Formas de Gobierno ¿confianza o desconfianza?
En México, estamos frente a una lucha política denodada por el control del poder y del Gobierno.
En México, estamos frente a una lucha política denodada por el control del poder y del Gobierno. Es importante que revisemos esto de manera teórica o abstracta, despojado de nombres y de las personalidades que ocupan actualmente los cargos. Aquí la historia política tiene mucho que enseñarnos. Si no aprendemos de la historia, repetiremos los mismos errores y problemas del pasado.
El gobernante bueno y sabio
Por un lado, existe una fuerte tendencia a querer concentrar y otorgar todo el poder a la persona del gobernante. Ésta es la teoría del gobernante sabio y filósofo que plantea Platón. Casi todos los gobernantes se conciben a sí mismos de esta manera y desean concentrar el poder y piensan que sus decisiones son las mejores.
Este tipo de Gobierno está basado en la calidad de la persona y le da toda la confianza; se considera que si es la persona adecuada, se va a tener un buen Gobierno que tomará las decisiones acertadas. Es una idea fundamentalmente monárquica y es la forma de Gobierno que prevaleció en el mundo antiguo.
El problema de esta concepción del Gobierno es si dicha persona realmente existe y después, siendo humana, quién la va a sustituir o suceder cuándo se enferme o muera. La historia está llena de personas atractivas que, una vez en el poder o al paso del tiempo, se tornan díscolas o dejan de ser confiables. Se ha visto que el poder enferma a las personas y nubla la inteligencia, cuando no es que se vuelve contra los mismos gobernados. Es la historia de las tiranías y de las dictaduras.
Gobiernos constitucionales basados en la desconfianza
La historia política moderna ha mostrado que no se puede confiar en los gobernantes; que éstos deben de ser vigilados y de tener una especie de “control de calidad” a la que se le llama contrapesos o división de poderes. El primer control son los principios establecidos en una constitución.
Los primeros en aplicar la división de poderes fueron los ingleses quienes, en la revolución llamada gloriosa de 1688, le quitaron la supremacía del poder al monarca y se la dieron al parlamento. El monarca inglés poco a poco se ha ido convirtiendo en una figura decorativa y el que realmente gobierna y toma decisiones es el primer ministro vigilado por el parlamento.
Después Montesquieu, la Revolución Francesa y los federalistas de los Estados Unidos diseñaron la forma de Gobierno como la que actualmente tenemos en México, dividido en un Poder Legislativo que delibera, toma decisiones y vigila el presupuesto, un Judicial que cuida que el Legislativo se base en la Constitución y dirime conflictos legales y constitucionales y un ejecutivo al que le debería tocar poner en práctica las decisiones de los otros dos poderes.
No es un Gobierno perfecto, pero es claramente superior al antiguo basado en gobernantes sabios y confiables que terminaban siendo dictadores.
Legislativo y Judicial
Otro principio de Gobierno es que no todo se puede decidir por mayoría. Hay muchos asuntos que deben de ser atendidos y decididos por expertos, no por ser populares. Por eso, se diseñó un Poder Legislativo que es electo y decide en base a mayorías. Otro Poder Judicial que es electo por méritos y decide en base a criterios técnico-jurídicos.
Alexis de Tocqueville, un francés que estudió la forma de Gobierno de los Estados Unidos en el siglo XIX, observó claramente que la función de los jueces y del Poder Judicial era el evitar la “tiranía de la mayoría”. No todo se puede decidir por mayoría de votos.
Por eso está fuera de lugar el argumento de que el Judicial no puede invalidar las decisiones de la mayoría legislativa. Las decisiones del Judicial son, o deben de ser, decisiones de expertos.
También está fuera de lugar el argumento de que, en las universidades, los puestos deben asignarse por mayoría de votos, cuando es el lugar por excelencia en donde deben de prevalecer los méritos académicos.
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