente mexicanos hasta la segunda década del siglo XX.
Los inmigrantes no latinos, caucásicos se dicen, blancos, protestantes y de extracción europea, comenzaron a llegar después de la primera guerra y se consolidaron como mayoría a partir de la medianía del siglo XX. Su llegada fue reduciendo la proporción de población de origen indígena o mexicano. El mismo gobernador Ducey es originario de Ohio y llegó a estudiar en la Universidad Estatal de Arizona en 1982.
Pertenece a la generación de políticos republicanos ambiciosos y belicosos que consideran a Trump y sus tácticas teñidas de falsedades, racismo y deshonestidad, un camino válido para convencer a muchos votantes ignorantes y decepcionados a los que el sueño americano se les ha escurrido de las manos, una y otra vez...
Ellos se han dedicado a promulgar leyes y reglamentos racistas y discriminatorios, diseñados para impedir que la población latina participe en la política y la administración de su estado.
Esta dinámica intolerante produjo seres tan estrambóticos y desequilibrados como aquel sheriff que hostigaba a todo el que le pareciera mexicano; o los vigilantes armados que cuidaban la línea divisoria y que, entre otros episodios patéticos, irrumpieron en un domicilio en Arivaca, al Norte de Nogales, y mataron a un ciudadano de cultura mexicana, y a su hija de 9 años, porque los consideraron culpables de ser sospechosos...
Ahora, cuando el Gobernador afirmó que los demócratas no actúan contra los indocumentados, varios colegas suyos lo conminaron a que invoque medidas extraordinarias frente a lo que califican como una invasión a su territorio. Alegan que debe utilizar poderes de guerra para defender la integridad de su patria; exigen que mande militares a defenderlos de una horda extranjera invasora: Los indocumentados. Se necesita, dicen, atacar con armas a los que cruzan el desierto para conseguir trabajo. En su obtusa visión son una milicia que invade los Estados Unidos y resulta imperativo contratacarlos. Así, sin más argumento...
Quien encabeza esta ridícula y peligrosa argumentación, es un representante estatal, Jack Hoffman, cuyo historial lo descalificaría, si no operara entre los fanáticos de Trump: Tiene una empresa digital que difundía una guía para el voto, y en la cual inventaba cuentas falsas y mostraba ciudadanos inexistentes expresando opiniones conservadoras, para convencer al público de sus opiniones. Twitter lo suspendió por emplear conductas coordinadas e inauténticas para apoyar sus posiciones extremas.
Facebook le suspendió 262 cuentas porque eran plataformas manipulativas: Ahí y en Instagram y Twitter, inventaban personajes y opiniones para inclinar al público hacia sus intereses proselitistas.
El tinglado es preocupante: Un político embustero y sin escrúpulos califica a quienes migran a su país como ejército invasor; una amenaza inexistente que puede encrespar a una población desinformada y presta a creer cualquier versión por descabellada que resulte. De ahí a las agresiones y hostigamiento en contra de cualquiera que asemeje mexicano hay un tramo muy estrecho.
Desgraciadamente hay una proporción de estadounidenses que portan armas, legal pero no legítimo, son de gatillo fácil y rápido y, no sobra decirlo, muy poco avispados. Van a ser un peligro para habitantes, o visitantes, que no sean rubicundos, angloparlantes y vocingleros...
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