El año que vivimos en peligro
Ha decidido que NO es Presidente para todos los mexicanos. A quienes no estamos de acuerdo con “sus moditos” nos discrimina
Después de dos años caóticos, llenos de tristeza por culpa de una pandemia cuyo origen no tenemos muy claro todavía, llegó un 2022 un tanto extraño, con algo de esperanza en lo político, pero mucho peligro en lo social. Como que en el mundo sufrimos una plaga de gobernantes caprichosos que insisten en querer hacer lo que les pega la gana aunque vaya en contra de los mejores intereses del pueblo al que deben proteger.
En México tenemos al nuestro, que cada día pierde más el rumbo y cree que el manto del chairismo radical (hay algunos que no son irracionales, hay que aceptarlo) va a ser eterno. Comete error tras error y parece que no se da cuenta que su poderío va debilitándose de manera exponencial.
Ha decidido que NO es Presidente para todos los mexicanos. A quienes no estamos de acuerdo con “sus moditos” nos discrimina. Al parecer no sabe que cada golpe que lanza al mundo fifí, como tilda a los que cree sus adversarios, se le revierte y va perdiendo adeptos. ¿En serio pensará que sus arrebatos emocionales pueden intimidar a unos ciudadanos que ya sobrevivimos los años y años de abusos cometidos por los priistas del siglo pasado, donde por cierto él mismo era militante?
En estos doce meses ofreció demasiada información a quienes no queremos que siga manejando el País como si fuera una propiedad personal. La famosa “contramarcha” a la que convocó para el pasado 27 de noviembre dejó en evidencia que le dolió en serio la manifestación ciudadana en defensa del INE, realizada el 13 de ese mismo mes. No tuvo empacho en utilizar el dinero del Estado para mostrar un músculo artificial. Lo peor del caso es que todos los “liderazgos” (no se burlen de ellos) morenistas también perdieron las formas y pagaron de los presupuestos estatales movilizaciones hacia la Ciudad de México. Un martes de estos, el señor Durazo (doctor Alfonso, creo que le dicen) nos dirá cuánto le costó a Sonora esa lamida de suelas (decente que es uno para los términos) que le dio al Peje.
La diferencia es que la marcha ciudadana no costó un peso al erario y se realizó en todo el País. Con esa manifestación, los ciudadanos obligaron a que no hubiera traición de “Alito” y sus priistas (suyos, de su entera propiedad), así que el bodrio de reforma electoral que don Peje mandó al Congreso no pasó de San Lázaro. Vino la respuesta con el patético Plan B, que todavía está en el aire porque ni los tiempos saben calcular los “legisladores” de color morado.
El problema es que la oposición real a estos excesos vienen del pueblo y los medios de comunicación. Los políticos opositores no le entienden. La información real la tienen enfrente de sus narices y no atinan a reaccionar.
Todo esto nos da esperanzas, como decía al principio. El personaje que se ostenta como Presidente de los Chairos sabe perfectamente que no tiene el triunfo en la mano para sus corcholatas en el 2024. Por eso la urgencia de acabar con el INE. Lo que pasó este año, con todo y su farsa de la penosa y fallida consulta de revocación de mandato que él y sus gobernadores organizaron el 10 de abril, aunada a las derrotas del 2021 en la CDMX, lo tienen “frikeado”.
A nivel Sonora, el panorama no es muy diferente. Un “Gobernador” ineficiente e inoperante, que anuncia inversiones multimillonarias como si le dieran más de 10 pesos del presupuesto federal y que nomás no sabe qué hacer con la inseguridad que sigue dominando los municipios.
No ha hecho cambios en los mandos (iba a decir estrategia, pero es claro que no existe), niega la realidad. Se ha equivocado como la ocasión en que declaró que el novio que asesinaron afuera de una iglesia de Caborca era un criminal, pese a que la Fiscalía había dicho lo contrario.
El problema es que tampoco en Sonora hay liderazgos que exijan. Los empresarios desaparecidos (as usual) y la clase política jalando cada uno para su lado, con el pueblo en medio, a merced de las balas perdidas.
Hace tiempo escribí de un año que vivimos en peligro (nombre tomado de aquella premiada película de 1982, dirigida por Peter Weir y con Mel Gibson como protagonista). Este 2022 ha sido mucho más peligroso para Sonora… y con ese vacío de poder no se ve cómo vaya a arreglarse.