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¿Robar es bueno?

¿Cómo transformarnos si negamos áreas de nuestra vida?

Juan Tonelli

Historias demasiado humanas

- “¿Puedo ser su discípulo?”, le preguntó un joven a Buda.

- “¿Has robado alguna vez?”, repreguntó el sabio.

El joven, algo desconcertado, se apuró a negar contundentemente. Como si se hubiera sentido ofendido en su orgullo.

Buda se movió en otra dirección, y con cierta decepción, le dijo:

-”Qué pena. Ve, roba, y cuando hayas aprendido, vuelve”.

Esta historia no pretende ser apología del delito. Por el contrario, expone el profundo conocimiento del alma humana que tenía Buda.

Las personas preocupadas por ser bondadosas, detrás de sus buenas intenciones, suelen esconder enormes vulnerabilidades que los pueden terminar convirtiendo en peores seres humanos.

Una primera aproximación sería hacernos algunas preguntas:

¿Por qué alguien necesita mostrarse como bueno? ¿Qué le pasó para actuar así?

Pero, ¿acaso no hay que amar a los demás?

Sí, claro; pero la compulsión por ser, y especialmente, por parecer bueno ¿es sana?, ¿o esconde otras dificultades?

Dicen que aquellos que quisieron convertir a la Tierra en un paraíso son los que la terminaron convirtiendo en un infierno. Basta con mirar la historia o el presente de ciertos proyectos políticos para comprobar la verdad de esta idea.

¿Y eso cómo me afecta a mí?

Ansel Grun, un monje benedictino, sostiene en su libro “Una espiritualidad desde abajo” que sólo siendo capaces de bajar a nuestras oscuridades y conociéndolas, podremos convertirnos en buenas personas.

Explica que “humildad” proviene del latín “humilitas / humus”, que es el contacto con la tierra, el barro, la humanidad, nuestras vulnerabilidades y miserias. Negarlas, o estar convencido de que no las tenemos, sólo agrava las cosas y nos convierte en personas más peligrosas. Soberbias y potencialmente muy dañinas.

Con mucho criterio hace una observación muy aguda sosteniendo que las personas que mataron a Jesús fueron los “buenos y justos”, mientras que sus amigos y compañeros eran los pecadores, los imperfectos, los “despreciados”.

Nuestro crecimiento espiritual no es una escalera en donde iremos subiendo peldaños por nuestra voluntad y determinación. Las cosas no funcionan así. Suele ser exactamente al revés.

Sólo descendiendo a nuestros sótanos, a esos subsuelos a veces sórdidos, oscuros, con frecuencia desconocidos, es donde podremos conocernos, tocar nuestras fragilidades, dolores, y crecer.

Si repasamos a los peores líderes de la historia, aquellos que hicieron terribles barbaridades, ¿qué son, sino personas que fueron abusadas, maltratadas, acomplejadas, avasalladas, y que intentaron reparar esas desvalorizaciones y desprecios de una forma muy equivocada?

Carl Jung expresó una idea genial: “Lo que negamos nos somete, lo que aceptamos nos transforma”.

¿Cómo transformarnos si negamos áreas de nuestra vida?

Jung también sostenía que prefería alguien completo antes que alguien bueno.

¿Pero no es mejor alguien bueno?

No es realista ser sólo bueno. Eso no existe. Sólo está reprimiendo su propia violencia, su oscuridad, sus vacíos.

Mejor dejar de ser buenos y animarnos a recorrer esos territorios desconocidos, aceptarlos, abrazarlos, integrarlos a nuestra vida. Sólo así dejarán de condicionarnos.

¿Y tú? ¿Cuándo piensas dejar de creer que eres tan bueno, y empezar a observar tus áreas sombrías, que provienen de tantas veces que te han lastimado y elegiste negar para seguir adelante?

Juan Tonelli

Autor de “Un elefante en la habitación”, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Conferencista.

https://linktr.ee/juan.tonelli

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