Consejo de dueños
El movimiento del gobierno corporativo ha cobrado fuerza en el mundo en los últimos 30 años.
DUEÑEZ* EMPRESARIA
El eslabón perdido del gobierno corporativo en la empresa familiar
El movimiento del gobierno corporativo ha cobrado fuerza en el mundo en los últimos 30 años. Se ha convertido en leyes en muchos países que obligan a las empresas a cumplir con ciertos lineamientos de manejo de información y de cumplimiento de reglas de orden y transparencia con el propósito principal de evitar fraudes corporativos.
Infinidad de recursos se han creado para ayudar a las compañías a cumplir con esas reglas: Programas de escuelas de negocios, manuales, libros y artículos, asesores especializados, centros de investigación.
¿Será que todo esto realmente ha servido para gobernar mejor a las empresas? ¿Se tomarán ahora mejores decisiones en los negocios?, ¿habrá mejorado la calidad de la gestión del valor en las organizaciones?
Tal vez muchos de los expertos que han creado la disciplina del gobierno corporativo han partido de una premisa falsa, que consiste en creer que las empresas no tienen un sistema de gobierno corporativo hasta que viene un consultor y les orienta en cómo hacerlo.
Pero la realidad es que históricamente, tanto en negocios familiares como en sociedades de pocos socios, hay un organismo precursor a los consejos de administración o juntas directivas que opera desde hace siglos. Este sistema de gobierno “primitivo” generalmente se configura entre el fundador, presidente o socio-director y los accionistas con quien comparte las decisiones que corresponden al rol de dueño.
A este órgano de gobierno le llamamos consejo de dueños. Generalmente se conforma de manera natural entre el padre y algunos de sus hijos, entre los hermanos o entre los socios fundadores. Suele ser el primer foro de Dueñez compartida que surge en las empresas familiares.
Una vez que haya un segundo miembro de la familia o un socio cercano con quien compartir la Dueñez, ellos crearán este mecanismo, casi siempre de manera informal. Ahí consultarán, comentarán y acordarán lo más relevante: Dudas, inquietudes, nuevas ideas, grandes decisiones.
El que acompaña al líder le servirá de pared de rebote, le cuestionará, le animará, le ayudará a superar su soledad. Tal vez este pequeño grupo no tenga gran formalidad ni legitimidad jurídica, pero en el fondo su existencia será natural y justificada porque es necesario, porque es útil, porque agrega valor.
Generalmente decimos que el proceso de maduración del gobierno corporativo corre desde una asamblea de accionistas, después un consejo consultivo o asesor, luego un consejo de administración con sus comités, y finalmente un consejo de familia. Pero la realidad es que mucho antes de todo eso suele emerger el consejo de dueños.
Este es el corazón creativo de la Dueñez durante todo el camino, y sigue vivo hasta en grandes corporaciones que cotizan en bolsa, donde los accionistas que mandan acuerdan cómo abordarán las grandes decisiones en el consejo de administración.
¿Cómo se conforma el consejo de dueños? Participan el líder máximo (Líder de Dueñez) más los socios con quien integra el grupo de control. No hay externos, no hay socios pasivos o muy minoritarios que no están en la jugada. Pero es ahí donde se cocinan las grandes decisiones.
Creemos que el consejo de dueños es una bendita aberración de los sistemas de gobierno corporativo de las empresas familiares. Es el medio más práctico para evitar la soledad. Es un instrumento para mantener la flexibilidad al estructurar la institucionalización.
Dado que la referencia institucional proviene del mundo corporativo, este ente es tachado de aberrante, se le excluye y se trata de ocultarlo y abolirlo; pero en la mayoría de los casos termina siendo un mecanismo pragmático para enriquecer la toma de decisiones.
En muchos casos este equipo es el “poder tras el trono”, es el “petite equipo de Dueñez”, y es tremendamente ágil y efectivo. Funciona porque actúa sinérgicamente, porque resuelve, porque supera el problema de la soledad, porque le da a los que más saben y aportan un espacio para ponerse de acuerdo.
Si en nuestra organización hay un consejo de dueños como el que aquí hemos descrito, no lo matemos sin pensarlo bien. A lo mejor es el foro más relevante de nuestra empresa.
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