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Mirador

Este amigo mío con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche dice a veces cosas que no me escandalizan -desde joven aprendí a no escandalizarme ni siquiera por lo que yo hago-, pero me ponen a pensar. Se lo digo y comenta: -Pensar es una buena disciplina, Deberías practicarla con mayor frecuencia.

La última vez que convivimos, que con bebimos, si me permiten el deplorable juego de palabras, manifestó que después de la cuarta o quinta copa le asalta el pensamiento de que el mundo estaría mejor si en él no hubiera religiones. Explicó: “Los fanatismos a que dan lugar sus malas prácticas llevan a la intolerancia, y de ahí al odio y la violencia.

El exceso de religión hace más daño que la falta de ella”. Cuando dijo eso yo llevaba apenas dos copas, de modo que no tuve inspiración para oponerme a su idea. Por el contrario, se me ocurrió pensar que mi amigo está ebrio cuando está sobrio, y sobrio cuando está ebrio.

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