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El último discurso

Biden se dirigirá a una Asamblea General en la que nadie sabe qué pasará en noviembre próximo y hacia dónde se irá el liderazgo estadounidense.

Genaro  Lozano

Genaro Lozano

Cuando llegó a la Presidencia en enero del 2021, Joe Biden prometió reestablecer las relaciones internacionales de EU y mantener a su país como la potencia más importante del mundo, la “nación indispensable”, como alguna vez la llamara Madeleine Albright. A pocos meses de dejar la Casa Blanca, el demócrata se dirige este martes por última vez a la Asamblea General de la ONU, el foro diplomático más importante, y lo hace con un mundo en donde las reglas de convivencia, el Derecho internacional, cada vez parece valer menos y donde el poderío estadounidense ya no controla y cada vez menos persuade a sus aliados más cercanos.

Israel lleva meses violando el Derecho internacional con su campaña bélica en Gaza que ya rebasa los adjetivos de genocidio. Ha bombardeado escuelas con infancias, destruido viviendas, mantenido a miles de civiles confinados, obligándoles a desplazarse de un lado a otro, prometiéndoles un pasaje seguro y violando su propia palabra al atacarlos. El actuar de Israel en Palestina ya rebasó cualquier lógica y todo ello está ocurriendo con el aval de EU. No hay otro país que pueda detener a Israel más que EU. Por el apoyo militar, los nexos económicos y culturales que ambos países mantienen. Biden ha tomado una postura bastante laxa respecto a Israel. Sólo levantó la voz cuando vio a los votantes jóvenes molestos por el apoyo irrestricto a Israel. Lo mismo está ocurriendo en estos momentos. Un Biden debilitado, un pato cojo, no mueve un dedo para detener los ataques con misiles de Israel en el Líbano. Israel está atacando a un país soberano, lanzando misiles sobre las ciudades de otro país, sin importarle las vidas civiles. Un escándalo. Y EU cruzado de brazos porque Israel aplica la tristemente célebre Doctrina Bush de ataques preventivos.

Lo mismo con la guerra en Ucrania. Desde la invasión rusa a Crimea, hace ya 10 años, Ucrania resiste la invasión ilegal de otro país. Rusia lleva una década violando el Derecho internacional sin que EU muestre su músculo para detener a Putin. EU ha optado por una estrategia de financiamiento a la sociedad civil ucraniana para la resistencia y de apoyo económico y militar al ejército ucraniano, pero sin involucrar tropas. No parece haber un interés genuino por detener a Rusia. El mismo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, le dijo a Fareed Zakaria que no parece haber una solución al conflicto en Ucrania a la vista, que no hay diálogo que lleve a la paz entre ambos países.

Biden se dirigirá a una Asamblea General en la que nadie sabe qué pasará en noviembre próximo y hacia dónde se irá el liderazgo estadounidense. Aunque para los palestinos realmente no haya diferencia ni para los ucranianos ni qué decir de los yemeníes o de los centroamericanos. Hace poco el presidente López Obrador señaló la falta de atención de EU a las raíces de la migración. En los discursos, Harris sí lo hizo, en los hechos la ayuda estadounidense al desarrollo de Centroamérica ha sido pobre. Los muros y la patrulla fronteriza no detendrán los éxodos de inmigrantes latinoamericanos. Una mejora sustantiva en sus condiciones de vida sí lo haría.

Donald Trump tiene razón cuando menciona que EU ha perdido liderazgo en el mundo, pero no es por culpa de los demócratas, EU ha perdido liderazgo porque quiso imponer en lugar de convencer y simplemente porque el mundo ha cambiado. Hoy el poder está mucho más disperso que a fines de la Guerra Fría. Hoy tenemos un sistema multipolar en el que la realidad es que los mercados libres no reducen la desigualdad ni tampoco defienden la democracia liberal. El mundo que EU construyó después de 1945 a su imagen, semejanza y autoprovecho hoy está en una crisis de identidad y buscando diversas soluciones a sus múltiples problemas.

Biden irá a una Asamblea General con el discurso y la mirada perdida, pero no por su edad o salud, sino porque no entiende el mundo de hoy, porque perdió el control hace mucho tiempo y porque no saben cómo transitar con tantos intereses.

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