Autoridad y voluntad

“En el caso de México, desde hace décadas, el modelo de Gobierno camina entre la administración pública tradicional y la nueva gestión pública, por no decir que la gobernanza todavía es un proyecto quizás lejano”.

Sostengo que las decisiones de Gobierno todavía son verticales, fluyen de arriba hacia abajo; las decisiones se toman en función de lo que el Presidente, gobernadores(as), alcaldes(as) van señalando durante el periodo de gestión. Las observaciones sobre modelos de gobernar fueron señalando que tan pronto quedó resuelto el tema de la legitimidad política, es decir, la elección de los gobernantes por métodos democráticos, siguió el problema de buscar tener resultados centrándose en resolver los asuntos relacionados a la administración; sin embargo, al paso del tiempo y con el advenimiento del uso del concepto de política pública, se pensó en utilizar los recursos asociados a la inteligencia de Gobierno y la tecnología para apostar por la eficiencia en los resultados gubernamentales.

En el caso de México, desde hace décadas, el modelo de Gobierno camina entre la administración pública tradicional y la nueva gestión pública, por no decir que la gobernanza todavía es un proyecto quizás lejano. Pero así ha funcionado en el pasado y en el presente. La fórmula de mayoría que se usa para determinar quién gana en un proceso electoral hace que el o la elegida gane todo y decida en todo. Por eso, sigo insistiendo, las decisiones de Gobierno siguen siendo verticales.

Para explicar estas ideas anoto el caso de Sonora para no ir demasiado lejos. Los cinco sexenios anteriores a este que está en curso se caracterizaron por la verticalidad en las decisiones. No es tema aquí sí hicieron mucho o poco, sólo me refiero a la forma en que se tomaban decisiones. El sello que distinguió el sexenio 1991-1997 se reprodujo en los sexenios de 1997 a 2003 y, por supuesto, en el de 2015-2021. El estilo de Gobierno del sexenio 2003-2009 pese a que fue bien evaluado llegó hasta las elecciones de 2009 que abrieron paso a la primera alternancia electoral, misma que terminó en un fracaso.

Si usamos el método comparativo entre estos sexenios podemos encontrar que una de las variables similares es que los gobernadores decidían y toda la red de funcionarios y empleados reproducían las instrucciones fueran buenas o malas. Lo mismo pasó en el sexenio pasado, con la diferencia que, en este caso, desde el principal puesto hasta abajo se notaba que, al menos, en los primeros años recibieron instrucciones de uno de los sellos del pasado. No era un Gobierno autónomo en el plano de las decisiones. Basta ver el gabinete que se conformó.

Hasta aquí podemos preguntar ¿y qué de raro tiene esto? Mi respuesta es que la falta de autonomía del sexenio anterior les permitía actuar sin voluntad de resolver y atender particularidades, por ello se convirtió en el sexenio más simulador y mediocre del que haya registro. Por eso es interesante ver que algunos(as) de esos funcionarios hoy salgan a pedir votos ciudadanos. Pero ahí no acaba la sorpresa. En el área de educación superior que tanto padecimos algunas instituciones, encuentro que uno de los principales ejecutores del trabajo sucio como son los recortes presupuestales, ahora firma como director general en la misma Secretaría de Educación y Cultura. Nada más falta que de nuevo lo hagan subsecretario de Planeación y Administración. No dudo de que esta sea la nueva estrategia de los gobernantes del pasado, tratar de infiltrar aún más a personas que no son buenos ejemplos de funcionarios, buscando afectar a este Gobierno de alternancia que, por cierto, muchas decisiones tienen voluntad de resolver particularidades, como los beneficios otorgados a El Colegio de Sonora y otras instituciones.

Por razones de agenda personal esta es la última columna que publico en El IMPARCIAL. Muchas gracias.