¿Protegiendo corruptos o seguridad nacional?
Sucedió lo que tenía que suceder. La seguridad nacional en México dejó de ser una estrategia que permitía proteger la soberanía y la integridad de la población.
Sucedió lo que tenía que suceder. La seguridad nacional en México dejó de ser una estrategia que permitía proteger la soberanía y la integridad de la población. Pero con las más recientes declaraciones del comandante en jefe, Andrés Manuel López Obrador, la estrategia de seguridad nacional se reduce a proteger corruptos y la corrupción en el ámbito militar. Acabará destruyendo una de las instituciones más estables y con más credibilidad que tiene México: Las fuerzas armadas y podría pasar una década o más para que el medio castrense recupere su institucionalidad.
¿Por qué una década? Porque los tenientes y capitanes que han participado voluntariamente o ya sea forzados por órdenes superiores, continuarán en activo por lo menos una década o más. Y todo señala que la única forma que la corrupción no continúe infectando las instituciones castrenses, sería una depuración y persecución de los corruptos en los más altos niveles del Ejército, fuerza aérea, y Marina.
Pero, por ser materia de seguridad nacional, es imposible perseguir a los corruptos, porque la información no se compartirá gracias por la posición especialmente en este momento en que López Obrador busca desaparecer la Secretaría Ejecutiva del Sistema Anticorrupción y está asegurando que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) no puede sesionar por la falta de comisionados.
Y ante las filtraciones del “hackeo” al servidor por un grupo que se hace llamar Guacamayas, y extraordinarios reportajes periodísticos de colegas que han podido documentar posibles actos de corrupción dentro de las fuerzas armadas, López Obrador anunció que ya no compartirá información de seguridad nacional porque hay un complot de los medios, de la oposición y del Gobierno de Estados Unidos.
Para el Presidente el problema no es la corrupción y que se exponga públicamente. López Obrador acusó que son espiados por el Pentágono, y que estarían detrás del colectivo “Guacamaya”. Es paradójico que el mismo Pentágono fue víctima de filtraciones recientemente, donde algunos de los documentos señalaban un distanciamiento entre el secretario de la Defensa y de la Marina. Pero la Secretaría de la Defensa no se lanzó en contra de los medios de comunicación ni de la oposición. De nuevo, funcionarios estadounidenses están teniendo que explicar al público estadounidense y a los medios de comunicación cómo sucedió, quién es responsable y qué pasos se tomarán para detener estas filtraciones.
Debilidad en poder proteger información altamente confidencial obviamente es una amenaza a la seguridad nacional. Pero en toda democracia, permitir que se corrompa las fuerzas armadas también es una amenaza a la seguridad nacional y amenazas la gobernabilidad.
De hecho, en los últimos 10 años, ha surgido un posicionamiento de considerar la corrupción como amenaza a las democracias, y particularmente preocupante cuando esta corrupción afecta a las fuerzas armadas. No sólo debilita la credibilidad de las instituciones castrenses, pero el mismo cuestionamiento de la población dificulta ejercer sus funciones cuando los soldados no tienen respaldo del pueblo. Cuando hay corrupción, las decisiones se hacen para llenar bolsillos del alto mando y otros funcionarios, y no decisiones para mejor enfrentar organizaciones criminales y las amenazas a la seguridad del País. Pero lo más peligroso de la corrupción dentro de las fuerzas armadas es que divide y destruye la cohesión y el respeto al orden jerárquico. Divide a la institución entre los patriotas dispuestos a sacrificar su vida y la de su familia, de los corruptos que viven y se benefician del dinero mal habido y responden a otros corruptos. Frecuentemente asegura ascensos, no por mérito, sino por pertenecer a la mafia de los corruptos. Elementos corruptos no defienden a la población, defienden a los corruptos y los criminales.
Balconear la corrupción es un acto de valentía y amor a la Patria y a la democracia. Este es un ideal que olvidó el comandante en jefe, el presidente López Obrador, y las implicaciones que tendrá para México un Ejército dividido, debilitado y cuestionado.
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