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De que se puede, se puede

El Gran Premio de la Ciudad de México no es una más de las 24 carreras de la temporada anual de la Fórmula Uno. No. Desde que regresó esta carrera a nuestro País en 2015, después de 23 años de ausencia, se ha convertido en una de las mejores competencias del deporte motor. Es, me atrevo a decir, un orgullo nacional.

Leo Zuckermann

Qué gusto es asistir al Gran Premio de la Ciudad de México de la Fórmula Uno. No sólo se trata de un evento muy divertido, sino que nos enseña que se pueden hacer cosas chin… en nuestro País. A propósito uso el mexicanísimo adjetivo “chin…” porque lo merece la caracterización.

El Gran Premio de la Ciudad de México no es una más de las 24 carreras de la temporada anual de la Fórmula Uno. No. Desde que regresó esta carrera a nuestro País en 2015, después de 23 años de ausencia, se ha convertido en una de las mejores competencias del deporte motor. Es, me atrevo a decir, un orgullo nacional.

Los mexicanos tenemos muchos vicios, pero tenemos una gran virtud: Nos encanta la fiesta y sabemos cómo organizarlas. Eso es lo más destacado del Gran Premio de la Ciudad de México. Los asistentes no sólo acuden a ver la carrera de coches sino a divertirse. Y vaya que lo hacen. Y vaya que los organizadores hacen todo lo posible para que puedan hacerlo.

Es maravilloso, único en el mundo, reconocido por todos los pilotos, la idea que la carrera pase por un estadio. Efectivamente, como parte de la pista oficial, los automóviles cruzan por en medio del antiguo Foro Sol, ahora Estadio GNP, un inmueble pletórico que literalmente ruge. Aunque la carrera termina en la recta final, los pilotos ganadores de los tres primeros sitios estacionan sus vehículos en el estadio para proceder a la ceremonia de premiación ahí mismo. Luego que termina el ceremonial, se presenta un afamado DJ y la fiesta continúa.

El Gran Premio de la Ciudad de México se ha convertido en un evento que atrae a muchos turistas internacionales. A propósito de este evento, ese fin de semana se organizan múltiples actividades especiales que resultan divertidísimas.

Yo me declaro fan del Gran Premio. No sólo por lo entretenido sino por el ejemplo de que se pueden organizar eventos de clase mundial en nuestro País. Desde que regresó a nuestro País, la empresa nacional que organiza la carrera en México, Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), ha hecho una labor extraordinaria para que todo salga perfecto. Así tiene que ser porque la Fórmula Uno exige los más altos estándares en la ejecución de sus protocolos. Las 10 escuderías que participan no deben tener problema alguno para su sofisticada operación. Todo debe salir a la perfección. Esto, que se dice fácil, implica mucha planeación con el fin de evitar cualquier contingencia.

Los viernes se realizan las prácticas de los competidores y los sábados las clasificaciones que determinan el orden de la salida de la carrera que se lleva a cabo el domingo. El público puede ir los tres días. Más de 300 mil personas asisten durante el fin de semana al Autódromo Hermanos Rodríguez. Esto implica una labor de logística enorme para que la experiencia sea entretenida y placentera al que paga un boleto. CIE, que se dedica a la organización de grandes conciertos en el País, lo hace de manera perfecta. No podría la empresa hacerlo sin el apoyo del Gobierno. La vialidad, el orden y la seguridad dependen de las autoridades públicas. También todo lo que tiene que ver con permisos e incluso apoyos financieros. El Gran Premio recibe subsidios gubernamentales, en particular de la ciudad. Sin embargo, la derrama económica que genera este evento compensa, a través del pago de impuestos al consumo, el subsidio que se otorga.

Ni qué decir de la buena imagen que se genera en el mundo de México y su capital. En lugar de estar hablando de la maldita violencia que azota al País, ese fin de semana se presenta una nación vibrante que organiza una de las mejores carreras, si no es que la mejor, de la Fórmula Uno. Y sí, hay que reconocerlo, en muchos sentidos la carrera anual es un evento fifí. La empresa de la Fórmula Uno, ahora de propiedad estadounidense, es experta en la segmentación. Logran capturar más ingreso ofreciéndole al público diversas experiencias de lujo que van más allá de la asistencia a una mera carrera de coches. Ahí están, por ejemplo, las suites que contratan las empresas para invitar a sus clientes y proveedores. Hay mucho de mercadotecnia y relaciones públicas en la Fórmula Uno. Enhorabuena.

En suma, celebro que en México se puedan hacer cosas muy chin… cuando se conjuntan los sectores público y privado. Cuando se deja que las empresas ganen dinero, la gente se divierta y el Gobierno recaude recursos. Todos ganan. Un ejemplo a seguir, más allá de ideologías trasnochadas.

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