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Rechazan al advenedizo que puede ganar

¿De verdad el partido gobernante cree que somos tan idiotas los ciudadanos como para poner a este cretino como su candidato?

Nada me gustaría más que el “doctor muerte” fuera el candidato de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. El día de la jornada electoral asistiría gustosamente a votar en contra de Hugo López-Gatell y, esa noche, destaparía una botella de champaña para celebrar su derrota. Porque no hay manera que este tipejo, responsable de la muerte de cientos de miles de mexicanos, gane una elección.

¿De verdad el partido gobernante cree que somos tan idiotas los ciudadanos como para poner a este cretino como su candidato?

Sí, ya no queremos acordarnos de la pesadilla de la pandemia del Covid-19. Pero tampoco nos hemos olvidado de este médico de pacotilla que nos mintió con su voz engolada. Ineficaz, vano y arrogante, es el responsable de que México haya sido uno de los países con mayor número de muertes por la pandemia mundial.

Lástima, de verdad, que Morena no lo vaya a lanzar como su candidato. Porque todo indica que el ex jefe de la Policía capitalina será el que se quedará con esa candidatura.

Omar García Harfush va arriba en las encuestas. Si es el candidato, Morena incrementará las probabilidades de retener la jefatura de la CdMx. Esto lo entienden tanto el Presidente como la candidata presidencial de Morena, quienes no pueden darse el lujo de perder la mayoría de los votos en la capital, tal y como ocurrió en las pasadas elecciones del 2021.

Por eso, en una maniobra pragmática, AMLO y Sheinbaum ya aceptaron que García Harfush sea el candidato, a pesar que no tiene “pedigrí” morenista y, peor aún, se formó con Genaro García Luna como policía.

Un policía muy eficaz que se ha ganado el apoyo de los capitalinos como lo muestran las encuestas. Y ni Claudia ni AMLO están en la tesitura de dejar cabo suelto alguno que les pueda hacer perder votos en las elecciones de 2024. Tan sólo hay que ver cómo ambos defendieron a García Harfush la semana pasada cuando se le trató de involucrar en la fabricación de la “verdad histórica” del caso Ayotzinapa.

Las reglas de la competencia favorecen a Omar.

Es el que tiene un mayor reconocimiento de nombre, más opiniones positivas y mayores preferencias como posible candidato. Sus adversarios (el “doctor muerte”, la ex alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, y Mariana Boy del Partido Verde) están rezagados; difícilmente podrán cerrar la brecha en tres semanas antes que comience a levantarse la encuesta que definirá al ganador.

En estos días cruciales, los cuatro aspirantes no podrán realizar campañas ni anunciarse en espectaculares. Así es muy difícil, si no es que imposible, mover las preferencias en las encuestas. Las reglas favorecen a quien va arriba en ellas y ése, hoy en día, es García Harfush.

Lo cual tiene furiosos a muchos en Morena. No les gusta nadita que un advenedizo se vaya a quedar con la segunda candidatura más importante de la temporada después de la presidencial. Alguien que no tiene el sello de haber fundado el movimiento, con antecedentes familiares priistas y que, para acabarla de amolar, es un policía formado por uno de los hombres más odiados por la 4T.

La favorita de los “puros” es Clara Brugada de la que hablan maravillas. Al parecer, como alcaldesa de Iztapalapa hizo una labor destacada para mejorar la vida de esa demarcación. Es una de las presidentas municipales mejor calificadas de acuerdo al ranking de Mitofsky en los 150 municipios más grandes del País.

Pero, fuera de Iztapalapa, pocos conocen a Brugada. Y ya no le queda tiempo para darse a conocer en tres semanas y alcanzar a García Harfush. Así que, creo, tendrá que conformarse con una candidatura para el Senado rumbo a las elecciones de 2024.

Los resultados de la encuesta de Morena y sus aliados se darán a conocer el 30 de octubre. Mientras tanto, es previsible que los ataques en contra de García Harfush continúen. Quieren desprestigiarlo los propios de Morena. No lo soportan.

Típico de los partidos que les disgustan los cuadros que vienen de fuera. Los ven como intrusos que no representan los “verdaderos” valores del instituto político. Como si los partidos fueran un club privado donde hay que evitar que se cuele la chusma oportunista que sólo quiere gozar de los privilegios que ellos se merecen.

Se les olvida dos cosas. Primero, que los partidos son instituciones financiadas por los contribuyentes para que los ciudadanos puedan competir por el poder. Segundo, que el principal objetivo de un partido es ganar el mayor número de votos posibles en las urnas. Si les molesta que eso lo haga un poli ajeno a su cofradía, pues mejor establezcan un club privado donde puedan darse largos baños de pureza.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann

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