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¿Avance o retroceso democrático?

En nuestro contexto actual, no vaya a ser que elegir por votación popular directa a los jueces, magistrados y ministros bajo el argumento de que se haga lo que el pueblo pida, termine siendo darnos un balazo en el pie.

Jesús Canale

CRITERIO

El pasado miércoles durante el programa televisivo “Tercer grado” de N+ se suscitó una tranquila discusión en relación a si algunas de las propuestas presidenciales de reforma constitucional del Plan C tienen o no contenidos que pudieran implicar un retroceso democrático.

En el lenguaje político la idea de retroceso democrático se entiende mejor del inglés “democratic backsliding” queb denota más claramente una inclinación hacia atrás en la pendiente democrática de manera que el avance democrático se deslizase de reversa a un modo autoritario; se decía allí que Claudia Sheinbaum habría ya externado su aceptación por estas reformas, también se habló de la posibilidad de que la próxima legislatura sumara mayoría calificada.

Todo esto explica el porqué de la tensa cautela con la que algunas instancias internacionales (organizaciones, instituciones, inversionistas, los medios, etcétera) reaccionaran así frente a este escenario y, para ejemplo, retomo la publicación de antier de la multicitada abogada y periodista de asuntos internacionales en “The Interpreter” (NYT), Amanda Taub, en la que comenta cómo siendo la democracia buena y deseable puede llegar a ser tan “excesiva” que implique un riesgo para sí misma. Para explicar eso mejor, Taub escoge el asunto del “brexit” en Gran Bretaña (ella reside en Londres) en el que de manera directa el pueblo votó mayoritariamente por el “sí” y por eso la Gran Bretaña dejó de estar vinculada a la Unión Europea, pero apenas pasados tres años y medio, y sufriendo ya las consecuencias de esa decisión, hoy el 56% de los británicos piensan que se equivocaron y apenas el 9% de los votantes consideran que el “brexit” ha sido un éxito (encuesta YouGov).

Ocurrió, pues, que el referendo “brexit” fue sobre un tema que lógicamente requería mucho más conocimiento que el que podía tener la población abierta y el tema ha llegado a ser ya un doloroso ejemplo de una “excesiva” democracia que terminó siendo “democraticida”, el pueblo británico votó contra el pueblo; era un pueblo ideologizado (nacionalismo) y partidizado que votó contra sí mismo en una materia grave de la que no podía haber sabido ni conocido lo suficiente.

Bueno, pues en nuestro contexto actual, no vaya a ser que elegir por votación popular directa a los jueces, magistrados y ministros bajo el argumento de que se haga lo que el pueblo pida, termine siendo darnos un balazo en el pie.

Igual resultaría que se minimice la protección a las minorías a petición de las mayorías si quedan abolidas las butacas plurinominales en el Congreso, lo cual supondría negar la voz y el voto de las minorías a la hora del debate legislativo, además de prácticamente suprimir la posibilidad legal y real de alternancia del poder regresando el escenario democrático a los ya superados tiempos del llamado “viejo PRI”.

Todo esto será agravado si también se eliminan los organismos autónomos reguladores del poder público pasando a quedar tal función en manos de instancias del mismo gobierno de tal manera que entre el gobierno y el pueblo el árbitro sería siempre un jugador del equipo del Gobierno lo que, a estas alturas, es el más grotesco de los conflictos de interés y seguro factor de retroceso democrático. Cualquier movimiento o cambio que vaya en sentido contrario al avance democrático es un retroceso democrático, aun cuando fuese resultado del voto popular.

Se escucha decir que Rusia, Nicaragua, El Salvador, Cuba, Venezuela y otros países lograron por la vía popular el gobierno que hoy tienen pero está claro que ninguno de esos pueblos tiene la oportunidad real de escoger una alternativa política, y sus minorías o se callan o se van lejos o a prisión; si alguna vez fueron democráticos hoy van de reversa, en retroceso democrático. Estoy seguro que nadie quiere esto para México, y mucho menos un legislador. Kershenobich y de la Fuente.

Se menciona mucho en los medios un anticipo del gabinete de Claudia Sheinbaum aunque Juan Ramón de la Fuente, su coordinador de transición, lo ha desmentido. Pero bueno, Sheinbaum ya anunció que Rogelio Ramírez de la O va a Hacienda; y, por lo poco que sabemos de él, quedará bien. David Kershenobich es una buenísima elección para Salud; fue mi revisor por cuatro meses en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición S. Zubirán; es muy trabajador, muy inteligente, muy buen jefe.

A de la Fuente lo veía sólo de pasada en los pasillos de ese mismo Instituto a su regreso como siquiatra de la Clínica Mayo-Rochester; fue muy buen secretario de Salud de México e igualmente muy buen rector de la UNAM; bien la Cancillería. Los tres son ex-UNAM. Si quedan, en mi opinión será buena puntería de Claudia Sheinbaum.