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El creciente poder criminal en la economía y política de Chiapas

Por su colindancia con Guatemala, Chiapas es hoy un corredor crucial para el flujo de cocaína y migrantes hacia Estados Unidos y un campo de batalla.

Eduardo Ruiz-Healy

EDUARDO RUIZ-HEALY

“¿Qué hay detrás del conflicto criminal que azota Chiapas, México?” y “Chiapas sangra mientras el CJNG y el cártel de Sinaloa luchan por las rutas de tráfico en Guatemala” son los títulos de dos artículos publicados ayer y el 2 de junio de 2003, respectivamente, en el sitio insightcrime.org, de la fundación dedicada al estudio e investigación de amenazas para la seguridad nacional y pública en América Latina y el Caribe.

En ambos textos se explica cómo, en el Estado más pobre de México, donde el 67.4% de sus habitantes vive con un ingreso insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas, hay una guerra entre el cártel de Sinaloa (CS) y el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que va más allá de lo local para entrelazarse con el crimen organizado transnacional, abarcando desde el tráfico de drogas y migrantes hasta la extorsión y la influencia en la política.

Por su colindancia con Guatemala, Chiapas es hoy un corredor crucial para el flujo de cocaína y migrantes hacia Estados Unidos y un campo de batalla donde el dominio del CS es, desde 2021, ferozmente disputado por el CJNG. La escalada del conflicto ha afectado gravemente a los migrantes que buscan llegar a EU a través de México y son víctimas de violencia, secuestro y extorsión.

Más allá del narcotráfico y la trata de personas, la disputa ha generado una proliferación de economías criminales secundarias cuyos beneficios se disputan diversas bandas locales. La extorsión se ha extendido a diversos sectores, desde el transporte hasta la agricultura, afectando profundamente la vida económica y social del Estado.

La influencia del crimen organizado se extiende también al ámbito político, donde la corrupción y la violencia se usan para manipular los resultados electorales y asegurar el control sobre territorios estratégicos. Esto ha resultado en asesinatos políticos y amenazas que subrayan la infiltración criminal en las estructuras de poder. Sólo desde noviembre del año pasado hasta el 5 de enero de este año, han sido asesinados cuatro candidatos a cargos de elección.

En Chiapas, los cárteles mexicanos están expandiendo sus operaciones hacia Guatemala, aliándose con grupos locales. La colaboración de militares corruptos en estas actividades ilícitas complica los esfuerzos para combatir la violencia y el crimen organizado. La violencia ha desencadenado una crisis humanitaria en Chiapas, forzando a miles a abandonar sus hogares. Este desplazamiento masivo afecta a las comunidades locales y representa un desafío mayor para México y Centroamérica.

En resumen, el conflicto en Chiapas destaca la complejidad del crimen organizado y sus efectos devastadores en la sociedad. La confrontación entre el CS y el CJNG es indicativa de problemas más amplios que requieren soluciones integrales, enfocadas no sólo en la seguridad sino también en el fortalecimiento institucional, la protección de los derechos humanos y el desarrollo socioeconómico.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, que insiste en que todo está bien en el País, hace tiempo se desentendió de lo que ocurre en Chiapas, y el problema lo heredarán Claudia Sheinbaum y Eduardo Ramírez, quienes muy probablemente serán los siguientes gobernantes de México y Chiapas, respectivamente.

Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión.