Mike Pence y los límites de la lealtad
Hablé con Mike Pence a propósito de su primer libro, que salió este mes. Se titula “So Help Me God”
Lo primero que llama la atención de Mike Pence es su amabilidad. El ex vicepresidente de Estados Unidos entró al cuarto de hotel donde lo iba a entrevistar y saludó a todos los camarógrafos y productores. Después, sin que lo esperáramos, dijo que admiraba el trabajo de Univision, la empresa en la que he trabajado casi cuatro décadas. Fue sorprendente constatarlo: El segundo de abordo de Donald Trump, uno de los presidentes más rudos, mentirosos y groseros de la historia estadounidense, es muy distinto a su antiguo jefe.
¿Cómo trabajaron juntos por cuatro años? ¿Qué hacía cuando no estaba de acuerdo con el Presidente? ¿Cuál era su papel: Apoyarlo con absoluta lealtad o cuestionar sus decisiones?
Hablé con Mike Pence a propósito de su primer libro, que salió este mes. Se titula “So Help Me God”, una expresión que en Estados Unidos suele funcionar también como un juramento al tomar un cargo público y que se podría traducir como “que Dios me ayude”. En él narra su larga carrera política como congresista, Gobernador de Indiana y luego como vicepresidente en la era Trump.
El libro, lleno de anécdotas personales, también aborda su conversión religiosa -del catolicismo al cristianismo evangélico- y su tensión con Donald Trump tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2020. Pence cuenta cómo Trump lo presionó, en público y en privado, durante semanas para rechazar los resultados oficiales de las votaciones.
Pero Pence no cedió.
“El presidente Trump estaba equivocado”, escribió en el libro, “yo no tenía el derecho de anular la elección”. Trump, que hace poco anunció que buscará de nuevo la presidencia en 2024, no ha reconocido su derrota -perdió la elección por 74 votos electorales y más de siete millones de votos en la elección popular- e intentó presionar a su vicepresidente para que no reconociera el resultado. Este desacuerdo alejó a Pence de quien por años consideró su amigo.
Y no fue sólo una diferencia de opiniones.
El 6 de enero de 2021, mientras se realizaba el conteo de votos en una sesión precedida por Pence, una turba -incitada en gran medida por la retórica de Trump- invadió violentamente el Capitolio. Varias personas murieron y otras resultaron heridas. Algunos de los participantes en la insurrección gritaban que querían “ahorcar” al vicepresidente. “Me mostraron un tuit que el Presidente había enviado diciendo que yo no tenía valor”, me dijo Pence durante la entrevista. “Las palabras y acciones del Presidente pusieron en peligro a mi familia y a todas las personas en el Capitolio”.
A pesar de todo, Pence no considera que Trump debe ser enjuiciado por su papel en el ataque ni que se le debe prohibir ser candidato. “Nadie está por encima de la ley”, me dijo. Pero para él los verdaderos responsables son “las personas que ocasionaron los disturbios dentro del Capitolio, que destruyeron y que crearon las circunstancias que terminaron por costar vidas”.
Pence y Trump no se hablan estos días. Lo deja claro en el libro. Pero durante los cuatro años que trabajaron juntos nunca tuvieron una pelea pública. Pence parecía inquebrantable. Por eso me interesaba preguntarle sobre su papel como vicepresidente. “Donald Trump mintió miles de veces, más de 30 mil, según un estimado del Washington Post. Hizo comentarios racistas y sexistas. Separó a más de 5 mil niños de sus padres. Y, sin embargo, usted se mantuvo en silencio”, le dije, y añadí: “¿Por qué?”.
“Yo siempre fui leal al Presidente”, me explicó, sin entrar en detalles. “Y como cuento en mi libro, había veces en que teníamos diferencias de opinión, pero se las expresaba a él en privado. Creo que ese el trabajo del vicepresidente de Estados Unidos: Ser leal al Presidente excepto cuando interviene una lealtad mayor hacia Dios o a la Constitución”.
Su respuesta echa luz sobre la complicada y no siempre clara relación entre un Presidente y un vicepresidente. A veces, parece, es un pacto con el diablo: Si aceptas el cargo, debes ser incondicional. Y durante casi cuatro años, así fue. Pero, como explicó Pence, hay un límite. Al final del mandato, Trump lo rebasó al pedirle que no reconociera los resultados de la elección.
Antes de ese momento, sin embargo, hubo varios episodios en los que habría sido muy útil y sanador para el país escuchar su voz. Como cuando el Gobierno separó a miles de niños inmigrantes de sus padres o como cuando había ataques o discursos de odio y era urgente condenar el racismo.
En 2017, tras los actos de violencia de grupos supremacistas en Charlottesville, Trump dijo que había “gente muy buena de ambos lados”. Pence permaneció callado públicamente durante toda la controversia y nunca criticó o contradijo al Presidente.
También se mantuvo en silencio cuando Trump hizo comentarios racistas. Trump llamó “Pocahontas” a la senadora Elizabeth Warren, aseguró que el Covid-19 era un “virus chino” y que el juez Gonzalo Curiel no podía hacer bien su trabajo por su origen mexicano. Pero Pence asegura en su libro que Trump “no es un racista, ni alguien con prejuicios”, si lo hubiera sido, agrega, no habría aceptado ser su vicepresidente.
“No puedo responder por las opiniones de otras personas”, me dijo Pence. “El Presidente tenía un estilo muy áspero y su retórica era muy distinta a la manera en la que yo hablo. Somos hombres diferentes”.
Exacto. Por eso es tan difícil imaginar cómo y por qué el ex vicepresidente soportó el trato y las palabras del Presidente por tanto tiempo.
Nuestra entrevista terminó como empezó: Con absoluta amabilidad. Pence se tomó fotos con el equipo de grabación y se despidió de cada uno, a pesar de que estaba a punto de perder un vuelo a Las Vegas.
Antes de irse, le pregunté si estaba considerando seriamente lanzarse como candidato a la presidencia, y potencialmente enfrentarse a Trump por la nominación del Partido Republicano. No me contestó directamente, pero me aseguró que sería una decisión familiar. “Somos una familia que cree en la oración”, dijo. “Prometo que te mantendré informado”.
Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, director de noticias de Univision Network. Ramos, nacido en México, es autor de nueve libros, el más reciente es "A Country for All: An Immigrant Manifesto".