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Cáncer de varón en cuerpo de mujer

Los estudios sobre el desarrollo de cáncer de próstata en mujeres transgénero son pocos y de pocos casos, pues la coexistencia de próstata y cuerpo feminizado no es frecuente, aunque tampoco es hoy una rareza, especialmente en países ricos y de alta tecnología.

El Servicio de Salud de la Administración de Veteranos (VA) de EU publicó recientemente los resultados de un estudio sobre cáncer de próstata en mujeres transgénero.

Primero, aclarar que por mujer transgénero se entiende a una persona que nació varón pero años después, al percibirse y preferirse a sí misma de género femenino, optó por modificar su figura corporal para transformarla en un cuerpo de mujer. Esto se logra con tratamiento a base de hormonas femeninas, especialmente estrógenos, así como operaciones del rostro, de los senos y de sus órganos genitales, incluso amputación del pene y testículos; así como terapia de voz, pero conserva su próstata de manera que persiste la posibilidad de que en este órgano desarrolle cáncer (en la imagen adjunta se ve a Evie Longman, mujer transgénero inglesa que murió de cáncer prostático tras haber ocultado a su médico que era varón de nacimiento por lo que nunca se le hizo un estudio prostático).

Los estudios sobre el desarrollo de cáncer de próstata en mujeres transgénero son pocos y de pocos casos, pues la coexistencia de próstata y cuerpo feminizado no es frecuente, aunque tampoco es hoy una rareza, especialmente en países ricos y de alta tecnología.

Pues bien, VA encontró en sus registros clínicos 155 casos confirmados de cáncer prostático en mujeres transgénero.

Aquí debe considerarse que el uso de estrógenos -que se utilizan para feminizar el cuerpo de un varón- suele opacar el cáncer de próstata, ya que éste se relaciona con la testosterona, cuyos efectos son reducidos por los estrógenos.

Y bien, pues era necesario saber cuántos y cuándo las personas del estudio recibieron estrógenos y resultó que 116 nunca los recibieron, 17 los recibieron antes del diagnóstico de cáncer de próstata y 22 los estaban recibiendo cuando se les diagnóstico el cáncer y también saber que en tres de los 155 casos se habían extirpado con anterioridad los testículos, lo que indirectamente los protegería contra el cáncer prostático, pues en los testículos se produce la testosterona.

El estudio reveló datos muy interesantes, entre otros, que el cáncer de próstata no es tan raro en mujeres transgénero como se supuso en estudios previos, aunque también reveló que ese cáncer es menos común en mujeres transgénero que en varones no feminizados (o “cisgénero”, que así se llama en este lenguaje a los hombres o mujeres de nacimiento y que lo siguen siendo siempre).

Otro hallazgo no esperado es que el cáncer fue más agresivo en las mujeres transgénero a pesar de que estaban recibiendo estrógenos cuando se les hizo el diagnóstico, quizá porque su detección fue tardía o porque el tumor en esos casos era menos susceptible de ser neutralizado por las medidas anti-testosterona.

Los autores del estudio advierten con honestidad que el número de casos no es suficiente para hacer comparaciones estadísticas poderosas y además que el tipo de personas que se atienden en el sistema VA pudiera tener características distintas a las de otros grupos de la población.

Visto este trabajo en perspectiva establece un precedente para que, en lo que respecta a cáncer de próstata y otras enfermedades del varón que pudieran afectarse por tratamientos feminizantes, se tenga la debida cautela en advertir oportunamente consecuencias lamentables.

El simple sentido común prevé que cuando la estructura y el funcionamiento del cuerpo son forzados a seguir un curso ajeno al que naturalmente les corresponde es probable que surjan sorpresas que harán aún más complicado diagnosticar y tratar ciertos trastornos.

Cambiar la apariencia de un cuerpo no cambia su naturaleza, de manera que aquí no se trata de cáncer de varón en un cuerpo de mujer, sino de cáncer de varón en un cuerpo de varón; ésta es la realidad. Ser transgénero es transformarse, es decir, cambiar de forma pero no de fondo. Todo procurante a ser transgénero merece conocer la realidad y ser informado con veracidad.

Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.

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