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¿Lealtad o complicidad?

El presidente López Obrador, comandante en jefe de las Fuerza Armadas, hizo un reconocimiento a la “lealtad” del Ejército durante los años de su gestión.

Rubén Aguilar

En días pasados, al fin de su mandato, el presidente López Obrador, comandante en jefe de las Fuerza Armadas, hizo un reconocimiento a la “lealtad” del Ejército durante los años de su gestión.

Un grupo de altos mandos en activo, que resulta muy difícil de precisar en su número, y una muy buena parte de los generales de división en retiro no están de acuerdo con la afirmación del Presidente.

Para ellos el general Luis Cresencio Sandoval González, secretario de la Defensa, a lo largo de su gestión confundió el concepto de subordinación con el de sumisión y el de ser leal con el de ser cómplice.

En su concepción la subordinación al mando superior, a la que se debe someter todo militar, no implica la sumisión, que es someterse al juicio de la otra persona. Como militares deben ser subordinados, pero nunca sumisos.

Y consideran que no es lo mismo ser leal al mando que cómplice del mismo. Para algunos altos mandos en activo y muchos generales de división en retiro, el general Sandoval González, confundió los conceptos y en lugar de ser subordinado actuó como sumiso y en lugar de ser leal como cómplice del Presidente, su comandante en jefe.

Esto llevó a lo largo del sexenio, dicen los altos mandos que critican la gestión del general Sandoval González, a que éste no siguiera la doctrina militar de las Fuerzas Armadas que sostiene que la lealtad de los soldados es a la Constitución y al comandante en jefe solo si éste se sujeta a ella. Un soldado nunca puede ser cómplice de traición a la Constitución.

A lo largo del sexenio, el secretario de la Defensa, en diversas intervenciones, hizo afirmaciones que dan cuenta del seguimiento sumiso, no leal, a su comandante en jefe. En momentos pareció ser militante o simpatizante del partido en el poder y no se comportó como un general que representa al Estado.

En estos últimos seis años, el secretario de la Defensa no se comportó como un general de la República, representante del Estado, sino como alguien sumiso y al tiempo cómplice del Presidente de la República, su comandante en jefe. Nunca cuestionó su sistemática violación a la Constitución, que fue pública y abierta.

El general Sandoval González sabe, eso estudió en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra, que las Fuerzas Armadas deben permanecer neutrales y no apoyar proyectos de Nación específicos e incluso cuestionados, que atentan contra la vida democrática, la libertad de expresión y la Constitución. Pero de todos modos lo hizo. ¿A cambio de qué?

En este sexenio tanto el comandante en jefe como el secretario de la Defensa atentaron contra la institucionalidad del Ejército y también contra su carácter de institución del Estado, no afiliada a ningún partido, para convertirlo en un instrumento comodín del Presidente de la República, su comandante en jefe, y su proyecto de Gobierno.

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