Gratitud y dueñez
¿Por qué la gratitud puede ser tan importante para los dueños de empresa?
¿Podremos integrar la gratitud al ejercicio de la Dueñez?
En el turbulento mundo empresarial en que vivimos, donde las prioridades por lo general se centran en objetivos, resultados e indicadores, la gratitud puede considerarse, de entrada, un tema que nada tiene que ver con la creación de valor.
El Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) es una de las festividades más emblemáticas en Estados Unidos. Es un espacio para reflexionar sobre lo que tenemos y expresar agradecimiento por las bendiciones de la vida. En el contexto empresarial, esta fecha ofrece una oportunidad invaluable para reflexionar sobre la importancia de la gratitud en el desarrollo de cualquier organización.
En realidad, la gratitud contiene una potencia transformadora en las relaciones de trabajo y, finalmente, en el ejercicio de la Dueñez. Hoy quiero expresar cómo el ser agradecido puede convertirse en una bujía de energía para los empresarios que no solamente se preocupan por el flujo financiero de corto plazo, sino por la permanencia de la empresa a largo plazo.
¿Por qué la gratitud puede ser tan importante para los dueños de empresa? Esta es una cualidad que conviene cultivar en el corazón de la cultura organizacional. Puede tener un alto impacto en las relaciones laborales, promoviendo un ambiente de trabajo proactivo y colaborativo. Cuando los colaboradores se sienten apreciados, su motivación y compromiso se fortalecen, propiciando las ganas de participar y de aportar más allá de lo que se les solicita.
A menudo se subestima el impacto económico de la gratitud, pero estudios han demostrado que las organizaciones que cultivan un ambiente de trabajo positivo y agradecido experimentan una mayor productividad y menores tasas de rotación. La gratitud fomenta la retención de talento, reduce los costos asociados con la contratación y capacitación de nuevos empleados, y mejora la satisfacción del cliente, lo que puede traducirse en un incremento directo en las ventas.
Cuando acostumbramos hacer negocios con gratitud, la interacción con clientes, proveedores y asociados tiende a ser más sinérgica y productiva. Las relaciones, en estos casos, tenderán a ser más duraderas y cimentadas en la confianza mutua.
Quienes hagan negocios con nosotros sabrán que reconocemos y respetamos su contribución y preferencia, y procurarán mantener la relación con nosotros, e incluso recomendarnos con otras empresas.
Las compañías que se enseñan a actuar con gratitud más fácilmente resisten los tiempos adversos. Los líderes que la practican se centran en lo positivo de las situaciones y las personas, aun en momentos inciertos y difíciles. Está comprobado que esta manera de ver la vida y las relaciones mejora la salud emocional y propicia abordar los problemas con espíritu positivo y optimista, facilitando el encuentro de soluciones viables.
La gratitud ayuda a descubrir lecciones en momentos de enfrentar obstáculos y permite convertir los fracasos en oportunidades de avance y descubrimiento.
Ser agradecido abarca todo nuestro quehacer: por lo que tenemos y por lo que nos falta, por lo que sabemos y por lo que ignoramos, por el éxito y por el fracaso, por los avances y los retrocesos, por los buenos momentos y los difíciles, por las fortalezas y las debilidades, por las cosas buenas y los contratiempos. Todas son bendiciones que hemos de aprender a agradecer.
El sentimiento de gratitud, cuando nace desde nuestro corazón, conlleva una profunda conexión con nosotros mismos y con los demás. Es en esa conexión donde puede nacer la fuerza para conllevar lo pesado del camino y el compartir de la Dueñez. La gratitud es una práctica poderosa que puede influir en nuestra capacidad de liderazgo.
El Día de Acción de Gracias es un recordatorio anual de que la gratitud no sólo debe ser una práctica que se limite a ocasiones especiales, sino una virtud fundamental que puede transformarnos y enriquecernos tanto a nivel personal como profesional.