Y a pesar de todo, el balón rueda...
El primer héroe de mi vida no fue de cómics. Fue Pelé. Y me alegró coincidir con el gran comentarista Enrique, el “Perro”, Bermúdez, quien ha cubierto 12 mundiales
La gran tentación del Mundial, esta vez en Qatar, es que se convierta en una especie de recreo planetario. Por un mes podemos tratar de olvidarnos de la inflación, la guerra en Ucrania, los desplantes ególatras de Donald Trump, las mañaneras del Presidente de México y, quizás hasta de la preocupación apremiante por los efectos del cambio climático. La manera de hacerlo está en la pantalla de la televisión o del celular: El evento más importante del futbol comienza.
Pero lo cierto es que, aunque el Mundial ofrece a muchas personas (como yo) un alivio a la compleja realidad, hay cosas que no se deben olvidar nunca.
Sepp Blatter, quien en 2010 era el presidente de la Asociación Internacional del Futbol, la FIFA, cuando le otorgaron a Qatar la organización del torneo, dijo este mismo mes que había sido un “error” hacerlo. “Es un país muy pequeño”, agregó. “Y el futbol y el Mundial son demasiado grandes para ellos”. La admisión de Blatter, quien dirigió la FIFA por 17 años y salió por un escándalo llegó tarde, demasiado tarde.
Y no solo es que Qatar sea un territorio pequeño -es del mismo tamaño que hace 12 años, señor Blatterni que el país carezca de una tradición futbolera. La elección de Qatar es incómoda por otras razones más importantes. Amnistía Internacional publicó recientemente una lista
con las seis cosas que nos deben preocupar sobre el país anfitrión: Falta de libertad de expresión y de prensa; la prohibición de formar o unirse a sindicatos; un historial de juicios injustos; la constante discriminación legal y cotidiana contra las mujeres (en muchos casos, las mujeres en el país requieren el permiso de un hombre “guardián” para estudiar, viajar, trabajar y hasta casarse); la permanencia de un código penal que criminaliza a las personas LGBT+, y, para concluir, las terribles circunstancias laborales a las que muchos trabajadores se enfrentaron (falta de seguridad en trabajos de riesgo, salarios retenidos o retrasados a voluntad de los empleadores, acceso limitado o nulo a la justicia, entre otras) y que condujo a la de miles de ellos.
Las críticas por las violaciones a los derechos humanos en Qatar han sido tan abrumadoras que muchos están debatiendo no ver los partidos y boicotear el evento; también varios artistas han protestado la elección de Qatar. La cantante Dua Lipa se apresuró a desmentir su participación: “Espero visitar Qatar cuando haya cumplido con sus promesas de respeto a los derechos humanos”, expresó.
La esperanza es que Qatar y otros países de la región, con la visibilidad global y al entrar en contacto con miles de personas de todo el mundo, se sientan alentados a modificar sus leyes y conductas. Pero la experiencia nos ha enseñado que es muy difícil cambiar desde afuera a un régimen autoritario, como ocurrió con la fallida apertura de Barack Obama hacia Cuba en 2014.
Y a pesar de todo, el balón rueda...
Se ha dicho muchas veces que el es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida. Y hasta cierto punto lo creo. Aunque no debemos olvidar las grandes fallas en la adjudicación del torneo ni los abusos de los derechos humanos de la sede, el futbol también es una fuente de pasión y gozo que no es banal. Hay un momento, cuando juega tu selección o tu equipo favorito, en el que nos olvidamos de nuestras preocupaciones y bloqueamos lo que nos inquieta. A veces con culpa y otras sin ella. El futbol puede darnos dosis de desahogo.
Para quienes vivimos fuera de nuestro país de origen, el futbol también es añoranza. Nos recuerda las calles o terrenos baldíos donde nos rompíamos las rodillas y toreábamos los autos con tal de meter un gol entre dos piedras. Y a veces es imposible desconectar esas emociones y esa nostalgia al ver un partido.
Yo crecí con futbol en mi vida -siempre quise ser como el inigualable goleador mexicano Enrique Borja- y creo que el deporte me ha ayudado a ser mejor. Gracias a él aprendí a jugar en equipo, por ejemplo. También me permitió hacer amistades que aún hoy conservo y hasta hoy me junto con un grupo de tercos entusiastas para una cascarita cada sábado.
El primer héroe de mi vida no fue de cómics. Fue Pelé. Y me alegró coincidir con el gran comentarista Enrique, el “Perro”, Bermúdez, quien ha cubierto 12 mundiales. Él también considera a Pelé el mejor de la historia (con las debidas disculpas a Maradona, Messi y Ronaldo). “Le pegaba de izquierda, de derecha, cabeceaba, tenía un drible extraordinario, un temple para manejar la pelota, personalidad. Tenía todo”, me dijo Bermúdez en una entrevista.
Este será su último Mundial como comentarista. El primero, Argentina 1978. En ese tiempo ha confeccionado frases que forman parte de la educación sentimental de muchos hispanohablantes: “Tirititito”, “qué bonito es lo bonito”, “al rinconcito, papá”, “donde las arañas tejen su nido”. Para él el futbol ha sido su profesión, pero también una fuente de satisfacción.
Con algo de nostalgia me dijo que había tenido el placer de hacer lo que le gustaba.
También hay drama en el futbol. Los mexicanos estamos obsesionados con la maldición del cuarto partido y no llegar al quinto. La ilusión verde es que Qatar cambie la historia.
“El primer objetivo se llama Polonia”, me dijo Yon de Luisa, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol en un comentario por WhatsApp. Es el primer partido de México, y si aspira a pasar de ronda, debe intentar ganarle. Después, agregó, “el objetivo de consolidación sería pasar de la fase de grupos, que sigamos en el top 16 de los mundiales de manera consistente”. Y finalmente, “donde consolidaríamos nuestra misión, es estar en el top 8”, escribió.
“Si logramos brincar al quinto partido en esta ocasión, estaríamos palomeando nuestro objetivo, no de 2022 sino de 2026”.
Ojalá.
Mientras tanto, ya saben lo que voy a estar haciendo el próximo mes. Viendo futbol. ¿Mucho? Quizás. En un mundo tan enrevesado, no está mal buscar maneras de encontrar ligereza y hacer cosas que nos alimenten el alma.