Los intelectuales
El poder ensoberbeció al presidente, quien ahora descalifica a quienes piensan diferente, mientras los intelectuales críticos respaldan a Xóchitl Gálvez frente a una regresión autoritaria.
No es que un desplegado de más de 250 “integrantes de la comunidad cultural” vaya a cambiar el rumbo de la elección. Poco importa que la lista cuente con personajes tan relevantes de la historia de la izquierda como Roger Bartra y Ricardo Pascoe o del liberalismo como Enrique Krauze y Federico Reyes Heroles. Este grupo ha expresado que “las elecciones del próximo junio serán una confrontación entre el autoritarismo y la democracia. Creemos que la opción democrática está representada por Xóchitl Gálvez. Nuestro llamado a votar por ella responde a la enorme urgencia de defender la democracia amenazada”. Difícilmente, sin embargo, este desplegado generará más votos que los de los abajo firmantes.
Es notable la furiosa reacción del presidente López Obrador, convertido más que nunca en jefe de campaña de la candidata Claudia Sheinbaum. Ayer declaró: “Y luego, hay otro grupo, que son los seudointelectuales, que también actúan como alcahuetes de la oligarquía corrupta. Esos legitiman, con toda una retacería de seudoteorías, el por qué tiene que mantenerse el régimen. Se atreven a hablar de libertades, acuden a invocar la democracia, y todos ellos -o la mayoría, también para no generalizar-al servicio del régimen, vendidos o alquilados, vividores al servicio del régimen de opresión. Aparentemente académicos, estudiosos, pero nunca defienden al pueblo. Son vasallos, son empleados serviles de la oligarquía.”.
Ya nos ha acostumbrado el Presidente a estas reacciones. Siempre descalifica e insulta a quien piensa diferente. Considera que tiene el monopolio de la honestidad y la buena voluntad. Solo él puede tener razón. A quien osa cuestionar sus políticas, lo reduce en automático, desde el máximo estudio de televisión de la nación, a “alcahuete de la oligarquía corrupta”. Los opositores son descritos como “vendidos o alquilados”, “vividores”. El Presidente no sabe debatir, solo insultar.
No sé si la candidata oficialista tiene el mismo desprecio por quienes no se hincan ante los dogmas de su jefe y mentor. En su equipo de asesores hay intelectuales respetados, como los doctores Juan Ramón de la Fuente y David Kershenobich, que han sido siempre abiertos a la diversidad de ideas. La astrónoma Julieta Fierro ha expresado su respaldo a Sheinbaum, sin dejar de expresar su preocupación ante políticas como la apropiación gubernamental de los fondos de pensiones no reclamados. En el equipo de la candidata hay políticos como Tatiana Clouthier y César Yáñez, que han sido tolerantes. El Presidente, sin embargo, es cada vez más intransigente. Conforme se acerca el fin de su mandato, se ha vuelto cascarrabias, agresivo, grosero. Por eso tilda de “traidores a la patria” a los participantes de la “Marea Rosa”.
Los intelectuales que han firmado el desplegado de apoyo a Xóchitl tienen derecho a respaldar a la candidata que prefieran. No les falta razón cuando advierten que hay “peligro de una regresión autoritaria”; la concentración de poder que impulsa AMLO así lo sugiere. El grupo, por otra parte, es muy diverso; han tenido diferencias, “pero siempre con un respeto básico a la pluralidad de las ideas”. Quizá la firma sirva de poco: “Los escritores no tenemos poder”, reconoce Krauze; “no tenemos armas, no tenemos presupuestos”; pero “ese poco”, es mejor que nada.
El poder ha ensoberbecido a un Presidente que desde la oposición se preciaba de su cercanía con el pueblo y con los intelectuales críticos, pero que hoy se encierra en Palacio Nacional, se niega a discutir ideas y lanza ataques furibundos a quien lo critica. El poder lo ha vuelto loco.
PRESIÓN
“Entre más presión hagamos, más fácil nos van a atender las autoridades”. Esto dijo ayer un líder de la sección 10 de la CNTE mientras el grupo mantenía un bloqueo en Circuito Interior y Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. Saben que, entre más daño causen a los ciudadanos, más generosas serán las autoridades. Es el chantaje institucionalizado.