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60 años, crisis de los misiles cubanos (parte uno)

A los 60 años de estos extraordinarios eventos, la preocupación de un holocausto nuclear está de nuevo sobre la mesa

En octubre de 1962, Estados Unidos y la Unión Soviética se encontraban en un peligroso enfrentamiento por la presencia de misiles nucleares rusos en Cuba. El profesor de Harvard, Graham Allison, en un artículo que publicó hace 10 años, “Foreign Affairs”, titulado “La Crisis de los Misiles a los 50”, subrayó que “100 millones de estadounidenses y 100 millones de rusos podían haber muerto” en un holocausto nuclear si el proceso de negociación entre el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, y el premier soviético, Nikita Khrushchev, hubiera fracasado.

Los eventos que sucedieron esos trece días de octubre en 1962, hace 60 años, han sido materia de detallado análisis por académicos, funcionarios e historiadores, buscando en las grabaciones de los Kennedy, memorándums de la Casa Blanca, detalladas entrevistas de los protagonistas rusos, cubanos y estadounidenses, lecciones importantes para líderes y sus asesores que tienen que negociar y tomar decisiones ante una crisis, inclusive una crisis que podría costarle la vida a millones de personas.

Y a pesar de que ya pasaron 60 años, y décadas de estudios y análisis, parecería que la historia peligrosamente se repite: Hace unos días, el presidente Joe Biden alertó sobre la posibilidad de una “Armagedón” nuclear que podría iniciar su homólogo ruso, Vladimir Putin. El mandatario estadounidense dijo que tras las amenazas de Putin sobre un posible uso de armamento atómico, el mundo enfrentaba “su nivel más alto de riesgo desde la crisis de los misiles de Cuba” de 1962. El líder del Kremlin “es un tipo al que conozco bastante bien y no está bromeando cuando habla del uso de armas nucleares, biológicas o químicas, declaró el presidente Biden.

Ahora, a los 60 años de estos extraordinarios eventos, la preocupación de un holocausto nuclear está de nuevo sobre la mesa, debido a un enfrentamiento entre Estados Unidos, Rusia y un tercer país, en este caso Ucrania, en lugar de Cuba.

Son varias las áreas de interés que resaltan los académicos al estudiar los trece días y la resolución pacífica del 28 de octubre en 1962, incluyendo comunicación y liderazgo en crisis, relación cívico-militar, técnicas de negociación, papel de organismos multilaterales y procesos de toma de decisiones. En mi caso, de las lecciones que resalto cuando uso este caso en los cursos de maestría en Seguridad Nacional, es la amenaza del uso de la fuerza en los procesos de negociación y eventual desescalada de un conflicto.

En la publicación del profesor Graham Allison, él señala la importancia de no encasillarse en opciones obvias y promover un proceso de toma de decisiones que permita a asesores negociar con soluciones creativas. En el caso de Kennedy, sus asesores (incluyendo su hermano Robert, quien era procurador) le presentaron dos opciones: Atacar o aceptar misiles nucleares rusos en Cuba. Cualquiera de estas dos alternativas podría haber resultado en el inicio de una tercera y última guerra mundial.

Kennedy afortunadamente buscó una tercera alternativa: Una promesa pública de no invadir a Cuba, un ultimátum privado enviado directamente a Khrushchev amenazando atacar a Cuba en 24 horas, pero con un elemento que permitió al premier ruso “salvar-cara”: El retiro de los misiles estadounidenses en Turquía seis meses más tarde.

Pero para llegar a una solución negociada, el presidente Kennedy tuvo que escalar el nivel de violencia y la amenaza de implementar una “cuarentena” a la isla, que casi resultó en un enfrentamiento donde se usarían misiles con cabezas nucleares, según testimonios rusos y cubanos.

Al amenazar hacer uso de la fuerza, debe de hacerse respaldado con un lenguaje y acciones contundentes que no pongan en duda la decisión del Gobierno. En el caso de la crisis de los misiles, Kennedy ordenó un bloqueo de la isla e incrementó el estado de alerta de las fuerzas armadas. Señala Graham que “Kennedy pensó que era necesario incrementar a corto plazo los riesgos de una guerra para poder disminuirlos a largo plazo”.

Y esto tal vez explica los comentarios de Biden ante la amenaza de Putin. Pero en este momento, el mundo es el jamón del sándwich de la discordia entre Rusia y Estados Unidos. Y aunque no es claro cómo será la desescalada del actual conflicto, “hay que ponerse en los zapatos del otro país” y “ayudarlos a salvar cara”, como lo subrayó Robert F. Kennedy, hermano del presidente Kennedy, en su libro “Trece Días”. Desarrollaremos las estrategias de negociación en la siguiente entrega.

Ana María Salazar es analista política y experta en temas de seguridad.

En Internet: www.anamariasalazar.com

Facebook: anamariasalazarslack

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