El Imparcial / Columnas /

Costumbrismo mexicano

La violencia ya no es noticia. Se ha convertido en costumbre.

Leo Zuckermann

JUEGOS DE PODER

Ayer, con mi amigo y colega, Eduardo Salazar, rememorábamos el nacimiento de FOROtv (ahora N+FORO) hace ya más de 14 años. Lalo, quien ha cubierto varias guerras, recordaba que nos tocó estar juntos el día que el crimen organizado asesinó al candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torres Cantú, unos meses después que el canal salió al aire. Fue, para ser exactos, el 28 de junio de 2010. En ese entonces, este homicidio causó una conmoción mediática. Eduardo estaba dando las noticias y me solicitó que entrara al aire para analizar lo ocurrido. No era para menos. Se trataba del gran favorito para ganar los comicios en Tamaulipas, por lo que el grupo de hombres armados con uniformes militares había matado, para efectos prácticos, al próximo gobernador de esa entidad federativa. Todavía eran las épocas en que un magnicidio generaba coberturas especiales en los medios. El Presidente era Calderón y la guerra contra el narco ya había explotado.

Hace catorce años de aquel asesinato. Huelga decir que no hubo mayores consecuencias por el asesinato del virtual gobernador de un estado. El PRI decidió que el hermano de Rodolfo, Egidio, tomara la candidatura y se quedara con esa plaza. Nunca atraparon a los asesinos. El crimen se acentuó en Tamaulipas, entidad en donde había surgido uno de los grupos delictivos más violentos de la historia: Los Zetas. Tres presidentes han pasado desde entonces (Calderón, Peña y López Obrador). El país sigue viviendo una ola de violencia incontenible. Y los asesinatos de políticos se han vuelto parte de nuestro costumbrismo. Ya no hay coberturas especiales.

Ayer, otro colega y amigo, Raymundo Riva Palacio, reportaba en su columna de El Financiero “un tratamiento periodístico de mediana relevancia” del asesinato y decapitación del presidente municipal de Chilpancingo: “Ningún periódico generalista de la Ciudad de México, el mercado informativo más grande, salvo Reforma, lo jerarquizó como su noticia principal. La Jornada decidió que era más importante hablar de los pandas chinos que darle un espacio en su doble portada. El Universal, Excélsior y Milenio le dieron una modesta cobertura por debajo del doblez, que es donde menos se fija el lector”.

Mientras los grupos criminales han aumentado su presencia, controlando municipios y hasta estados del país, los medios han dejado de reportar noticias tan importantes como la decapitación del alcalde de la capital de un estado. Se entiende. Las audiencias ya están cansadas de las notas rojas. La violencia ya no es noticia. Se ha convertido en costumbre. Pero el problema sigue ahí. Desde luego que es gravísimo que el Estado haya perdido el control territorial de varias regiones del país.

Guerrero es un estado fallido gobernado por el crimen organizado. Hace diez años, hay que recordar, las policías de Iguala y Huitzuco detuvieron a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa para, acto seguido, entregárselos al crimen organizado quien los desapareció para siempre (seguramente los asesinaron). La policía al servicio de la delincuencia.

Hace poco, en Sinaloa, a raíz del enfrentamiento de las dos facciones del Cartel de ese estado, el Ejército desarmó a la policía de la capital, Culiacán. No lo dijeron, supongo por penoso, pero claramente desconfiaban de ellos. No es para menos. En la carta que envió el Ismael el Mayo Zambada después de su detención en Estados Unidos, declaró que uno de sus escoltas era policía de investigación de Sinaloa. Hoy, en medio de la guerra entre los Chapitos y los Mayitos, es evidente que el Estado mexicano ya no controla ese territorio, tal y como cándidamente lo confesó el jefe de la Zona Militar de aquella entidad.

Chiapas es otro desastre. También se ha perdido el control territorial en la zona fronteriza del sur del estado por la disputa entre miembros del Cartel de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. Mientras la Guardia Nacional está cuidando que no transiten migrantes hacia el norte del país, la violencia se ha vuelto costumbre en varios de los municipios chiapanecos. Ni qué decir de la región de Tierra Caliente en Michoacán donde grupos criminales que han cambiado de denominación siguen dominando el territorio ejerciendo la extorsión con toda comodidad.

Ayer, la nueva Presidenta presentó su Plan de Seguridad. Ya tendremos tiempo de analizarlo. Por lo pronto, resulta muy triste reconocer que los mexicanos nos hemos acostumbrado a la violencia y que el crimen organizado controle muchos territorios, como si fuera algo normal.