Mirador
La esperanza dura más que lo esperado. En el mejor de los casos la ilusión se vuelve con rapidez recuerdo; en el peor se hace prontamente decepción
Por Armando FUENTES AGUIRRE
¡Cuán pronto se fue la Nochebuena!
¡Qué aprisa pasó la Navidad!
La esperanza dura más que lo esperado. En el mejor de los casos la ilusión se vuelve con rapidez recuerdo; en el peor se hace prontamente decepción.
Viene ahora el Año Nuevo, el nuevo año. Otra vez será la reunión con la familia, con los amigos, o con alguna desconocida gente que el vino y el forzado gozo transformarán en efímeros abrazos.
También eso se irá, y se irá igualmente la rosca de Reyes y el dos de la Candelaria. ¿Habrá acaso algo que no se vaya?
Sí lo hay. Es la fe. Nos volverá a convocar y otra vez atenderemos su llamado. Ella nos hace creer aun en la incredulidad; nos ayuda a esperar aun en la desesperación; nos lleva a amar aun en la certidumbre de que nuestro amor no será correspondido.
Esperemos.
Creamos.
Amemos.
Y la Nochebuena y la Navidad regresarán.
¡Hasta mañana!
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