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Construir democracia

El deterioro de la democracia en Mexico que arroja la medición de 2023, queda en evidencia en las recientes elecciones donde la mayoría opto por no participar.

Óscar Serrato

De acuerdo a Latinobarómetro el apoyo a la democracia en Mexico retrocede de 43% en 2020 a 35% en 2023, el apoyo al autoritarismo crece 11 puntos para ubicarse en 33% y los indiferentes incrementan dos puntos llegando a 28%. El deterioro de la democracia en Mexico que arroja la medición de 2023, queda en evidencia en las recientes elecciones donde la mayoría opto por no participar. Claudia Sheinbaum será presidenta gracias al 36.47% del universo de votos posibles. Un 37% de los encuestados declararon estar satisfechos con la democracia en Mexico con un 61% “no muy satisfechos o nada satisfechos”. Como resultado de la política quienes se van, un sorprendente 42% “Apoyaría a un gobierno militar en reemplazo del Gobierno democrático, si las cosas se ponen muy difíciles”.

A 24 años del fin pacifico de aquella “dictadura perfecta”, democracia como concepto no ha avanzado en México. Las alternancias han dejado en evidencia que sin distingos de partidos la intencionalidad de quienes han llegado al poder ha sido perpetuar un régimen de extracción de recursos públicos para beneficio propio, de grupo y financiar la búsqueda de perpetuarse en el poder. Nuevamente llegamos al fin de una administración con graves señalamientos de corrupción, ilegalidades, autoritarismo, familiares incómodos y uso indebido del poder para incidir en elecciones. La impunidad pervive, al igual que el descaro y la insolencia de aquellos que se auto designan servidores públicos.

No hay que menospreciar los avances logrados en las últimas décadas. De aquel grotesco escenario de un órgano electoral instalado en Bucareli, en cuyos sótanos se operó la “caída del sistema”, se avanza al tener un instituto electoral autónomo creíble aunque imperfecto. Los órganos garantes de transparencia, contra corriente han logrado exhibir el destino de los recursos públicos, transparentando un ejercicio del presupuesto en lo que corresponde al que, como y quien. La independencia de Banco de México, Poder Judicial, Comisión Federal de Competencia, Derechos Humanos, Inegi, Coneval y Fiscalías, son logros tangibles de una sociedad que por décadas ha impulsado erradicar las peores practicas de aquella dictadura perfecta. La regresión vía deliberada captura institucional del ejecutivo sigue avanzando. Quienes presumían buscar al poder para transformar, en el ejercicio han exhibido su verdadera naturaleza, se asemeja a la de aquellos gobernantes del antiguo régimen, modelo 1970.

George Bernard Shaw afirmaba: “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido… y por las mismas razones”.

Enfrentamos una crisis de liderazgo. Si a los gobernantes les quitamos de su curriculum el historial de cargos en la administración publica, la gran mayoría de ellos quedan desnudos, evidenciando ausencia de méritos y liderazgo. El camino hacia el poder en México no ha privilegiado a auténticos líderes, ha privilegiado a cortesanos expertos en zalamería que escondiendo su verdadera naturaleza han logrado que en procesos de selección antidemocráticos, dedazo o acuerdos cupulares, los eleven a posiciones de poder. Esos liderazgos artificiales, expertos en autoelogio, ávidos a “invertir” recursos públicos para mantener su imagen y prestos a la genuflexión ante sus “superiores”, representan un autentico peligro para todos. La crisis de representatividad y la ausencia de resultados tienen en gran medida su origen en la llegada a posiciones que exigen liderazgo, de pequeños personajes que carecen de las cualidades necesarias para gobernar.

Es evidente que nos enfrentamos a personajes que bajo una narrativa de vocación de servicio público, buscan para su beneficio personal servirse de lo público. Como evidencia sólo basta recordar aquellas historietas de campaña sobre su humilde origen y observar la evolución patrimonial de quienes hoy gobiernan. Sin dejar de señalar las vergonzosas fortunas de quienes han gobernado, que gozan con total impunidad.

Ante este escenario una vez que asumamos nuestra responsabilidad de participar, hay que señalar a los partidos políticos. De acuerdo a Latinobarómetro 62% de Mexicanos estamos en desacuerdo que los partidos políticos funcionan bien. De aquel partido de valiente oposición, Acción Nacional, poco queda. Visionariamente Luis H. Álvarez advertía el riesgo de “ganar el poder, sin perder el partido”. El PRI avanza rápidamente en su proceso de descomposición y el resto de los partidos creados como instituciones de captura de prerrogativas o rémoras electoreras no representan, hoy, una alternativa real. Sobre la posibilidad de nuevos partidos habrá que estar atentos para ver si surge alguno con principios e ideología definida. De la genialidad por parte de la oposición de postular a los mismos candidatos de siempre, para de nuevo perder, pasan a ofrecer procesos de reflexión y evaluación. No puedo borrar de mi mente al escuchar sobre los procesos partidistas internos de reflexión la imagen de un perro persiguiendo su cola.

En la antigua Atenas, hace 26 siglos Solon impulso una serie de reformas que dan inicio a la democracia, desde entonces en las sociedades que lo han intentado ha habido avances y retrocesos. La historia no es una línea recta. Para avanzar en construir democracia necesitamos más ciudadanos con vocación de demócratas. Urge mayor participación, debate y conversaciones de posibilidades entre quienes pensamos distinto. Churchill sostenía que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.

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