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Comiendo envolturas

Los componentes en los plásticos están el papel y el cartón que, con cierta frecuencia contienen tintas y otros componentes que pueden pasarse al consumidor.

Jesús Canale

“Não precisa controlar, devore ese sanduíche SEM TIRAR O PAPEL” (foto), que traducido del portugués a un español coloquial podría ser: “No te compliques, cómete esta torta CON TODO Y EL PAPEL”.

Hace unos diez años un establecimiento brasileño de comida rápida promovió con muy buenos resultados esta innovadora modalidad de hamburguesa lista para devorarse con todo y papel. Es la expresión extrema para mostrarnos que, en realidad, cuando comemos cualquier alimento sólido, semisólido o líquido presentado en su contenedor o envoltura -ya sea de papel (simple, revolución, encerado o aluminio), poliestireno, cartón, plástico, etcétera, además de comernos el alimento o golosina contenida- también ingerimos partículas de los componentes de sus envolturas o empaques.

Y esta observación, por ser un hecho tan cotidiano y que cometemos varias veces al día y todos los días, meses y años de nuestras vidas, pues lógicamente puede suponer implicaciones de diverso género y grado por lo que vale la pena conocer los resultados de unas exploraciones recientes en esta materia cuyos resultados, por fortuna, ya han sido revelados.

Mientras me distraía leyendo publicaciones de circulación internacional -lo que, por cierto, es muy recomendable pues nos abre la mente a lo que ocurre en este diminuto espacio que es la Tierra- me encontré un artículo publicado en The Washington Post el lunes de esta semana bajo la pluma de Shannon Osaka, una columnista sobre clima, política, cultura y ciencia, en el que se expone la diversidad de sustancias que pasan de las envolturas a los alimentos y de estos pasan luego a nosotros cuando los comemos.

Entre los aproximadamente 14 mil compuestos químicos que suman los diversos componentes de los envases y envolturas de alimentos, tantos como unos tres mil han sido ya detectados en el cuerpo de seres humanos, ya sea circulando en la sangre, en el cabello o en algunas secreciones incluso en la leche materna lo cual significa que pasarán al cuerpo del infante tras mamar del seno de su madre.

Los compuestos químicos encontrados van desde metales hasta productos orgánicos volátiles y de otras modalidades que se han relacionado con el surgimiento de diversos tipos de cáncer, trastornos endócrinos (hormonales) y demás, tal como fueron reportados en una revista científica sobre epidemiología ambiental, pero es necesario aclarar aquí que esos estudios no analizaron la relación que podría haber entre aquellas enfermedades y las sustancias mencionadas aunque, por el hecho de saber que estas se han relacionado a diversos trastornos de salud, pues queda ya expuesto un motivo para profundizar en otros estudios sobre las posibilidades de riesgos para la salud, antes no sospechados, a partir de las envolturas y envases de los alimentos.

Es oportuno hacer notar que, como las altas temperaturas pueden favorecer el paso de ciertas sustancias químicas del envase al alimento, de entrada se recomendaría no meterlos al microondas sin retirar antes la envoltura.

Además de los componentes en los plásticos están el papel y el cartón que, con cierta frecuencia contienen tintas y otros componentes que pueden pasarse al consumidor sin que por ahora sepamos a ciencia cierta el nivel de riesgo que representan para la salud humana.

Tampoco debemos sobre alarmarnos al respecto pero sí hay que considerar que, hablando de alimentos y salud, el envoltorio también importa, y que importa más ahora que apenas hace unos meses. Que el pueblo elija

En realidad, los del pueblo, y aún en las más depuradas democracias, no elegimos directamente a quienes nos representarán o nos servirán. En el caso de la elección directa de jueces, ni será directa ni será legítimamente popular (del pueblo).

En medio se atraviesan el o los partidos, según el caso, y está claro que los del pueblo no elegimos a los integrantes para ningún partido; ellos se escogen entre ellos (y a veces solo uno escoge).

Que nadie se moleste; es el riesgo de toda democracia, no lo podemos remediar y no es pesimismo.

Escoger por quién votar no es lo mismo que decidir a quién votar. La mejor democracia es la menos manipulada y menos manipuladora. Sólo la demagogia, en sus alucinantes fantasías, grita ver todo perfecto.