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Se aumentará la matrícula; ¿y la calidad educativa?

El éxito del plan no está asegurado porque los desafíos en la contratación de docentes calificados y la infraestructura educativa adecuada siguen sin soluciones claras.

Eduardo Ruiz-Healy

En un esfuerzo por transformar la educación superior, la presidenta Claudia Sheinbaum y miembros de su gabinete presentaron ayer un ambicioso plan para ampliar el acceso a la misma e incrementar en 330 mil los lugares disponibles en cinco instituciones durante los próximos seis años.

El plan promete la expansión de las siguientes instituciones de educación superior y sólo el tiempo dirá si realmente se logrará:

La Universidad Rosario Castellanos de la CDMX será nacional y se expandirá con 30 nuevas sedes, cada una con capacidad para entre 3,000 y 7,000 estudiantes. Esto añadirá 150 mil nuevos lugares, llevando su matrícula total a 206 mil. Hoy tiene 1,199 docentes, lo que resulta en unos 46 estudiantes por docente.

La Universidad de la Salud tendrá 10 nuevas sedes para 25 mil nuevos estudiantes, alcanzando una matrícula total cercana a los 30 mil. La proporción actual es de unos 20 estudiantes por docente.

Las Universidades para el Bienestar Benito Juárez (UBBJ) añadirán 50 nuevas sedes, proporcionando 40 mil nuevos lugares para albergar a 110 mil estudiantes. Con aproximadamente 45 estudiantes por docente, estas instituciones enfrentan desafíos significativos para mantener la calidad educativa.

El Tecnológico Nacional de México aumentará su matrícula en 85 mil lugares para llegar a 660 mil estudiantes en 2030. Actualmente cuenta con más de 30 mil docentes.

El Instituto Politécnico Nacional (IPN) incrementará su matrícula en 30 mil nuevos lugares para alcanzar un total de 246 mil estudiantes. Mantiene una proporción de aproximadamente 15 estudiantes por docente.

El incremento en la matrícula podría agravar los ya evidentes problemas de calidad educativa. Mientras que las mejores universidades del mundo mantienen una proporción ideal de alrededor de 5.1 estudiantes por docente, algunas instituciones mexicanas enfrentan proporciones más altas que afectan la atención personalizada y la calidad educativa.

El éxito del plan no está asegurado porque los desafíos en la contratación de docentes calificados y la infraestructura educativa adecuada siguen sin soluciones claras.

Este esfuerzo monumental no sólo debe buscar aumentar el acceso a la educación superior, sino también asegurar que estas instituciones ofrezcan programas relevantes que respondan a las demandas del mercado laboral y las necesidades comunitarias.

Curiosamente, la palabra que quedó ausente en todas las intervenciones fue calidad, una grave omisión porque si no se ofrece una educación de calidad, como lo ordena implícitamente el artículo 3 de la Constitución, se condena a la mayoría de los estudiantes al fracaso.

Elevar la calidad de la educación superior debe ser una prioridad para que los egresados puedan competir dentro de la economía global que cada día exige más. La calidad de las escuelas mencionadas ayer dista de ser óptima y sólo dos aparecen en el QS World University Rankings 2025 que califica a 1,500 universidades del mundo: La UNAM en la posición 94 y el IPN entre los lugares 801 y 850.

Ojalá lo que se anunció ayer represente, de verdad, el inicio de una auténtica revolución en la educación superior de nuestro País. Al igual que con otros planes, la disponibilidad de recursos suficientes será fundamental para lograr los objetivos.

Eduardo Ruiz-Healy

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Sitio: ruizhealytimes.com

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