¿Tienes un elefante en tu habitación (y te niegas a aceptarlo)?
¿Alguna vez tuviste un problema evidente, enorme, ineludible, el cual negaste sistemáticamente, haciendo como si no existiera, con la esperanza de que no doliera?
Historias demasiado humanas
¿Alguna vez tuviste un problema evidente, enorme, ineludible, el cual negaste sistemáticamente, haciendo como si no existiera, con la esperanza de que no doliera? ¿O al que negabas porque te daba pánico enfrentarlo?
Imagina un elefante en tu habitación. Ocupa todo el espacio. Es muy difícil moverse, apenas algo por los costados, pegados a la pared. Hay olor feo, y vivir ahí es incómodo y desagradable.
Pero nos adaptamos y seguimos adelante con nuestra vida como si nada. ¿Cómo si nada?
¿Se puede seguir como si nada, cuando nuestra pareja está harta de nosotros o nos desprecia? ¿Cuándo el vínculo con nuestros padres es doloroso, porque nunca nos hemos sentido apoyados ni valorados?
¿O cuando tenemos un trabajo que no nos gusta ni nos interesa, un jefe que nos maltrata, o un clima laboral tóxico?
¿Problemas de salud que ni nos animamos a enfrentar por tener pánico a que los resultados sean malos?
¿Abusos sexuales que sufrimos en la infancia o adolescencia y nadie sabe, y que hacemos como si no hubieran ocurrido?
Las situaciones son infinitas, pero la pregunta es la misma: ¿Por qué actuamos así? ¿Por qué negamos todos estos elefantes tan íntimamente presentes en nuestras vidas?
Una posible respuesta es para evitar el dolor. Después de todo, ¿a quién le gusta sufrir?
También aspiramos a mantenernos alejados del peligro. ¿Quién quiere enfrentar a su pareja para hablar de la infidelidad que percibimos, pero que nos genera pánico por la posibilidad de que terminemos separándonos?
Sin embargo, negar el conflicto ¿ayuda o agrava las cosas?
Hay verdades que son como el fuego: Nos queman. Por eso las negamos, diferimos, posponemos el contacto con ellas. Son tan fuertes que nos resultan intolerables.
De las más de dos mil historias que me escriben por año. La mayoría son amores prohibidos, que conllevan infidelidades. Mujeres que siguen con sus maridos porque él paga las cuentas y ellas no podrían solas. Maridos que siguen con sus esposas porque ellas se ocupan de la familia. Personas que están enamoradas de alguien que no es su pareja, pero de la que no pueden separarse. Con frecuencia, ni siquiera pueden reconocer esta situación, por las consecuencias devastadoras que podría tener para sus vidas.
Y, nuevamente, ¿negar los problemas los resuelve?
Por lo general hacemos como si el elefante no existiera… hasta que nos aplasta.
El libro tibetano de la vida y de la muerte dice que todos nuestros esfuerzos por escaparnos del dolor terminan generando más dolor.
¿Por qué no asumir que tenemos un elefante en la habitación cuando el animal lleva meses y todavía no es tan grande?
Quizás un buen primer paso sea comprender que negar sólo agrava las cosas. Todos nuestros esfuerzos por escaparnos del dolor terminan generando más dolor.
Por otra parte, es perfectamente comprensible que frente a realidades muy dolorosas tengamos el reflejo de escaparnos. Y que sigamos haciéndolo hasta que el problema se haya vuelto tan grande que no haya forma de seguir evadiéndonos.
¿Y qué pasa si nos damos cuenta del elefante pero no podemos cambiar nada?
Aún en esos casos creo que es mejor tomar consciencia, elaborar el problema, aceptar, y ver cómo seguir con esa realidad. Una vez una mujer abusada sexualmente me dijo: “Hice lo peor que puede hacer una víctima: Intentar convencerme de que no había pasado nada”.
Y tú, ¿sabes cuáles son los elefantes de tu vida? ¿Y qué piensas hacer con ellos?
Juan Tonelli
Autor de “Un elefante en la habitación”, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Conferencista.
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