Por fin, una nueva estrategia de seguridad
Celebro la “Operación Enjambre”, llevada a cabo hace unos días por la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno federal, en coordinación con las Fuerzas Armadas y la Fiscalía del Estado de México.
JUEGOS DE PODER
Celebro la “Operación Enjambre”, llevada a cabo hace unos días por la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno federal, en coordinación con las Fuerzas Armadas y la Fiscalía del Estado de México. Por fin estamos viendo una nueva estrategia de seguridad, algo diferente a solo encargarle a los militares que resuelvan el problema. La presidenta Sheinbaum, en conjunto con el secretario Omar García Harfuch, están demostrando voluntad de hacer cosas diferentes para conseguir resultados diferentes.
No sé si esta nueva estrategia funcionará o no. Esto apenas comienza, y debemos observar más resultados en el futuro. No obstante, por lo pronto, se dio un importante golpe a políticos y policías del Edomex que estaban coludidos con el crimen organizado o eran el crimen organizado en sus comunidades. Por primera vez en muchos años se atacó a la protección política y policiaca sin la cual no se puede explicar el control territorial de la delincuencia organizada. Y no hubo distingos partidistas porque también se arrestaron a personas vinculadas con el partido gobernante (Morena).
Con esta operación se manda un mensaje muy importante a todos aquellos políticos y policías involucrados en la criminalidad. El Gobierno federal ha comenzado en el Edomex, supongo que por la cercanía con la Ciudad de México. Espero que continúen en otros estados donde hay un fenómeno similar, como Guerrero, Michoacán, Chiapas, Sinaloa, Guanajuato, Tabasco o Tamaulipas. Después de “Enjambre”, algunos funcionarios deben estar temblando y reconsiderando sus opciones.
No fue una operación impecable. La mitad de los funcionarios que tenían órdenes de detención lograron fugarse. Pero los siete detenidos ya cuentan con una carpeta de investigación que permitirá judicializar de inmediato sus casos. Será difícil que los jueces los liberen por falta de pruebas. “Enjambre” comprueba lo que todos sospechábamos: un amplio y profundo involucramiento de políticos y policías en el crimen organizado. Ir en contra de esa parte de la red delincuencial es un buen primer paso.
Aquí me permito compartir una historia que ilustra lo importante de operativos como éste. Me la contó un chofer de Uber. Él era un pequeño empresario en un municipio del Estado de México, distribuidor de materiales para la construcción. Un día llegaron un par de individuos que se presentaron como parte de “La Familia Michoacana”. Le exigieron una cuota mensual para poder seguir operando su empresa, a cambio de no molestarle. Además, le ofrecieron resolverle cualquier pleito que tuviera con alguien. Obviamente, le dijeron que no acudiera a la Policía, ya que eso le traería consecuencias nefastas.
Asustado, el empresario decidió acudir a las autoridades. Sin embargo, antes de hacerlo, hizo algo muy inteligente: fue a la cabecera municipal y se puso desde la esquina a ver quién entraba y salía de las oficinas de la Policía local. Tras unas horas, vio ingresar a los individuos que lo habían amenazado. Eran policías. Decidió, entonces, cerrar su negocio e irse a vivir a otro estado. Ahí estuvo un buen rato, hasta que se aburrió y decidió regresar a la Ciudad de México, donde ahora conduce un Uber.
O los policías extorsionadores trabajaban efectivamente para “La Familia Michoacana”, o usaban esta marca para asustar a sus víctimas. En cualquier caso, eran criminales con charola. Son esos los que comenzó a extirpar este Gobierno federal con la “Operación Enjambre”. Enhorabuena.
A los detenidos ya les imputaron probables delitos de alto impacto como secuestro, homicidio, secuestro exprés y extorsión, los que más daño le hacen a la sociedad. Como se ha dicho hasta la saciedad, mientras siga habiendo impunidad en el país, los criminales seguirán teniendo incentivos para ampliar y profundizar su red de negocios ilícitos. Si algo aprendió Sheinbaum como jefa de Gobierno de la capital fue que la solución era castigar a los delincuentes, para lo cual se requería una coordinación estrecha de la Policía, fiscales y jueces. El operador de dicha estrategia fue nada menos que Omar García Harfuch, quien hoy cuenta con toda la confianza de la Presidenta para replicar este modelo a nivel nacional.
En la capital hubo buenos resultados. Esperemos que así ocurra ahora en todo el país. Por lo pronto, se están atreviendo a hacer algo diferente a lo que habíamos visto con Calderón, Peña y López Obrador. Es una buena noticia.
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