Italia: ¿Entre el neofascismo y el pragmatismo?
El componente neofascista obliga a revisar las particularidades en Giorgia Meloni, la vencedora.
Italia se suma a los países en Europa gobernados por la llamada “derecha extrema iliberal”. Pero en este caso, el componente neofascista obliga a revisar las particularidades en Giorgia Meloni, la vencedora. En 2014, Meloni anunció que había “llegado el momento de decirle a Europa que Italia (debía) abandonar la eurozona” (Ferraresi, 2022). Sin embargo, conforme su ascenso al poder se fue haciendo más factible, esos objetivos desaparecieron de la agenda del partido. “No creo que Italia deba abandonar la eurozona”, admitió en 2021. Algo similar ha sucedido en cuanto a su postura en relación con Putin, de quien era cercana. Su posicionamiento actual en ese tema parece más próximo a la postura oficial de Europa. Exploro algunos aspectos de estos temas.
Primero, el crecimiento de la extrema derecha en el mundo es la respuesta de amplios sectores de la sociedad ante situaciones como, por ejemplo, las crisis económicas, pero especialmente cuando éstas se combinan con otro tipo de crisis sociales y políticas, como la fractura en la confianza en las instituciones. Frecuentemente se trata de clases medias o clases trabajadoras que no se sienten integradas o identificadas con la política tradicional, con los discursos de las élites gobernantes, de los medios tradicionales o las élites académicas y científicas. Así, estos movimientos tienen un amplio eco cuando promueven políticas nacionalistas, aislacionistas, antiinmigrantes, cuando se lanzan contra el ecologismo, el feminismo, los derechos de la comunidad Lgbtq+, los derechos raciales y cuando, en cambio, promueven los “valores tradicionales”, religiosos o los “derechos raciales de los blancos”.
Segundo, dice el historiador Tooze, una cosa es analizar el fascismo histórico, y otra distinta es hablar del actual. Algo que definía al fascismo clásico era su vertiente antisocialista, y también su vertiente antiliberal. Pero como explica Tooze, el fascismo histórico no tenía la capacidad de apelar a la misma base a laTercero, la distancia entre las propuestas originales de Meloni y lo que realmente tendrá capacidad de hacer. En parte por su propia posible moderación a la hora de gobernar y también por las restricciones de su coalición. Berlusconi, importante componente de ésta, afirma que, si Meloni adopta una línea antieuropeísta, su partido abandonaría el Gobierno. Pero el otro tema tiene que ver con las restricciones estructurales que existen tanto dentro del sistema italiano, como dentro de la UE, de la que Meloni en buena medida terminará por depender cual lo está haciendo el neofascismo de Meloni. Cualquier persona a la derecha del centro parece ser un objetivo legítimo que encuentra atractivo en su discurso nacionalista, antiliberal, antisocialista, antiinmigrante, antiparlamentario y de culto a la personalidad.
Cuarto, las implicaciones de política exterior. Como dijimos, parece haber coincidencia en que, en principio, no sólo la membresía de Italia en la UE, sino la participación de ese país en la eurozona, no están amenazadas. También muchos se han apresurado a afirmar que Meloni, a pesar de polémicas posiciones respecto a Rusia, no romperá la unidad europea contra Moscú. No obstante, en ambos aspectos quizás valdrá la pena esperar.
Independientemente de ello, estamos ante un fenómeno global. Fuera de que hay temas estructurales que han hecho que las bases de la extrema derecha crezcan, a medida que se han incrementado los factores potenciadores de crisis -la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación y las alzas a los energéticos, son ejemplos- aumentan las posibilidades de que ciertos discursos, como el de Meloni, hagan lo que otros no hacen: Conectar.
Analista internacional