El costo de prometer mucho (y no cumplir)
Estoy seguro de que ustedes pueden recordar a un montón de políticos latinoamericanos y estadounidenses que han prometido el Sol y la Luna y, por supuesto, no cumplieron
Estamos tan acostumbrados a escuchar a políticos prometer tanto y luego no cumplir, que ya es normal suponer que lo hacen por costumbre, por malicia o porque saben que, a la larga, pocos se acordarán de lo que prometieron. O porque saben que pueden culpar a la oposición por obstaculizar sus buenas intenciones. El argumento va, más o menos, así: Yo traté de cumplir, pero no me dejaron, las circunstancias cambiaron o ya se les olvidó.
Los candidatos a ocupar algún cargo importante son, particularmente, adeptos a prometer mucho y luego no cumplir. Es fácil decir que hay que cambiar las cosas cuando le toca a otro hacerlo. Pero una vez en el puesto, muchas de esas promesas de campaña van desapareciendo, una tras otra.
Estoy seguro de que ustedes pueden recordar a un montón de políticos latinoamericanos y estadounidenses que han prometido el Sol y la Luna y, por supuesto, no cumplieron.
En México, de donde vengo, tuvimos un presidente -José López Portillo- que en 1981 prometió “defender como perro” al peso. La frase se hizo famosa en parte porque resultó ser una triste ironía: Poco después se desencadenó una terrible crisis económica que duró años y provocó que muchos mexicanos (incluido yo) saliéramos del País.
Les cuento esto a unos días de unas elecciones importantes en Estados Unidos. Le llaman “de mitad de mandato”, pero en realidad se ganan con las bases partidistas y casi siempre en los extremos de la política. Parece que ya nadie gana elecciones buscando el centro. Están en juego los 435 puestos de la Cámara de Representantes, una tercera parte del Senado, y en varios estados hay varias elecciones, incluyendo de Gobernador.
La historia, que es muy terca, nos indica que el partido del Presidente en turno suele perder votos y poder en las elecciones de mitad de mandato. Las últimas encuestas que vi -del confiable sitio FiveThirtyEight- pronostican que el Partido Demócrata podría perder el control de la Cámara y también es posible que lo pierdan en el Senado.
Si eso pasa, olvídense de una reforma migratoria para regularizar a los casi 11 millones de indocumentados en Estados Unidos. Los republicanos no parecen estar dispuestos a moverse a menos que se garantice la seguridad en la frontera. Pero, como se sabe, eso es imposible. La frontera entre México y Estados Unidos es porosa por historia y naturaleza. Nunca será impenetrable. Ni muros, desiertos peligrosos, un enorme río y miles de agentes fronterizos pueden detener a alguien que busca un futuro mejor del otro lado. Y, para probarlo, ahí están los cientos de personas que lo intentan todos los días, entre ellos refugiados cubanos y venezolanos.
El Partido Demócrata nos ha hecho a los latinos promesas migratorias. En 2008, cuando Barack Obama aún era candidato, prometió en una entrevista que “en el primer año (de mi presidencia) tendremos una propuesta migratoria que yo pueda apoyar con fuerza”. “¿En el primer año?”, le volví a preguntar. “En el primer año”, contestó. Pero no cumplió (a pesar de que su partido tenía supermayoría para pasar cualquier ley en ambas cámaras del Congreso de enero a agosto de 2009).
En 2016, la candidata Hillary Clinton también prometió que en sus primeros 100 días en la Casa Blanca presentaría al Congreso una reforma que allanaría una vía para algunas personas indocumentadas de obtener estatus legal. Pero Donald Trump fue quien llegó a la presidencia. Luego Joe Biden prometió enviar al Congreso una reforma migratoria en su primer día en el cargo. Y lo hizo. El problema es que Biden nunca contó con los votos necesarios para aprobar su propuesta. Y todo quedó en el aire.
Una historia de promesas. Una historia de desilusiones.
Muchos hispanos recuerdan bien esas ideas de reformas migratorias de Obama, Clinton y Biden. Y cómo fueron utilizadas para atraer su voto. También saben que, por distintas razones, nunca se cumplieron. Entre muchos miembros de nuestra comunidad hay una enorme frustración y cansancio por esos planes y proyectos que no se llevaron a cabo. Desde 1986 -cuando el presidente republicano Ronald Reagan aprobó la última reforma migratoria- estamos escuchando lo mismo. Y ya no queremos más promesas vacías.
Algunos integrantes del Partido Republicano saben esto y lo están aprovechando. “Los hispanos han entendido que los demócratas han jugado con ellos durante 30 años”, me dijo la congresista republicana María Elvira Salazar. “Todo han sido promesas falsas”. (La congresista de origen cubanoamericano tiene su propia propuesta migratoria llamada Ley Dignidad).
La congresista republicana Mayra Flores, quien hace poco ganó su puesto en un distrito del Sur de Texas dominado históricamente por los demócratas y ahora busca la reelección, me dijo que los demócratas “siempre usan este tema, en cada elección, para obtener el voto latino”. Y agregó: “Ellos tienen la mayoría, también en el Senado, y tienen al Presidente; y, sin embargo, no han podido hacer nada”.
Por su parte, el senador demócrata Alex Padilla no está de acuerdo. El Senado está dividido por la mitad: Con 50 senadores demócratas y 50 republicanos. Y la realidad es que hoy en el Senado no existen los 60 votos necesarios para iniciar el debate sobre la reforma migratoria. Los demócratas necesitan “la cooperación de suficientes republicanos en el Senado, y todavía no lo hemos logrado”, me explicó el senador de California. “Los republicanos me dicen que están de acuerdo en privado”, pero asegura que no lo dicen en público.
Y en esas estamos.
No pasa nada.
Entiendo que hay otros temas más importantes que inmigración en estas elecciones del 8 de noviembre. La economía, la inflación y los trabajos bien remunerados aparecen por arriba en casi todas las encuestas. También está la enorme preocupación por el futuro de la democracia en Estados Unidos y el acceso a un aborto seguro. Pero el tema migratorio está muy presente entre los latinos, es algo muy cercano al corazón. Creo que en el país casi todos somos inmigrantes o conocemos a alguien que lo es. Y si los demócratas han prometido tanto, por tanto tiempo, en un tema tan importante y significativo, y no han cumplido, la paciencia de los hispanos se agota y piden resultados. Es posible que muchos voten por el otro partido.
Según informes recientes y encuestas, parece que más latinos se están yendo hacia el Partido Republicano. Y cuando se trata de escoger Presidente muchos latinos han optado por el lado republicano. Donald Trump pasó del 28% del voto hispano en las elecciones presidenciales de 2016 a un 38% en 2020, según el análisis del Centro Pew. Esto acerca a los republicanos al sueño del ex presidente George W. Bush y su asesor Karl Rove de dividir por la mitad el voto latino.
Pronto veremos si la tendencia del voto latino hacia la derecha en elecciones presidenciales se mantiene en estas votaciones o si se trata, únicamente, del fenómeno Trump. Pero lo que sí está claro es que prometer mucho e incumplir, no es la mejor manera de ganar votos. Todos, al final, se cansan. Quien mucho promete…
Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros, el más reciente es "A Country for All: An Immigrant Manifesto".