Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas /

Debatiendo sobre el debate

El debate que antier sostuvieron Joe Biden y Donald Trump también ha dado mucho más de comentar que lo que se esperaba.

Debatiendo sobre el debate

CRITERIO

Fue precisamente en los Estados Unidos donde quedó demostrado el impacto de los debates presidenciales, concretamente en aquel en el que se enfrentaron los candidatos a la Presidencia John F. Kennedy, senador por el Partido Demócrata y Richard Nixon, vicepresidente del País, por el Partido Republicano. Se trató del primer debate entre candidatos presidenciales ya nominados y además fue televisado -en blanco y negro- y replicado de manera global. Kennedy, antes del debate, era el candidato débil, inexperto, y poco conocido; Nixon, por el contrario, era el candidato fuerte, el segundo con más poder en el País y de reconocida experiencia por correligionarios y opositores. Ese debate televisado fue capaz de catapultar al débil a la cima de la popularidad y aceptación y hacerlo llegar a la Presidencia. En nuestro México, el primer debate presidencial televisado ocurrió la noche del 12 de mayo de 1994, caras a caras entre tres candidatos: El oficialista (PRI) Ernesto Zedillo, y los de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) y Diego Fernández de Cevallos (PAN). Resultó que el que menos beneficio iba a tener de ese debate, Diego Fernández de Cevallos, fue el que según el decir popular resultó ganador del encuentro y tuvo un salto de magnitud inesperada en su popularidad, pero ocurrió que en las semanas siguientes sus apariciones públicas se esfumaron y surgió el rumor general que hubo un acuerdo secreto entre él y el partido oficial para que se mantuviera lejos de los reflectores permitiendo a Ernesto Zedillo recuperar posición entre los votantes. Sea lo que haya sido, este debate confirmó la relevancia política y electoral de los debates presidenciales en nuestro País. Utilizo ahora los hechos que he comentado para subrayar que el debate que antier sostuvieron Joe Biden y Donald Trump también ha dado mucho más de comentar que lo que se esperaba, y fue así, no porque alguno de ellos haya sido la revelación del momento con un desempeño sobresaliente sino precisamente lo contrario: Trajo un descenso súbito en la popularidad del presidente Biden, con la agravante mayúsculo de que esto no ocurrió solo en ese País sino en todo el mundo. Para muestra, he aquí unos cuantos fragmentos de algunos diarios de circulación mundial: Der Spiegel, alemán, anota que “los políticos alemanes dicen que Biden se retire”; Le Monde, francés, dijo “El hundimiento de Joe Biden durante el debate televisado…”; el brasileño Folha de Sao Paulo escribió que el debate fue “un evento que puede ser decisivo”, dejando entrever su referencia a Biden; el británico The Guardian expresó “fue una llamada a Biden para que se mantenga al margen”; el español El País dijo “Biden fracasa en el debate con Trump en su intento de aclarar las preocupaciones sobre su edad”; Le Figaro -francés- publicó “Biden pierde su primer debate en la campaña contra Trump”; The National, de Emiratos Árabes Unidos, mencionó que “el debate estuvo opacado por falsedades y comentarios incoherentes”; en el estadounidense The New Yorker se leyó: “¿Fue este el principio del fin de Biden?”. Una observación personal: Trump se vio ágil, escurridizo, pero desinformado o mentiroso; a Biden le observé un vaivén respiratorio acelerado y aunque pensé contarle su frecuencia respiratoria finalmente no lo hice, lástima, pues de confirmar su aceleración aunada a su leve ronquera y al hecho de haber expresado la palabra “Covid” totalmente fuera de lugar (¿traición del subconsciente?) la primera posibilidad sería un episodio febril y es que en no pocas personas de la tercera edad un ascenso de la temperatura corporal, aunque sea moderado, puede entorpecer sus operaciones mentales e incluso llegar a la confusión; sobre el caso, es solo una posibilidad. Todo esto sembró un debate mundial sobre el debate; apenas es el comienzo.