La Sauceda y su entorno
Espero que el nuevo proyecto contemple la protección del humedal original y permita su disfrute a las nuevas generaciones.
Esta semana el Gobierno del Estado de Sonora anunció la compra de 170 hectáreas al Sur de Hermosillo, ahí nomás pasando el río Sonora, por el rumbo de la presa. Son parte de los cerros contiguos a la laguna, ahora le llaman humedal, que conocimos desde siempre como La Sauceda. Ahí hay otras 50 hectáreas que conformarán un parque natural de 220 hectáreas que será un urgente pulmón para este antiguo Pitic, y un imán para los hermosillenses, donde podrán descansar, hacer ejercicio y relajarse en un ambiente bucólico y un oasis amable en nuestro desierto de Sonora.
En mi ya lejana adolescencia La Sauceda era un paraje bello y placentero al que solíamos ir a nadar, hacer excursiones por los montes aledaños y practicar lo que ahora es senderismo y nosotros llamábamos “trepar cerros”.
En los veranos nos poníamos de acuerdo para ir a La Sauceda al menos dos veces por mes, si podíamos. Desde temprano arreglaba la mochila: Metía el traje de baño y una toalla, un mini sartén y una cuchara grande, cuchillo, cuchara y tenedor, unos cuatro huevos bien acomodados para que no se rompieran, un frasquito con aceite, algo de sal y un recipiente cerrado donde colocaba un poco de frijoles maneados que robaba de la estufa, una cebolla, tomate y algún chile más unas cuantas tortillas de manteca, alguna golosina y una cantimplora con agua.
Antes de las ocho salía de mi casa, atrás de Catedral, y me dirigía al Oriente, por el bulevar Centenario. Pasaba la Plaza Zaragoza y los palacios. Cruzaba por la placita Hidalgo y el cine Noriega, antes de que lo tumbaran. Ahí solían agregarse algunos compañeros que vivían por la calle Mina. Recorría luego la calle del Carmen, y seguía hasta la colonia San Juan. Poco a poco llegaba la tropa aquella: Venían de Las Pilas y la Matanza, de la calle Revolución y de la misma San Juan. Nos reuníamos en la casa del padre Hermenegildo Rangel, un sacerdote todo humanidad y sensatez.
Cuando ajustábamos docena o poco más cruzábamos un pequeño canal y por unos dos kilómetros caminábamos por el lecho seco del Río Sonora, entre batamotes y cachoras. En menos de media hora teníamos enfrente la arboleda que circundaba el laguito. Este medía casi 50 metros de largo por unos 20 de ancho y en su parte más honda no alcanzaba los dos metros de profundidad.
Lo primero que hacíamos era meternos al agua cristalina y fresca. Por un rato jugueteábamos y nadábamos y luego nos tirábamos un poco al Sol y nos alistábamos para escalar el cerro. Ahí sudábamos, nos raspábamos las rodillas, y volvíamos a la laguna dos horas después para darnos otro chapuzón y preparar el almuerzo.
Algunos sacaban un sedal y anzuelo y se dedicaban a pescar alguna mojarrita que iba de inmediato al sartén. Después de comer descansábamos en corrillos, contábamos “charras” o nos echábamos un sueñito recostados bajo un árbol. A su debido tiempo, a unas dos horas de la comida, volvíamos a darnos un remojón tranquilo y nos alistábamos para el retorno. Alrededor de las cinco de la tarde volvíamos a paso pausado a la ciudad. Llegaba a casa pasadas las seis de la tarde, y saqueaba el refrigerador para devorar lo que había quedado de la comida, relataba las aventuras a mis padres, me daba un regaderazo y esa noche dormía como un bendito.
Esa era La Sauceda para nosotros. Hace no mucho algún funcionario ideó transformar aquel paraíso en un parque de diversiones, e invadir lo natural con aparatos y juegos mecánicos totalmente alejado de la naturaleza: Con eso privaron a los citadinos de la posibilidad de experimentar, al menos por un rato, el gozo de ese entorno un poco silvestre.
Espero que el nuevo proyecto contemple la protección del humedal original y permita su disfrute a las nuevas generaciones.
Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí