Claudia una “Presidenta de guerra”
El T-MEC no nos salva con un Presidente como Trump que hace lo que se le pega la gana. Nuestro País tiene fichas para presionar a Estados Unidos con represalias arancelarias. Pero esto nos llevará a un enfrentamiento comercial donde México, por ser el eslabón más débil de los tres países del Tratado, será el mayor perdedor.
En el extraordinario documental “9/11: Así se vivió en la Casa Blanca” (Apple TV) vemos cómo el entonces presidente George W. Bush y su equipo vivieron el fatídico 9 de septiembre de 2001. En algún momento, el mandatario dice que ese mismo día se dio cuenta que su Presidencia había cambiado radicalmente: “Me convertí en un Presidente de guerra”, concluye.
Ahora la prioridad de su gestión sería, por un lado, castigar a los terroristas y, por el otro, evitar más atentados. Esto implicaba pasar a un segundo plano todo lo que había planeado para su Presidencia, incluyendo una reforma para migrantes indocumentados. El nuevo conflicto bélico sería prioritario e inédito por ser en contra de grupos terroristas que presuntamente se encontraban dentro y fuera del territorio estadounidense. Un desafío mayor.
Cuento esta historia como ejemplo de cómo un evento puede cambiar por completo lo que tenía planeado un Gobierno. Me parece que es el caso para la Presidencia de Sheinbaum con respecto a la elección de Donald Trump como siguiente Presidente de Estados Unidos y la victoria contundente de los republicanos el pasado 5 de noviembre.
Claudia llegó al poder con muchos planes. El día de su toma de posesión, al estilo de López Obrador, se comprometió a llevar a cabo 100 acciones de Gobierno. Su agenda, además de la heredada por la administración anterior, es muy ambiciosa. Sin embargo, llegó la hora de recalcular todo lo planeado para concentrarse en minimizar el impacto negativo que tendrá el regreso de Trump a la Casa Blanca con una inminente guerra comercial.
Los riesgos son enormes. De ese mismo tamaño es el desafío para la nueva Presidenta. Trump 2.0 llega fortalecido (ganó el voto popular), prácticamente no tendrá contrapesos, está nombrando a un gabinete de fanáticos sin mucha experiencia gubernamental y podrá llevar a cabo políticas radicales ahora que no podrá reelegirse. Viene, además, con ánimos vengativos. Agréguese su racismo, antagonismo al vecino sureño y misoginia que complica tremendamente la relación para nuestra Presidenta.
Trump ya anunció que va en contra de México en tres temas. Será implacable. Mejor exagerar las posibles consecuencias que levantar falsas ilusiones tomando en cuenta su pasado o el carácter negociador del magnate inmobiliario. Advertido está. Desde el primer día de su segundo mandato, Trump impondrá aranceles a todas las importaciones que llegan a su país. A todas. Algunos ilusos dicen que no lo hará con México y Canadá porque está impedido por el Tratado de Libre Comercio, el T-MEC, que él negoció y firmó. Que este nuevo acuerdo “es su bebé”. Falso. Esto le vale un pepino a Trump. Dirá que sus vecinos han incumplido con el mejor tratado de la historia mundial. Sobre todo, México por donde China está triangulando importaciones a su país.
El T-MEC no nos salva con un Presidente como Trump que hace lo que se le pega la gana. Nuestro País tiene fichas para presionar a Estados Unidos con represalias arancelarias. Pero esto nos llevará a un enfrentamiento comercial donde México, por ser el eslabón más débil de los tres países del Tratado, será el mayor perdedor. Canadá ya lo entendió y, por eso, están amenazando con darnos una puñalada trapera a los mexicanos.
“Mira, Trump, el problema es México por donde se están colando los chinos. Mejor lo sacamos del Tratado, nos quedamos nosotros dos, los socios anglosajones, y así resolvemos el problema”.
Quizá esta estrategia le convenga a los canadienses. Su anuncio nos da una idea de que ellos sí se están tomando muy en serio a Trump 2.0.
También está telegrafiado que el próximo mandatario de Estados Unidos utilizará los aranceles como arma de presión para que México le arregle dos problemas: La migración de indocumentados y el tráfico de fentanilo. Pretende que nosotros detengamos ambos flujos.
Algo se puede hacer con lo primero a un costo económico y humanitario gigantesco para nuestro País. Lo segundo, las drogas, es imposible de resolverlo: Mientras siga habiendo demanda de sustancias prohibidas habrá una oferta ilegal. La elección de Trump cambió radicalmente la Presidencia de Sheinbaum.
La nueva prioridad es preparar y ejecutar una estrategia con el fin de minimizar el daño que puede hacernos Trump 2.0. Habrá que ensamblar un equipo de los mejores y más brillantes mexicanos (que los hay) para enfrentar la guerra comercial que ya tenemos encima.