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Humanismo Mexicano; una revisión ética

El principio máximo de que la democracia es el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; o, regresando a Juárez: con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada.

Jesús Canale

“Por ello, para bien de México, de todas y todos, vamos a continuar con el Humanismo Mexicano, con la Cuarta Transformación. Resumo algunos de los que considero sus principales principios”: Así introdujo CSP el lunes antepasado en San Lázaro el centro de su pensamiento de Gobierno reconociendo que proviene del ideario de AMLO. Hace una semana hice aquí un análisis del Humanismo Mexicano como una ideología comparada; hoy lo haré como la inspiración moral de un programa de Gobierno. Por ello es necesario transcribir aquí el fragmento textual: “Uno: Para que haya prosperidad, debe ser compartida, o dicho de otra forma: Por el bien de todos, primero los pobres. Dos: No puede haber Gobiernoa rico con pueblo pobre. Esta es una frase de Benito Juárez García que los gobiernos de la transformación hacemos realidad y que sostiene que el gobernante debe vivir en la justa medianía, sin lujos, parafernalias o privilegios, y que el gobierno no debe ser una carga para el pueblo. A eso le llamamos austeridad republicana. Tres: Las y los gobernantes debemos ser honrados y honestos. El uso de las estructuras de gobierno para el beneficio personal o de un grupo ensucia el servicio público. La corrupción debe combatirse por ética y por principios, pero, además, como lo hemos visto, porque ahí radican los recursos necesarios para el bienestar del pueblo y el desarrollo de la nación. En pocas palabras, la honestidad da resultados. Además, la autoridad moral es lo más importante, y esa no se compra en la esquina, se construye con una sola mística, la de luchar con honradez todos los días por un México con justicia, democracia y libertad. Cuatro: El principio máximo de que la democracia es el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; o, regresando a Juárez: con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada. Cinco: Prohibido prohibir, la libertad es esencia de la democracia. Seis: El desarrollo y el bienestar del pueblo sólo pueden fortalecerse con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales. Siete: Las mujeres tenemos derecho a la igualdad sustantiva. Ocho: México es un País soberano, independiente, libre y democrático. Queremos la paz. Queremos la paz y la fraternidad de las naciones. Y nos coordinamos, mas no nos subordinamos. Nueve: La política se hace con amor no con odio. La felicidad y la esperanza se fundan en el amor al prójimo, a la familia, a la naturaleza y a la patria. Diez: Condenamos el clasismo, el racismo, el machismo y cualquier forma de discriminación. No es sólo un asunto de tolerancia, es el reconocimiento de que la profundización de las desigualdades llevará siempre a la injusticia. La fraternidad significa vernos a los ojos como iguales.” Desde mi visión particular va este análisis ético del citado decálogo: Uno: “Primero los pobres”; incuestionable, pero ha de considerarse que la realidad de la pobreza encarna tres vertientes: La material, la racional y la espiritual; la escasez no existe sólo como privación de alimento, vestido y techo sino también como privación de conocimiento (verdad) y de libertades; baste el ejemplo del actual pueblo palestino: Su mejor bienestar material favorecido por el pueblo hebreo a cambio de estabilidad no le fue suficiente: Palestina reclama el bienestar racional y espiritual, esos que no se compran con bienes materiales; los resultados están hoy a la vista. Dos y tres: La “austeridad” es una virtud deseable para toda persona, sea gobernante o pueblo; igual la “honradez y la honestidad” (que son lo mismo). Cuatro: “Democracia” significa gobierno del pueblo, que incluya las minorías o no es democracia; sin minorías es autoritarismo populista. Cinco: “Prohibido prohibir”, se escucha bien… pero por el bien del pueblo es necesario prohibir, por eso las penas y las multas en todo sistema. Seis: Lástima que ciertos “cuidados al medio ambiente” han sido intencionalmente ignorados y sus leyes violadas por todos los gobiernos mexicanos hasta hoy habidos. Siete: “Igualdad de género”: Todos los seres humanos somos igualmente dignos y merecedores; todos: Mujeres y hombres, negros y blancos, ya nacidos o en gestación, correligionarios y opositores; indiscutible. Ocho: “Queremos la paz”: También indiscutible. Nueve: “Sí al amor, no al odio…” pero el odio nace de la polarización. Diez: “No discriminar”, ya dicho: Todos somos iguales. Como vemos, desde el punto de vista moral el decálogo del Humanismo Mexicano contiene mayormente principios éticos universales, genéricos e indiscutibles, pero algunos puntos dejan huecos a llenar con eufemismos e imprecisiones dando sitio a la simulación, la opacidad y a los abusos de autoridad. Una ideología -y más aún dictada “monólogamente” desde el partido en el poder- no es, quizás, la mejor idea para un sistema de gobierno nacional. ***