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Trump recargado

Donald Trump es como un agujero negro espacial. Ya absorbió todo el interés político y mediático en EU.

Genaro  Lozano

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Donald Trump es como un agujero negro espacial. Ya absorbió todo el interés político y mediático en EU. Joe Biden no es más que un pato cojo a la espera de dejar el cargo. Kamala Harris ya es cosa del pasado y solo busca cómo pagar la deuda que le quedó por la contienda. Trump ha acelerado la transición. Todos los días nomina funcionarios, hace anuncios, celebra el cierre de algún juicio en su contra, despotrica contra los demócratas, se toma selfies con Elon Musk, juega golf.

El 20 de enero regresa Trump y lo hace bajo un contexto completamente distinto al de hace 8 años. Trump regresa con mucho más poder. Con la legitimidad de haber ganado el voto popular. Con el control republicano del Congreso. Regresa acompañado por Elon Musk, el hombre más rico del mundo que ha puesto una plataforma digital a su servicio. Regresa después de haber empeñado la palabra con propuestas mucho más descabelladas que en 2016, pero con toda la capacidad para hacerlas realidad ahora.

En este sentido, porque está alimentando las expectativas de sus seguidores, Trump regresa mucho más peligroso que antes. Por eso su mensaje sobre tarifas de 25% a México y a Canadá y de 10% a China, por más descabelladas que suenen, son creíbles. Trump quiere imponerle ese impuesto a sus dos socios comerciales más importantes, violando el T-MEC, en sus propias palabras “el mejor acuerdo comercial de la historia”, castigando el dinamismo de América del Norte, mientras que solo un impuesto del 10% a China, el que es realmente el mayor rival comercial de EU. Suena descabellado, pero hay que tomar esa amenaza como algo muy factible. Trump está criticando lo que llama las “ridículas fronteras abiertas” en Norteamérica. Es un mensaje directo de que la revisión del T-MEC será todo menos sencilla y un garrote en mano para exigir más control fronterizo a los gobiernos canadiense y mexicano.

Por eso los anuncios de deportaciones masivas desde el día uno deben ser tomados como una amenaza creíble. Porque Trump está obsesionado con la frontera. Porque intentó hacer esas deportaciones en su primera presidencia, pero se encontró con el litigio estratégico de organizaciones y con la negativa de los demócratas para hacerlo. Sin embargo, 2024 no es 2016. Hoy todo se ha movido, las condiciones son completamente distintas. La narrativa de Trump ha permeado y seguramente hará de las deportaciones una producción televisiva, un reality ideal para los vientos xenofóbicos y proteccionistas que hoy soplan fuerte en EU. Hay que tomarlo muy en serio.

El mundo está en la antesala de una nueva Presidencia de Trump con todos los riesgos que eso involucra. Como ningún otro país en el mundo, México enfrentará los efectos más inmediatos de esa Presidencia. En lo comercial, la amenaza tarifaria o incluso el fin del Tratado de Libre Comercio, en lo migratorio, la de deportaciones de hasta 4-5 millones de mexicanos, en la seguridad, la insolente amenaza de violación de la soberanía con ataques con drones contra los carteles. Debemos estar preparados para cualquier escenario y responder con firmeza e inteligencia. El canciller ya ha dispuesto que los consulados mexicanos refuercen las medidas de apoyo a nuestros connacionales, mientras que el secretario de Economía ya trabaja en el T-MEC y el de Seguridad en la detención de cabecillas del narco. México ya está actuando, pero esto es solo el inicio.

Se requerirá mucho más frente a Trump. Todas las regiones del mundo se verán impactadas por el regreso de Trump. Ucrania podría desaparecer como Estado. Israel podría endurecer aún más la destrucción de Palestina, mientras la ONU, la OTAN y otras instancias multilaterales, creadas irónicamente por el empuje de EU, podrían volverse irrelevantes. Trump viene con la mancuerna aislacionista y unilateral que en momentos ha sido parte del actuar internacional de EU, como con Bush Jr. Estamos ante un cambio de época. En la destrucción de un viejo sistema internacional, pero sin forma y sin el liderazgo global que se ocupa para la construcción de uno nuevo.