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Momias contemporáneas

En México la primera causa de muerte en el último año (Inegi, 2021) fue por las enfermedades del corazón

¿Qué pensaría usted si le dijeran que hoy morimos de lo que la gente moría hace tres o cuatro mil años? La pregunta tiene sentido toda vez que prevalece hoy la idea de que las enfermedades del corazón y las arterias -enfermedades cardiovasculares- son un azote propio de nuestra época y no un asunto del pasado. Llevemos la mirada a nosotros mismos y encontraremos que en México la primera causa de muerte en el último año (Inegi, 2021) fue por las enfermedades del corazón, aún por encima de los casos fallecidos por coronavirus y diabetes, por cierto en consonancia con el hecho de que la entidad más mortífera en nuestro País es la CDMX con una tasa de 138 muertes por cada 10 mil habitantes, hecho cuya explicación se atribuye a ser la entidad más modernizada por sus condiciones de estrés, contaminación, alimentación y menor actividad física, muy por encima de la tasa más baja que es de 59, correspondiente a Quintana Roo. Pues bien, resulta que hace diez años un equipo combinado de investigadores egipcios y norteamericanos se abocaron a estudiar mediante imágenes de tomografía radiográfica los cuerpos momificados de 50 egipcios de hace tres mil quinientos años y como muestra emblemática se han exhibido las imágenes de las arterias del corazón de una princesa de aproximadamente cuarenta años en las que se advierte con toda precisión la presencia de placas de calcio, algo así como una especie de “sarro”, adheridas a las paredes de las arterias y que podrían haber bloqueado el paso de sangre dejando porciones del músculo del corazón sin recibir la adecuada irrigación lo que pondría en alto riesgo a la joven mujer de haber sufrido un ataque cardiaco grave y fatal; este es el caso de aterosclerosis cardiaca más antiguo que se haya documentado. Siete momias tenían placas de calcio en las arterias que conducen el flujo de sangre hacia el cerebro (ver imagen adjunta) o hacia las extremidades inferiores u otros órganos ratificando así que la aterosclerosis no es un mal propio de las civilizaciones modernas sino que ya estaba presente hace al menos 35 siglos. El 45% de las momias mostraron placas de calcio en sus arterias constituyéndose en un hallazgo prácticamente seguro de aterosclerosis con riesgo de terminar en un infarto cardiaco, infarto (o “embolia”) cerebral y obstrucción circulatoria de piernas y pies. Los egipcios consumían alimentos sin grasas transcolesterol, en el caso de carnes se estima que eran magras, no fumaban y físicamente eran más activos que el promedio de la gente de hoy, y estas consideraciones nos llevan a subrayar que la influencia genética y hereditaria es quizás aún más importante de lo que suponemos de manera que, quienes sepan de enfermedad cardiovascular en sus padres, abuelos o más antepasados, deben tener aún más cuidado de evitar hábitos de riesgo, pues bien demostrado está que de hacerlo podrán lograr retrasar o evitar trastornos cardiovasculares. Bajo advertencia no hay engaño. En este contexto las antiguas momias son contemporáneas y es mejor decirlo así a decir que hoy somos como antiquísimas momias vivientes. La “marcha electoral” de mañana. Según lo que se escucha, tanto los unos como los otros consideran pertinente un ajuste en las reglas electorales, pero mientras que unos las quieren ya (“hoy, hoy, hoy”) los otros prefieren esperar supuestamente porque no confían en las intenciones del proponente. Pues sí, no hay prisa pero tampoco debe sepultarse la iniciativa: Un punto de posible acuerdo puede ser madurarlo esperando a que se cumplan las elecciones del 2024. Tengo claro que no es materia para votarse directa y masivamente por la gente, en principio porque no sería una elección de candidatos de la gente sino candidatos propuestos desde los tres poderes y el ciudadano tendrá que escogerlos de entre los 30 que se le pongan en una lista, y no otros; pero, además, no es materia para votación ciudadana masiva y directa como tampoco desde las gradas del estadio o de la arena se escogen “ampayers”, “réferis” ni árbitros, porque sencillamente los de las gradas no los conocemos y menos si son 30; y tampoco conocemos técnicamente el oficio. Bajar gastos sin ahorcar la legitimidad de cada voto y todo lo demás, muy bien.

Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.

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