El poder de la humildad
Todos los mensajes en los diseños, empaques y comunicaciones con el cliente deben brillar por su simplicidad
La humildad es la semilla del éxito del trabajo en equipo, de la sinergia y de la retroalimentación en la gestión de proyectos.
La junta de Consejo fue muy buena, con un diálogo de extraordinaria riqueza. Habíamos trabajado durante más de un año en el proyecto de lanzamiento del nuevo negocio e invitamos a la reunión a dos expertos en la industria que para todos los demás es desconocida.
Primero el empresario hizo una muy clara introducción al tema de la reunión: El nuevo negocio y sus antecedentes. Esto sirvió para compartir el contexto en el que se ha desarrollado este proyecto, incluyendo la situación del grupo empresarial.
Después el líder del proyecto presentó con gran profesionalismo las fases que se han recorrido, los mercados, productos, marca, empaques, tecnología, planes de acción y proyecciones financieras.
Una vez terminada la presentación los consejeros hicieron varios comentarios muy pertinentes sobre la presentación hecha. Entonces los expertos empezaron a hacer algunos cuestionamientos muy atinados y enriquecedores. De verdad que agregaron mucho valor a la reunión. Todos recibimos con mucho interés su retroalimentación. Solamente el líder del proyecto, al principio, respondía uno por uno todos los planteamientos.
Esta postura, que parecía defensiva al inicio, como buscando justificar todo el trabajo realizado, de pronto cambió. Este hombre de pronto se dio cuenta que dar explicaciones no servía de nada para la dinámica que queríamos todos crear. En ese momento apareció una valiosa virtud crucial que transformó la reunión, la humildad. Él mismo se reconectó con su postura al proceso de cocreación.
Esta es una cualidad fundamental para pensar juntos, para trabajar con las ideas de otros, para construir aprovechando las aportaciones de todos. De ahí en adelante toda la dinámica fue otra. Encontramos que algunos componentes del nuevo proyecto los tenemos que volver a revisar a la luz de los siguientes criterios:
La propuesta de valor. Tenemos que asegurar que esté cabalmente diseñada para satisfacer las expectativas del cliente. Debe haber maneras de asegurar eso. Si algo no le satisface al encontrarse con nuestro producto, debemos modificarlo cuanto antes.
Todos los mensajes en los diseños, empaques y comunicaciones con el cliente deben brillar por su simplicidad. Aquellos mensajes que sean superfluos, que no sean muy relevantes para él, restan valor a la oferta.
No nos conduce a nada revisar nuestras propuestas de valor con el afán de validar nuestras creencias. Al contrario, la revisión se hace con la convicción de que nuestras premisas pueden no ser válidas.
La clave de estos ejercicios, y de cualquier intento de hacer sinergia pensando juntos, es construir con las ideas de los demás. Argumentar contra los que aportan ideas diferentes sólo mata posibilidades.
La escucha activa se centra en ayudar a la otra persona a redondear y madurar su idea, que nunca se plantea completa y terminada, pero que entre todos podemos perfeccionar.
Cuando me cuestionan en algo que pone en duda la validez de lo que he hecho, no me defiendo ni justifico, sino pregunto más: ¿Puedes profundizar en lo que percibes?, ¿qué estás viendo para plantear eso?, ayúdame a comprender lo que estás observando.
Si estamos desarrollando un nuevo producto y ya tenemos el primer prototipo, busquémosle todo lo que podría no funcionar. Si ya creemos tener el producto mínimo viable, lancémoslo al mercado para aprender de él y empezar a hacerle ajustes.
Todos estos criterios, que vivimos en la reunión, funcionan cuando quienes participamos en el proceso nos mostramos con plena humildad al presentar nuestros avances y al exponer nuestros puntos de vista. Sin humildad el diálogo pierde calidad y se convierte en debate estéril.
El cultivo de la virtud de la humildad fortalece los equipos humanos, sustenta la calidad de nuestra comunicación, favorece el aprendizaje organizacional y propicia la gestión de valor de manera colegiada en nuestras organizaciones.
Lo que nos debilita en realidad es la falta de humildad.