Abuelidad
Hoy cada vez más personas en edad de “abuelear”, digamos de 50 o más años de edad, se van quedando solo con las ganas, pues sus hijas e hijos cada vez optan más por no tener hijos.
CRITERIO
La relación y vínculo entre abuelos y nietos encierra una serie de peculiaridades que no han sido aún muy estudiadas, al menos mucho menos que la relación entre padres e hijos e, incluso, que las que existen entre los amigos. Es curioso, por decir lo menos, que tratándose de un vínculo familiar tan cercano y estrecho, la relación entre abuelos y nietos no haya sido objeto de tantas novelas, cuentos, ensayos y poemas como sí lo han sido aquéllas que vinculan a los novios, esposos, compañeros de oficio, relaciones entre subordinados y jefes e incluso entre ciudadanos comunes y gobernantes.
De allí que uno no puede sino estar muy de acuerdo con este nuevo término –“abuelidad”– que la misma Real Academia de la Lengua Española confiesa que tan novedosa palabra le está tocando la puerta y que quizá pronto será ya formalmente incluida en el diccionario, todo esto a partir de que una psiquiatra y psicoanalista argentina, Paulina Redler, propusiera en 1980 este neologismo para referirse concretamente a la relación de los abuelos con sus nietos, originalmente en torno a las consideraciones psicológicas de esa interacción.
Pero, a pesar de las gratificaciones que conlleva la abuelidad, hoy cada vez más personas en edad de “abuelear”, digamos de 50 o más años de edad, se van quedando solo con las ganas, pues sus hijas e hijos cada vez optan más por no tener hijos. El espectro estadístico mundial muestra que la tasa de fertilidad (número de hijos nacidos por mujer) más baja del mundo la tienen primero España, con 0.13, y le sigue Japón con 0.14: En España los nacimientos han caído 25% en los últimos diez años.
Así es lógico que cada vez más personas de la generación “X” -los nacidos entre 1965 y 1981- y la de los “baby boomers” –nacidos de 1946 a 1964- no tengan ni vayan a tener nietos. Algunas universidades han desarrollado escuelas o institutos para estudiar científicamente a la familia –entre otras, la Universidad de Navarra en España, la Universidad Austral en Argentina y la Universidad de Piura en Perú– y tal estudio no es poca cosa; diversas publicaciones periódicas se abocan al estudio de los fenómenos intrafamiliares y cada vez son más los ensayos sobre el tema familiar y a su vez éstos, aunque todavía poco, revisan el tema de los abuelos no ya solo en el contexto poblacional o social sino en el núcleo familiar.
Pero para que haya abuelos es necesario que vengan los nietos y es aquí que, quienes de repente se dan cuenta de que habiendo tenido hijos, las probabilidades de tener nietos se les van escapando de las manos, pues sus hijos les manifiestan su negativa a procrear. Catherine Pearson, periodista reportera del Times, se ha dedicado a escribir sobre las relaciones familiares y apenas el miércoles de esta semana publicó un artículo: “La pena silenciosa de no ser abuelos” que apareció en inglés y en español. No es mala idea revisarlo. Relata testimonios de personas que, sintiéndose en edad de “abuelear”, a la vez miran con aire melancólico a las niñas y niños jugando en las calles y parques sintiendo que nunca nadie -ni ella o él-, verán entre esos pequeños a sus nietos.
¿Un satélite de palo? Pareciera cuento de Pinocho, pero no. Unos científicos japoneses construyeron el primer satélite de madera que se puso en órbita el 5 de noviembre pasado para probar que la madera pudiera servir para la edificación de casas y otras instalaciones en nuestra luna, Marte y quizás otros planetas, pero no solo eso, pues también se piensa en la plantación exitosa de árboles en aquellos lugares; algo que podría esperarse para los próximos 50 años. Dicho satélite, como una pequeña caja (foto), será transportado a órbita en una misión de Space-X y girará a 400 kilómetros de la superficie terrestre por unos seis meses.
Los científicos nos han recordado que los primeros aviones fueron también de madera, la cual es además un material que reducirá la basura y el daño ambiental cósmico que tarde o temprano dejan objetos de otros materiales.