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Entre la ley y el delito

En la lucha entre la ley y el delito el orden jurídico está siendo derrotado.

. Catón

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

El maduro caballero le ofreció a la muchacha: “Si haces el amor conmigo te daré mis ahorros de 20 años”. Ella accedió, pues necesitaba el dinero. Cuando terminó el dilatado trance preguntó ella: “¿Dónde están sus ahorros?”. Respondió, exhausto, el veterano: “Te los acabo de dar, linda”... En la sala de espera el médico le anunció al papá primerizo: “Su esposa dio a luz triates”. “Me lo explico -respondió el joven padre-. Y habrá que esperar, porque si las cosas son como hace nueve meses, sigue otra tanda de tres”... El karateca llegó a su casa y sorprendió a su mujer en apretado trance de erotismo con un desconocido. Adoptó el karateca la posición de combate y gritó amenazante: “¡Yaaaaaa!”. “Ya casi, señor” -se disculpó el individuo... Don Poseidón, dueño de un rancho ganadero, tenía un toro semental de nombre Jambo Cockhound, que alquilaba a los dueños de los ranchos vecinos. Un día se lo pidió un propietario comarcano, y Jambo Cockhound fue enviado a pie hasta su granja. Cuando llegó le dijeron que debía ejercer su función con 25 vacas. “¡Veinticinco! -meneó la cabeza Jambo-. ¡Caramba, tanto caminar para una chambita de dos horas!”... Babalucas llegó feliz a la oficina. “¡Acabo de ser papá! -le anunció, jubiloso, a un compañero-. ¡Acepta un puro!”. “¿Hombre o mujer?” -preguntó el otro. Desconcertado respondió el tontorrón: “No sabía que los puros tuvieran sexo”... Tal parece que no da resultado eso de pactar con las bandas criminales. Con la mayor buena fe -y la mayor desesperación- los obispos y sacerdotes entablan diálogo con los capitostes de esos grupos, y acuerdan con ellos treguas que los delincuentes no cumplen, pues están muy lejos de obrar con buena fe. Bien comprobado está el fracaso de la pacata política de “abrazos, no balazos”. Sólo la recta pero enérgica aplicación de la legítima fuerza del Estado podrá reducir la cruenta actividad de los hombres violentos. En la lucha entre la ley y el delito el orden jurídico está siendo derrotado. El jefe de aquel señor aceptó una invitación para cenar en la casa de su empleado. Lo recibió en la puerta la hijita del señor, una niña pequeña y muy simpática. “¡Pase! -le pidió con efusión al invitado-. ¡Mi papi siempre está hablando de usted, señor Abusivo!”... Un sujeto le dijo a su esposa: “Prepárate, linda, porque hoy en la noche vamos tú y yo a cenar fuera”. Ella, muy contenta, se fue a peinar, se puso su mejor vestido y se sentó a esperar a su marido. Pero sucedió que al salir de la oficina él se encontró con unos amigos que lo invitaron a tomar una copita. Una nada más. Pero, ya se sabe: No fue una; fue una docena, y más. Cuando el sujeto vio el reloj pasaba ya la media noche. Azarado al recordar el compromiso con su mujer se apresuró a ir a su casa. Al entrar escuchó un ruido sibilante, algo así como “Zzzzzzzz”. “Será el ventilador” -se dijo. Pero el ventilador estaba apagado. Y el ruido seguía: “Zzzzzzzzzzzz”. “Ha de ser alguna llave del agua, que se quedó abierta” -pensó. Pero las revisó, y todas estaban bien cerradas. Y el ruido aquel seguía oyéndose cada vez más cerca. “¡Dios santo! -se espantó el individuo-. ¡Se está escapando el gas!”. Fue a la estufa, y a los calentadores, pero de ahí no provenía el ruido. Lo siguió para buscar su origen, y el ruido lo llevó hasta la recámara. Abrió la puerta. Sentada en la cama estaba su mujer, vestida todavía y arreglada. Al entrar el tipo la señora, con voz de infinito rencor, completó lo que había empezado a decir cuando escuchó que había llegado su marido: “¡Zzzzzzzzzzzzingas a tu maaaaa...!”... FIN.

Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas / cronista de Saltillo.