AMLO y la opinión

“No existe la opinión pública. Lo que hay es opinión publicada”. Winston Churchill

Muchas veces he escuchado en los últimos días que el presidente López Obrador ha cometido, ahora sí, errores graves que afectarán su popularidad. La casa de Houston de su hijo, José Ramón López Beltrán, afirman, es equivalente a la “casa blanca” de Angélica Rivera, la ex esposa de Enrique Peña Nieto. Añaden que con la casa blanca comenzó el declive en la popularidad de Peña Nieto. Confunden, sin embargo, la opinión pública con la publicada, aunque la opinión publicada hoy se difunda más por lo que presidente antes llamaba las “benditas” redes sociales

Si bien las acciones de López Obrador han enfurecido a la comentocracia, no parece que la popularidad del presidente se haya visto afectada. La última encuesta de Alejandro Moreno en El Financiero, divulgada el 3 de febrero, daba al presidente una aprobación de 60%. Es cierto que hay una disminución de siete puntos porcentuales, desde el 67% de diciembre, pero la cifra sigue siendo más que saludable; es la misma, por otra parte, que se registró en octubre de 2021. La medición diaria de Consulta Mitofksy, basada en un sondeo digital y publicada en El Economista, arrojaba este 14 de febrero una aprobación de 60.9%, también con una caída desde el 65.9% de noviembre de 2021. Son cifras envidiables. No veo un problema hasta ahora en la popularidad del Presidente.

¿Debe sorprendernos? No creo. La aprobación o rechazo de un gobernante tiene que ver más con consideraciones emocionales que informativas. El porcentaje de ciudadanos que toma en cuenta argumentos éticos o legales, como los que se han presentado en los conflictos de interés de López Beltrán, es bastante pequeño, a pesar de su relevancia en medios y redes sociales. El presidente solo ha perdido el respaldo de un minoritario círculo rojo.

Los mexicanos no han demostrado nunca una gran convicción democrática. En la encuesta de Latinobarómetro de 2021, solo 47.2% de los mexicanos consideraba que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de Gobierno”, un porcentaje inquietantemente bajo. En contraste, 24.6% señalaba que, “en algunas ocasiones, un gobierno autoritario es preferible” a una democracia, uno de los niveles más altos de Latinoamérica. López Obrador ha ofrecido a los mexicanos una propuesta de gobierno fuerte que concentra el poder y contrasta con la percibida debilidad de sus predecesores. No solo el presidente recuerda con nostalgia los tiempos del viejo PRI, cuando el gobierno decidía todo mientras repartía dádivas; millones comparten su nostalgia.

Por lo pronto, el presidente está utilizando la consulta de revocación de mandato como un nuevo mecanismo para apuntalar su popularidad. Poco le importa que sea un gasto innecesario. Su objetivo no es la austeridad, sino ser celebrado como uno de los mejores presidentes de la historia. Hasta el momento, por otra parte, no hay indicios de que su fuerza política esté menguando. Este próximo 5 de junio habrá elecciones en seis estados, ninguno de los cuales es gobernado hoy por Morena; hasta este momento las encuestas sugieren que su partido ganará cinco.

El escándalo de la casa blanca de Angélica fue el inicio del desplome de Peña Nieto en la opinión pública, pero difícilmente la casa de Houston de José Ramón tendrá las mismas consecuencias para López Obrador. La diferencia es que Peña Nieto era visto como un presidente distante y superficial, mientras que Andrés Manuel, a pesar de sus faltas, es considerado por millones como cercano y cálido.

INAI

Ayer AMLO le pidió al INAI que viole la ley y divulgue datos personales de un ciudadano privado. El presidente no es tonto y sabe que el instituto no puede hacerlo; pero lo que busca, como con el INE en la revocación de mandato, es debilitarlo para concentrar más el poder.