Retrocesos
El siglo 21 estadounidense ha visto los mayores retrocesos en derechos.
El presidente saliente usa su poder y le otorga inmunidad a su hijo para que no pueda ser enjuiciado y encarcelado por un acto criminal que cometió. El presidente entrante nombra a otro familiar más dentro de su próximo gabinete, repleto de personas sin experiencia para sus futuras responsabilidades y nadie dice nada. No hay protestas en las calles. Hay un retroceso enorme en la vitalidad democrática estadounidense que parece cada vez más profunda.
Durante décadas, EU quiso ser el farol del mundo con la vitalidad interna de su democracia. Presumía su llamada revolución americana como la única durable y exitosa del mundo con la creación del sistema presidencial más estable. Desde su nacimiento hasta el siglo 20, EU quiso proyectarse como la democracia indispensable.
La democracia liberal que defendía el derecho de asociación, la propiedad privada, la libertad de expresión, el derecho al voto, los contrapesos y la separación de poderes. La democracia que ponía el ideal al cual había que aspirar. Una democracia sin corrupción, con participación ciudadana, con transparencia y con partidos políticos que se fueron democratizando y abriendo a la participación ciudadana. Así se pensaban hacia adentro y esos eran los valores que proyectaban hacia el mundo.
Sin embargo, algo ha pasado con esa vitalidad y estabilidad democrática. La década de los años 60 del siglo pasado demostró que el ideal democrático no estaba completo. Los afroamericanos marcharon y protestaron contra la segregación racial, contra las leyes Jim Crow y siguieron el liderazgo de MLK. Las mujeres habían conseguido el voto en 1919, pero en los 60 empezaron a demandar un país sin violencia de género, con igualdad salarial, con derecho al aborto, con derecho al placer, entre otros.
Los homosexuales, lesbianas, bisexuales y trans lucharon todo el siglo 20 para garantizarse desde el derecho de asociación, pasando por el derecho a la identidad, el derecho al matrimonio, al acceso a la salud y hasta el derecho a usar un baño.
El siglo 21 estadounidense ha visto los mayores retrocesos en derechos. La guerra contra el terrorismo impuso un estado de emergencia que quitó derechos a los estadounidenses con la Ley Patriota. Los ocho años de George W. Bush expandieron los poderes presidenciales, ampliando las atribuciones del Estado para espiar a sus ciudadanos. Todas sus agendas globales se securitizaron, incluyendo la migración. Los atentados del 11S abrieron una vena autoritaria. La ultraderecha conservadora le susurró al oído a Bush y consiguió que éste impusiera un tufo cristiano a su batalla. Incluso intentó modificar la Constitución para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Obama fue un interludio, con él el péndulo volvió hacia los valores progresistas. Aunque firmó una ampliación de la Ley Patriota y siguió la ocupación de Afganistán, la agenda antiterrorismo poco a poco fue saliendo de la ecuación. Su política exterior incluyó la defensa de derechos LGBT y la neutralidad de la red, la defensa del Internet, como pilares. Sin embargo, en los hechos EU siguió lleno de contradicciones. Un hombre negro en la Presidencia no fue suficiente para detener el racismo sistémico. La Policía siguió con el perfilamiento racial y con la brutalidad contra las poblaciones afro. Obama prometió una reforma migratoria y terminó siendo el Deportador en Jefe. Al final su mandato desilusionó y sólo le abrió la puerta a Trump.
Desde 2016 en adelante se ha acelerado el retroceso democrático. Una Suprema Corte moldeada por Bush Jr. y Trump, con la derecha evangélica de su lado, eliminó el derecho a decidir a nivel nacional. Trump solo confía en las reglas de la democracia si él gana. Amenaza con usar el poder del Estado para ir contra sus adversarios y con deportaciones masivas desde el día 1. Despedirá del ejército a las personas trans y buscará revertir todo lo ganado en los últimos años en sus derechos. La democracia estadounidense está en crisis y ésta se profundizará con la segunda Presidencia de Trump.