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Hartos de las campañas

Un cierto amigo me contó que el otro día encendió la rasuradora y le apareció en ella un spot de Claudia Sheinbaum. Lo mismo le sucedió a su esposa al conectar la plancha.

. Catón

De política y cosas peores

Libidio, hombre lascivo y fornicario, invitó a la linda Susiflor a una fiesta en su departamento. “¿Quiénes irán?” -quiso saber la hermosa joven. “Seremos pocos -le informó el lúbrico galán-. Nada más tú y yo”. Adivinó ella los torpes propósitos de su invitador y le dijo: “Tengo compromisos de aquí al 31 de diciembre de 2028, pero ya que no puedo estar contigo en materia estaré en espíritu”. “No te molestes -declinó Libidio el ofrecimiento-. Con tu espíritu no puedo hacer lo que pensaba hacer con tu materia”. (A cada paso me vienen a la memoria los rutilantes versos de Ramón López Velarde. Presintió la existencia de una mujer que sería, dijo, “barro para mi barro y azul para mi cielo”. Dichoso el hombre que encuentra una compañera así, dadora de todos los goces del cuerpo y todas las venturas del alma). Cercana ya la elección del 2 de junio, la más importante y crucial de nuestro tiempo, noto una sensación de cansancio en la gente de las ciudades a las que últimamente me han llevado mis andanzas, bienandanzas todas gracias a la generosidad de mis cuatro lectores. La grimosa propaganda de los partidos hartó a la ciudadanía, acosada por todos los medios con los mensajes de los candidatos. Un cierto amigo me contó que el otro día encendió la rasuradora y le apareció en ella un spot de Claudia Sheinbaum. Lo mismo le sucedió a su esposa al conectar la plancha. En Radio Concierto, la emisora cultural de mi familia, nos vemos obligados a interrumpir una ópera o una sinfonía para cumplir la rigurosa pauta de publicidad política que se nos impone. Se dice que tan aplastante cantidad de anuncios es para convencer a los electores de acudir a las urnas, pero temo que el tedio causado por el machacón discurso provoque en muchos un efecto contrario y los haga caer en el pernicioso abstencionismo que tantas veces ha enturbiado las jornadas electorales. Buena noticia es que ya acaba esa pregonería, fatigosa por lo excesiva, y mejor novedad aún es que AMLO suspenderá sus mañaneras el jueves y el viernes, caritativo gesto que muchos le agradecemos desde el fondo de nuestro corazón. Por encima de todo debemos ir a votar el próximo domingo, pues el futuro del País está en riesgo. La continuidad del sistema impuesto por la llamada 4T entraña un grave peligro para México. Significa la instauración de un régimen totalitario, absolutista, cuya abanderada, Sheinbaum, ha declarado una y otra vez que buscará cambiar la actual Constitución por otra en que plasmará una ideología extremista y radical que pone al Estado por encima del individuo y busca anular los frenos y contrapesos necesarios para limitar a quienes ejercen el poder. Es necesario sujetar a los gobernantes al orden constitucional de modo que no atenten contra los derechos de los ciudadanos ni lesionen valores tan trascendentes como la libertad, la democracia y la recta impartición de la justicia. Acudamos a las urnas ese decisivo día, el 2 de junio. Al hacer ese llamado reitero mi firme y sincera convicción de que un voto por Morena es un voto contra México. Don Canuto lo tenía todo: Una buena casa, un buen coche, buen dinero. Algo le faltaba, sin embargo: Esposa. 50 calendarios llevaba sobre el lomo, y todavía era célibe. Morigerado de costumbres, buscó para casarse una mujer que le pareció casta y honesta. La desposó, y con ella fue a pasar la noche de bodas en un hotel de lujo de la localidad. Cuando llegaron a registrarse ella llevaba todavía puesto el vestido de novia. Ante el asombro y la consternación de don Canuto su mujer le dijo al recepcionista en tono desafiante: “A ver, córreme ahora del hotel”. FIN.