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Los ataques

Xóchitl Gálvez persiste en calificar a Claudia Sheinbaum como “narco-candidata” mientras la violencia política alcanza niveles alarmantes en la campaña electoral.

Sergio Sarmiento

Lamento que Xóchitl Gálvez haya insistido en calificar a Claudia Sheinbaum de “narco-candidata” en el tercer debate. Ya el INE había ordenado la eliminación de estas expresiones de los registros del segundo debate, pero Xóchitl insistió, argumentando que “no es un apodo ni un insulto, sino una descripción de hechos”. Entiendo la lógica política. El INE ha dictado decenas de medidas cautelares contra López Obrador, para que no intervenga en la elección y no ataque a Xóchitl y a la oposición, pero el Presidente no ha hecho caso. El costo de violar las órdenes del INE es cero.

Tampoco me gustó el ataque a Claudia por haber usado una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe. Esta es un símbolo histórico de la Nación mexicana, como la representación del águila sobre el nopal devorando a una serpiente, y no tenemos que creer en la religión mexica para emplearlo. No tiene sentido inventar calumnias o acusaciones cuando hay tanto que cuestionar legítimamente a Sheinbaum.

Ahí está su afirmación de que la Suprema Corte no debe invalidar la prisión preventiva oficiosa “porque, entonces, 60 mil delincuentes saldrían de la cárcel”. En realidad, no serían delincuentes, sino acusados sin sentencia; igualmente pudo haber dicho que “60 mil inocentes”. El ex ministro Arturo Zaldívar, hoy su asesor, ha señalado que la prisión preventiva oficiosa restringe “desproporcionalmente la libertad personal sin que exista una sentencia condenatoria”. Es un castigo sin juicio.

Sheinbaum también declaró en el debate: “Muchos ministros de la Suprema Corte se han extralimitado en sus funciones, incluso han echado para atrás leyes que apoyan al pueblo de México y a la Nación que han aprobado la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores”. Pero esa es precisamente la función de un tribunal constitucional: Anular las leyes o acciones de la autoridad que violan la Constitución.

Inquieta también la posición de Sheinbaum, reflejo de una postura de AMLO, de eliminar a los legisladores de representación popular. Con esto sólo regresaríamos a los tiempos del viejo PRI, cuando el partido dominante tenía un dominio absoluto del Congreso. Las fuerzas democráticas de nuestro País, incluida esa izquierda a la que López Obrador afirma pertenecer, pelearon durante décadas para construir un sistema que diera representación a los partidos minoritarios. Hoy Sheinbaum quiere volver al partido aplanadora.

La candidata está pidiendo a la población: “Vota todo Morena”. Quiere cumplir el sueño de López Obrador de lograr un poder absoluto, no sólo con la Presidencia de la República, sino con mayorías calificadas de dos terceras partes en ambas cámaras del Congreso, todos los gobiernos estatales y municipales, todos los congresos locales. El sueño es volver a la presidencia imperial y al partido único, a la “dictadura perfecta”.

Entiendo que Xóchitl acusa a Claudia de narco-candidata porque los testigos pagados que se usaron para condenar a Genaro García Luna en Nueva York han testificado que dieron dinero a colaboradores de López Obrador. Pero estos testigos han mentido una y otra vez. Por otra parte, quizá Gálvez es católica y le parece inaceptable que una judía atea utilice una imagen de la Virgen de Guadalupe, pero Claudia tiene todo el derecho a hacerlo. Lo que sí preocupa es el intento de concentrar todos los poderes en una persona. Ya lo vivimos con Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo. No es el México democrático al que debemos aspirar.

“No nos merecemos un debate lleno de calumnias”

—  CLAUDIA SHEINBAUM

VIOLENCIA

Hasta el 17 de mayo se habían registrado 30 asesinatos de candidatos a cargos de elección en el proceso 2023-2024. Ese mismo día fue atacada una candidata en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. El 18 se encontró el cuerpo desmembrado de un candidato a regidor de Coyuca de Benítez, Guerrero, junto con el de su esposa. También hubo ataques contra candidatos en Ocoyoacac, Edomex; Villa Corzo, Chiapas; y Mapastepec, Chiapas (con un saldo de cinco muertos). Es la campaña más violenta de la historia.

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